Arista
El fuego era cómodo y la manta que me cubría reconfortante. Me sentía cansada pero al mismo tiempo en un espacio que me daba paz, podía pensar claramente y hacerme cargo de Maxwell.
Había pasado algo de tempo sola, llorando por mis recuerdos recuperados y sintiendo el corazón roto cuando de repente mi vista se nubló y cuando la recuperé estaba frente a un Max que estaba a punto de pasar a mejor vida. No tenía idea de como había llegado él justo frente a mi en esas condiciones, había una leve esencia en el aire, así que supuse que alguien lo había traído ante mi. De inmediato vertí algunos viales con mis lagrimas en él y lo acomodé en mi cama. Pensé que se despertaría de inmediato, pero no fue así, los días pasaron y él no habría los ojos, así que tuve que usar mi poder para darle un baño y retirar toda la sangre seca, el barro y suciedad. Lo cambié evitando mirar y desviando la mirada, para respetar su estado.
Había un equipo medico para vampiros y lo usé para transfundirle sangre, luego solo me dediqué a realizar los cuidados diarios, lo agradecí ya que me mantenía ocupada y no pensaba tanto en Enoch. Justo ahora estaba frente a la chimenea de la habitación, bebiendo un té calmante y él seguía inconsciente en la cama. Lo miré por un momento.
Físicamente había cambiado mucho, se parecía mucho a Aaron con esos ojos violetas y su cabello negro, pero sus rasgos demandaban más autoridad. Maxwell en su primera vida daba una imagen más suave, pero era temible cuando algo le hacía enojar. Volví mi atención a la chimenea, el fuego se movía con la brisa de la habitación, cerré los ojos y me recargué en el respaldo.
Enoch... me sentí desesperada. No podía dejar de pensar en él y lo estúpida que había sido para caer de nuevo por él. Si hubiera sido más inteligente, habría huido desde esa primera noche, pero me quedé y sellé mi destino de la peor manera.
Escuché un movimiento, abrí mis ojos y volteé. Maxwell estaba sentado con la espalda en el respaldo de la cama y me miraba fijamente.
- ¿Está despierto, su majestad? - Decidí hacerme la Arista que solo lo había visto dos veces, pero el frunció el ceño.
- No juegues conmigo, Caliope.- Dijo.
Sonreí.
- ¿Así que ahora recuerdas? - Le pregunté.
Él asintió y se sacudió el cabello.
- Se siente extraño...- Dijo de repente.
Asentí hacía él.
- Es normal, yo también me sentí así después de recuperar mis recuerdos, es como si no pudieras decidir bien de que lado estas, yo no estaba muy segura si era más Arista o más Caliope por un tiempo y al final me reconcilié con ambas partes de mi. Aunque si soy sincera, me siento un poco más como Caliope la mayoria de las veces.- Confesé.- Te darás cuenta con el tiempo.- Cambié de tema.- ¿Cómo te sientes?
Max sacudió la cabeza.
- Confundido.- Se señaló el pecho.- Fui apuñalado... También me siento traicionado y algo dolido, aunque creo que hasta cierto punto era mi culpa.- Suspiró.- No sé, hay mucho que pensar.
- ¿Apuñalado? - Pregunté.- ¿Por quién?
- Idara...- Murmuró. Levanté ambas cejas, no me lo esperaba. Creí que lo amaba demasiado, tal vez había alguna buena explicación para eso.
- Bueno, no eres el único.- Levanté mi taza en su dirección.
- Los libros...- Dijo.- Los libros de historia decían que fuiste decapitada por Cayden, ¿Eso es cierto?
Asentí.
- ¿Qué fue lo que pasó después de mi muerte?- Su pregunta me hizo morderme el labio.
- Es una larga historia.- Murmuré.
ESTÁS LEYENDO
Villanos (La guerra eterna parte III)
FantasyCulpables. La historia siempre buscará culpables. Maxwell lucius Arscorth se convirtió en el rey de los vampiros, sentándose en un trono construido en sangre e iniciando una cadena de muertes sin sentido, tiranía y traiciones. Caliope Montefher Vari...