Capítulo 47

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Arista

El fuego era cómodo y la manta que me cubría reconfortante. Me sentía cansada pero al mismo tiempo en un espacio que me daba paz,  podía pensar claramente y hacerme cargo de Maxwell. 

Había pasado algo de tempo sola, llorando por mis recuerdos recuperados y sintiendo el corazón roto cuando de repente mi vista se nubló y cuando la recuperé estaba frente a un Max que estaba a punto de pasar a mejor vida. No tenía idea de como había llegado él justo frente a mi en esas condiciones, había una leve esencia en el aire, así que supuse que alguien lo había traído ante mi. De inmediato vertí algunos viales con mis lagrimas en él y lo acomodé en mi cama. Pensé que se despertaría de inmediato, pero no fue así, los días pasaron y él no habría los ojos, así que tuve que usar mi poder para darle un baño y retirar toda la sangre seca, el barro y suciedad. Lo cambié evitando mirar y desviando la mirada, para respetar su estado. 

Había un equipo medico para vampiros y lo usé para transfundirle sangre, luego solo me dediqué a realizar los cuidados diarios, lo agradecí ya que me mantenía ocupada y no pensaba tanto en Enoch. Justo ahora estaba frente a la chimenea de la habitación, bebiendo un té calmante y él seguía inconsciente en la cama. Lo miré por un momento.

Físicamente había cambiado mucho, se parecía mucho a Aaron con esos ojos violetas y su cabello negro, pero sus rasgos demandaban más autoridad. Maxwell en su primera vida daba una imagen más suave, pero era temible cuando algo le hacía enojar. Volví mi atención a la chimenea, el fuego se movía con la brisa de la habitación, cerré los ojos y me recargué en el respaldo.

Enoch... me sentí desesperada. No podía dejar de pensar en él y lo estúpida que había sido para caer de nuevo por él. Si hubiera sido más inteligente, habría huido desde esa primera noche, pero me quedé y sellé mi destino de la peor manera. 

Escuché un movimiento, abrí mis ojos y volteé. Maxwell estaba sentado con la espalda en el respaldo de la cama y me miraba fijamente. 

- ¿Está despierto, su majestad? - Decidí hacerme la Arista que solo lo había visto dos veces, pero el frunció el ceño.

- No juegues conmigo, Caliope.- Dijo.

Sonreí.

- ¿Así que ahora recuerdas? - Le pregunté. 

Él asintió y se sacudió el cabello.

- Se siente extraño...- Dijo de repente.

Asentí hacía él.

- Es normal, yo también me sentí así después de recuperar mis recuerdos, es como si no pudieras decidir bien de que lado estas, yo no estaba muy segura si era más Arista o más Caliope por un tiempo y al final me reconcilié con ambas partes de mi. Aunque si soy sincera, me siento un poco más como Caliope la mayoria de las veces.- Confesé.- Te darás cuenta con el tiempo.- Cambié de tema.- ¿Cómo te sientes? 

Max sacudió la cabeza.

- Confundido.- Se señaló el pecho.- Fui apuñalado... También me siento traicionado y algo dolido, aunque creo que hasta cierto punto era mi culpa.- Suspiró.- No sé, hay mucho que pensar.

- ¿Apuñalado? - Pregunté.- ¿Por quién?

- Idara...- Murmuró. Levanté ambas cejas, no me lo esperaba. Creí que lo amaba demasiado, tal vez había alguna buena explicación para eso.

- Bueno, no eres el único.- Levanté mi taza en su dirección.

- Los libros...- Dijo.- Los libros de historia decían que fuiste decapitada por Cayden, ¿Eso es cierto? 

Asentí.

- ¿Qué fue lo que pasó después de mi muerte?- Su pregunta me hizo morderme el labio.

- Es una larga historia.- Murmuré.

Villanos (La guerra eterna parte III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora