XIV. Instinto animal

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*Paralelamente, Casa de Elena*

Los primeros rayos se filtraron por la ventana, despertando al guapo doctor, quien se levantó sin hacer ruido y se dirigió a la cocina para hacer algo de desayuno.

Estaba tan sumergido en sus pensamientos que no se percató de la presencia que lo observaba hasta que Elena lo abrazó por detrás.

Estaba tan sumergido en sus pensamientos que no se percató de la presencia que lo observaba hasta que Elena lo abrazó por detrás

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–Así que, además de guapo, ¿sabes cocinar? –Lo besó en el hombro.

–Buenos días, hermosa –se giró a besarla– y no sé si sea guapo, pero sí sé cocinar –sonriendo.

–¡Qué modesto me pareces! –Divertida–, ¿alguna otra cualidad que todavía no le conozca, doctor? –Pícara.

–Tengo demasiadas que te faltan por conocer –mirándola divertido.

–¿Ah sí? –Curiosa–, como ¿cuáles?

–Ya las irá conociendo, Srita. Carvajal –acercándose a ella y acariciándole los brazos–, por ahora solo le puedo decir que esas cualidades son para su goce y disfrute –su voz era demasiado sexy.

Ella se mordió el labio, coqueta. –Me parece interesante, me iré a dar una ducha mientras usted termina su desayuno, no quiero retrasarlo –pícara.

Elena no le dio tiempo de replicar nada más y se fue rumbo al baño. Heriberto sonrió al verla marchar contoneando su figura.

Apagó el fuego del desayuno y fue detrás de ella, el Congreso podría esperar.

Subió al segundo piso y escuchó la regadera, se desvistió y se adentró encontrándola de espaldas a él.

Subió al segundo piso y escuchó la regadera, se desvistió y se adentró encontrándola de espaldas a él

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Se metió en silencio y la abrazó besándole el cuello. –¿Me invita a su baño, Srita. Carvajal?

–Me espantó doctor –riendo–, pero es más que bienvenido –girándose a verlo de frente y rodeando su cuello sonriente.

–Me espantó doctor –riendo–, pero es más que bienvenido –girándose a verlo de frente y rodeando su cuello sonriente

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