Capítulo 43

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Caliope

Él se fue antes del amanecer, seguía drogado y apenas se acomodó su ropa para salir, yo me quedé desnuda abrazando mis piernas en medio de temblores y sollozos silenciosos, no me atreví a hacer más ruido. No tenía caso.

Quería morir.

Necesitaba morir.

Ya no podía seguir soportándolo, no podía seguir siendo fuerte. Ya no quedaba nada de mi misma, ¿Quién era Caliope Montefer? ¿Una villana sin escrúpulos? ¿Una tirana? ¿Una niña asustada? ¿Una mujer que no tenía valor? La luna era una acompañante cruel y silenciosa desde el cielo, pendiente de mis desgracias. 

El sangrado no se detenía y pronto comencé a ver borroso, sonreí. Feliz con la idea de abrazar a la muerte, pero sentí que alguien colocaba una capa encima de mi cuerpo desnudo y me abrazaba, abrí mis ojos pero solo veía con gran esfuerzo una trenza pelirroja. Sentí una mano cubrirme eliminando mi visión por completo.

- Tranquila...- Era una suave voz femenina.- Quédate conmigo y trata de respirar.-  Ella puso algo sobre mis labios y vertió el liquido sin avisarme, tragué con esfuerzo, gran parte se deslizó fuera de mi boca, sabía a sangre, pero... de inmediato mi cuerpo dejó de sentir dolor y fue reemplazado por un adormecimiento que me daba paz. 

La sentí acariciarme el cabello y luego detuvo su mano en mi cabeza, sentí que los pensamientos brumosos se aclaraban, era casi como el efecto que Max creaba en mi, como si lo absorbiera ella sin afectar su propia mente, pero aún quedaba un pequeño rastro de mi locura, ella no podía salvarme de eso.

- No es mucho, pero...- Su voz tembló.- Es lo único que puedo hacer, lo siento.- Me dejó nuevamente en el suelo y la sentí alejarse hasta que su presencia se perdió por completo. Asumí que probablemente era una sacerdotisa que se apiadó de mi, pero el rastro que dejó sobre mi cabeza era realmente muy similar al de Maxwell. 

Lo olvidé cuando me sumí en un sueño más tranquilo, sin dolor. Esa fue la primera y última vez que ella apareció en mi vida. 

Nadie vino después de esa noche, me di cuenta de que los días pasaron por la cantidad de noches que vi levantarse y caer, a los veinte días me di cuenta que estaba embarazada y era casi un milagro en si mismo porque no me había alimentado ni tomado nada en todo ese tiempo y aún así comencé a tener nauseas en las mañanas hacía cinco días y a pesar del frío que hacía todas las noches, comencé a sentirme cálida, había un tipo de energía nueva en mi cuerpo, sería un o una usuaria del fuego. Me sentí en conflicto cuando lo supe, porque era producto de que Cayden me tomara por la fuerza, debería odiarlo y quererlo fuera de mi cuerpo, pero no era así, me sentí en su gran mayoria triste porque no estaba segura si podía darle si quiera el regalo de la vida, era una mujer rota y condenada.

Agradecí a esa desconocida haberme quitado parte de mis demonios, mis pensamientos en ese momento solo conducían a la muerte, hubiera tomado mi propia vida a la mañana siguiente o los días que siguieron, pero esperé pacientemente a que vinieran a acabar conmigo y eso me hizo darme cuenta de la vida que esperaba. La tristeza que me embargaba no había cambiado y todavía lloraba la mayor parte del tiempo aferrada a la capa que cubría mi desnudez. 

Pasaron otros cinco días y yo apenas podía mantenerme erguida en la orilla de la celda, tenía demasiada hambre, pero estaba demasiado débil como para moverme siquiera. Me abracé a mi estomago. 

- Perdón.- Le susurré.- Tienes una inútil madre.

Escuché pasos y me puse alerta, era Cayden, bajo y me vio con expresión indescifrable por un momento y luego escondió sus emociones por completo. 

Lo miré en silencio. 

- Tu ejecución será mañana.- Dijo y se dio la vuelta para irse, pero lo detuve, mi voz salió ronca y cansada.

Villanos (La guerra eterna parte III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora