Capítulo 42

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Arista

Ese año había sido todo un fiasco.

No podía dejar de pensar en ello ahora que contemplaba el vínculo que me hacía completamente del rey Enoch hasta el día que alguno de los dos muriera. 

Ya era oficialmente su amante.

No me sentía orgullosa de ello, pero después del ataque de las Kisas había tenido una catarsis debido a la tristeza y lo peor había sido que no recordaba el motivo, solo había entrado en una profunda depresión de la que no podía salir y el rey de las hadas se mantuvo a mi lado en silencio, esperando pacientemente a mi recuperación y después...

"- Arista, vincúlate conmigo y la tristeza se canalizará entre los dos hasta que desaparezca enredada en mis emociones. Puedo ayudarte.- Su voz era tranquila pero convincente, sus brazos me rodeaban sosteniendo mi cuerpo entre el suyo, aferrándose a mi.- Pero serás mía de por vida, no volverás a salir de mi poder si no lo determino yo.- Me estremecí percibiendo el peligro. Sabía que debía negarme, pero al final asentí, ya no podía ver nada claro entre la tristeza que me llenaba. Sentí sus cuatro colmillos perforar mi piel y grité por el horrible dolor que me recorrió por entero, mi cuerpo entró en conflicto con su energía caliente y me aferré a sus brazos gimiendo por el dolor..."

Así firmé mi sentencia en este lugar, pero no era malo en realidad, poco a poco me había enamorado del rey de manera irremediable y la tristeza había desaparecido hasta que solo quedaba un eco doloroso que solo punzaba cuando me acercaba a la habitación vacía del príncipe Malek. Trataba de evitarla a toda costa.

Sacudí mi cabeza volviendo a la realidad. Me terminé de colocar las joyas en el cabello que me había regalado el rey en mi último cumpleaños, resplandecían cuando se exponían al fuego, no podía evitar notar que evitaba todo tipo de cosas que involucraran el hielo, le ponían de muy mal humor. Era increíble como alguien que llevaba tanto tiempo bajo tierra todavía era capaz de afectarlo tanto. 

Su odio por la ex reina de las hadas era muy curioso, porque no soportaba que nadie hablara de ella, pero todavía limpiaba todos los días la espada hecha para ella con calma y la mirada perdida. Ni siquiera él parecía consiente de la importancia que le daba.

- ¿Estás muy ocupada? - Sentí dos manos posarse sobre mis hombros, eran cálidas. Sonreí y me incliné hacía atrás recibiendo sus labios. Enoch se separó después de un breve beso.

- No, estoy ociosa como siempre.- Dije, con un ligero toque de reproche. Ya estaba cansada de dedicar mis días solo a vagar por el palacio tratando de entretenerme a mi misma hasta que él me diera su atención, pero no se me permitía volver a mi trabajo, ni hacer nada. Aunque secretamente me escabullía con la princesa Ilyana y aprendía de ella sobre los asuntos de una reina, ya que, ella era quien manejaba realmente todo en vez de Ella Varion, pero ese no era mi lugar y quería dedicarme a algo que me perteneciera. 

Enoch pareció pensarlo antes de responder.

- ¿Y qué es lo que quieres hacer? - Preguntó.

- ¿Realmente es imposible volver a ser maestra? - Me di la vuelta y sostuve su brazo, realmente extrañaba preparar a mis estudiantes para la vida en sociedad.- Prometo mantener un perfil bajo, no  causaré problemas a tu reputación e incluso puedes decir que soy tu ex concubina y...- Enoch me detuvo con su mirada, sus ojos dorados se oscurecieron notablemente. Negó con la cabeza lentamente y me hizo ponerme de pie acercándome a él, me pego a su cuerpo con una mano en mi cintura.

- Me perteneces, Arista.- Susurró contra mi cuello, sentí como su lengua recorría la marca del vínculo que habían dejado sus colmillos, sentí que mis piernas cedían.- ¿Decir que eres mi ex concubina para que todos los demás bastardos te persigan? ¿Quieres que me deshaga de ellos acaso? 

Villanos (La guerra eterna parte III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora