VI. Preparando la mudanza

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*Hospital*

Heriberto llegó flotando al consultorio, bueno, eso sentía él y para el personal que estaba acostumbrado a verlo desde hacía unos meses ahí, le parecía interesante la actitud del doctor en los últimos días.

–Hombre, otra vez con la mente perdida –lo jaló Diego a su consultorio.

–No puedo evitarlo –sonrió.

–Definitivamente –reconoció sorprendido su amigo–, por lo que veo tu idea extraña de llevarla a ver ruinas de historia sí funcionó.

–Es una mujer fascinante –se dejó caer en el sofá.

–Ten cuidado, Ríos Bernal, te estás ilusionando con una idealización de alguien que no conoces bien y eso es peligroso.

–Lo dudo –suspiró–, es una mujer auténtica, ¿sabes? No se anda con rodeos ni tiene facetas o poses de diva. Además, es atrevida, irónica, hermosa...

–¡Estás insoportable, amigo! –Burlándose–. Definitivamente necesito conocer a la dueña de tus desvelos y tus cursilerías para confirmar con mis propios ojos que no te estás ilusionando en vano.

–Te la presentaré si todo sale bien en la cena del viernes.

¡Ah!, ¿habrá cena el día viernes? –Burlón.

–Sí, aceptó ir al departamento, así que no sé qué hagas, pero tienes prohibido aparecerte por allá.

–¿Y dónde piensas que voy a dormir, Ríos Bernal? –Indignado.

–Estoy dispuesto a pagarte la habitación del hotel que quieras con tal de que me dejes en paz por el viernes después de las 7:00 de la noche –sonrió.

–Nada más porque te veo muy mal, voy a decir que sí, pero tienes que convencer a Fer de que acepte cenar conmigo –sentenció.

–Eso es jugar sucio –le advirtió–, ¿pretendes que soborne a mi amiga para salir contigo a cambio de que te vayas?

–Es eso o aceptar que haga mal trío el viernes en tu cena, escoge –divertido.

–Eres de lo peor, tú ganas, yo me encargo de que Fer acepte salir contigo.

Diego sonrió triunfante y divertido, al final, ambos tendrían su cita de ensueño.

*Biblioteca*

Cristina terminó su jornada y se despidió. –Hasta mañana, chicos.

–Adiós, Cris –se escuchó en coro.

Al salir, el fresco erizó su piel y se colocó el abrigo para encaminarse de vuelta a casa, tenía mucho por hacer.

Llegó a la casa y notó que Odín se estaba comportando un tanto extraño, parecía que no quería comer ni moverse mucho. –¿Te sientes mal, cariño?

El perrito se encontraba silencioso y recostado en el piso a un lado de ella.

El perrito se encontraba silencioso y recostado en el piso a un lado de ella

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