LXIV. El Karma y El Universo

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Victoria respiró profundo al darse cuenta que era la caligrafía de su hija y comenzó a leerla.

Hola mamá...

Sé que quizá mires esta carta con los ojos cristalizados al pensar en mí, pero no quiero saberte triste. Hoy que estoy escribiendo estas líneas, suspiro con nostalgia al pensar en toda nuestra vida juntas, una vida que tristemente llegó a su fin, porque si estás leyendo esta carta en tu cumpleaños es que no me encuentro más a tu lado y no sé si han pasado semanas o solo días desde mi partida, pero no quiero que, al leerme, te sientas triste, por el contrario. Sé feliz de saberme bien y en paz.

Créeme cuando te digo que no puedo estar mejor. Sé que no pudimos tener esta conversación en vida, pero me he ido feliz, dichosa y muy tranquila porque sé que te dejo en muy buenas manos. Te dejo en una familia llena de amor y de alegría. Te dejo acompañada de unos hermanos preciosos que tuve la dicha de conocer, así haya sido por un corto tiempo y sobre todo, te dejo con la seguridad de que tendrás una vida llena de momentos maravillosos.

Sé bien que eres muy feliz ahí y estoy segura que con mi partida, no saliste huyendo. Debo admitir que tenía dudas de que te quedarías, pero algo me dice que sigues al lado de ese hombre que ha sido capaz de ponerte el mundo de cabeza por completo con tal de sacarte una sonrisa.

Mamá... Hubiera dado lo que fuera, realmente lo que fuera por celebrar este cumpleaños contigo, pero no se me concedió, aunque debo admitir que también llegué a sospechar que me iría antes de darte este regalo.

La caja en la que encontraste este sobre tiene unos documentos muy importantes y muy valiosos, pero antes de que los revises quiero que sigas leyendo estas líneas...

Previo a escribirte todo esto, tuve una plática muy larga con Ernst y con Amaia. Ese par resultó ser un regalo de la vida para ambas y nunca dejaré de agradecerles todo lo que han hecho por nosotras, pero principalmente lo que han hecho por ti.

Ernst fue un pilar en el último tramo de mi vida, mamá. Sin él... quizá esta historia hubiera tenido un final más rápido y mucho más amargo. Gracias a su tenacidad y sus conocimientos, logramos extender mi tiempo en este mundo por muchos meses más de los que se creían posibles. Su intempestiva llegada a tu vida fue lo mejor que nos pudo suceder, ahora lo tengo claro.

El universo siempre es sabio.

Por si eso no fuera suficiente, el universo nos trajo otro regalo tiempo después y fue la llegada de Amaia... a esa mujer le debo mucho, nunca podría pagarle lo que hizo, mamá. Gracias a ella, hoy puedo decirte que me voy en paz, en una dicha y una tranquilidad que todavía no puedes dimensionar. Amaia me regaló algo que me dio la calma y la serenidad para marcharme dejándote aquí sin mí, porque tuve la certeza de que ya no me necesitarías como tú creías o sigues creyendo aún.

Alguna vez te lo dije, nunca dejaré de agradecerle al universo que me permitiera vivir mi vida completa con mi madre a un lado, eso es un privilegio que pocos pueden tener y lo agradezco, infinitamente.

Ha sido un ciclo lleno de muchos altibajos, pero, sobre todo, de muchas mentiras y miedos, mamá. Quiero que dejes eso de lado para siempre y ahora te dediques a ser muy, muy feliz, te lo mereces.

Sé que has cambiado en muchos aspectos, te has permitido vivir de un modo que nunca me imaginé que podrías y todo eso es producto del amor tan grande que sientes por Heriberto y por mis hermanos, nunca los abandones y no les mientas, ellos no lo merecen.

Ese doctor guapo al que llegué a ver como a un padre, vale su peso en oro, mamá, no lo traiciones nunca, por favor. Mira que el universo te escuchó... ¡vaya que sí te escuchó!

InmortalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora