XXIV. Recuerdos amargos

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–¿Qué está pasando? –Curiosa.

–Sí, sí se trata de una mujer, no es Leonela, pero no estamos seguros de qué tipo de mujer sea, Susy –reconoció Fernanda.

–Por lo que veo no te agrada.

–No, no la trago, pero tampoco la conozco.

–¿Entonces?, no entiendo –desconcertada.

–No es importante –intervino Diego–. Fernanda tiene ideas preconcebidas sobre esa mujer, pero la realidad es que jamás la hemos tratado.

–¡Deja de tratarme como loca! –Espetó con coraje–. Susy tiene derecho a saber qué está pasando y qué pienso sobre esa mujer, ya será decisión de ella qué pensar sobre la tipa.

–No empecemos, Fer –pidió Gabriel–, ya habíamos hablado de eso.

–Sí, lo hablamos, pero sigo sin estar convencida de la teoría de ustedes ni de mantenerme al margen.

Susana intervino. –A ver, voy a necesitar un poco de contexto para entender qué discusión es esta, ¿qué sucede?, ¿es mala esa mujer?

–No podemos afirmarlo o negarlo con certeza –se adelantó Diego.

–Pero sospechamos de ella –intervino Fernanda.

–¿Por qué?

Fernanda procedió a comenzar el relato de lo que había ocurrido durante el último mes con el investigador antes de que Gabriel y Diego pudieran detenerle la lengua.

–No puedo creerlo –señaló Susana–. Lo que más me intriga es que mi hermano haya decidido escucharla, ¿creen que lo haya convencido?, ¿tienen las fotos de las que hablan?

–No, ya no tenemos fotos, unas se las quedó Heriberto y las otras se las aventamos a esa zorra en la cafetería –señaló Fernanda.

–¿Es bonita? –Curiosa.

–Es hermosa –reconoció Gabriel–. Me atrevería a decir que es la mujer más bonita que le he conocido a tu hermano, Susy.

–Sin duda concuerdo con Gabo –agregó Diego–. No la hemos podido ver de frente y con atención en persona, pero las fotografías mostraban una mujer joven y muy bella.

–¡Vaya!, para que digan eso ustedes dos, casanovas, es que realmente mi hermano anda con una modelo –divertida–, pero no puedo evitar sentir la misma duda que Fernanda.

–No dejes que te contaminen sus miedos –pidió Gabriel–. Ya le dijimos varias veces que debe darse la oportunidad de conocerla y que no puede juzgarla así, no conocemos su historia, ¡es más!, ni siquiera estamos seguros de que sepa quién es Guillermo Quintana, probablemente Heriberto no le ha contado.

Susana se quedó pensativa por unos instantes mirándolos.

–¿Saben dónde vive? –Preguntó de momento.

–Sí.

–¿Me llevarían a saludar a mi hermano? –Cuestionó con un tono de travesura.

–No sé qué tan buena idea resulte eso, Susy –intervino Gabriel–. Ni siquiera sabemos si se arreglaron o si él sigue en esa casa con ella.

–No importa, vamos a intentarlo, si mi hermano se fue, ¡qué mejor!, pero si no es así, quiero conocer a esa misteriosa mujer. Me siento muy intrigada con la descripción que me dan de ella y la historia que me han contado.

–Si ellos no quieren llevarte, yo sé llegar –señaló Fernanda ante la mirada de desaprobación de Gabriel y Diego.

–¡Excelente!, pues vamos.

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