Voz en Puertas

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Inició la clase de pociones y Hermione, que buscaba a Snape sin éxito en el salón lleno, abrió su libreta siguiendo las indicaciones de Slughorn, cuando un trozo de pergamino cayó en la libreta de la castaña; al ver arriba, descubrió que se la dejó Severus al pasar veloz.

Él fue a su pupitre, llegando tarde de nuevo; no lo liberaron del Wizengamot a las 4:00, sino a las 8:45 am; pasó con Dumbledore, quien lo amonestó fríamente y lo dejó marchar. Apenas tuvo tiempo de asearse y ponerse el uniforme.

Slughorn hizo un comentario sonriente e irónico a su Adjunto, aunque poco menos afable al referir que eran las 9:02 am, mientras Hermione leía la nota de Severus, que compartió con una preocupada Venus:

Buenos días, señorita Granger,

Te ofrezco una disculpa por no haber llegado ayer. No te avisé que necesité salir, pues pensé estar de regreso a tiempo, pero se me complicó.

No tengo excusa. Debí prever, te reitero mi ofrecimiento de disculpas por esta indebida falta a tu tiempo y atención. Lo lamento mucho. No volverá a suceder.

Si estás de acuerdo y todavía te interesa, para mí sería agradable apoyarte.

Podemos vernos en la Biblioteca después de la cena. Veremos lo que necesites, sería una oportunidad para mí.

Gracias.

Snape.

Hermione pensó que de necesitar, lo que necesitaba era verlo... Pero no sabía cómo reaccionar hoy, anticipando que él no daría explicaciones y que ella no iba a buscarle la cara. No obstante, Severus lo solucionó, incluso le agradó el tono formal, educado de él, en estilo barroco para ser considerado. Y con argucia Slytherin infiltrada, pues de algún modo se las arregló para despedirse dando las gracias. Poco más y ella se hubiera sentido culpable.

No estaba enojada. Hacía mucho comprendía qué merecía un enojo y qué, no.

Tuvo cierta decepción al esperarlo porque deseaba entrar en contacto, pues al margen de lo que suponía debía hacer con él, Severus le atrajo en realidad. Cuando hablaron en el aula había sentido emoción con su mirada, su voz, su facciones, y su inteligencia cuando guió el ejercicio de pociones.

En esta nota dictada a la pluma al trotar rumbo al aula, Hermione encontraba que por escrito Snape era solemne, pero agradable, como si liberara una faceta más íntima, a diferencia de su trato arisco habitual, que ella tuvo oportunidad de ver durante las lecciones de ayer.

Al esperarlo infructuosamente anoche, sin saber lo que ocurría, sus emociones estuvieron más teñidas por la inquietud de un vago presentimiento, y por la historia que le contó Venus, quien apareció a acompañarla. Ella le platicó la historia de Severus con Lily Evans y el acoso de los Gryffindor, que era sabido del colegio. Su nueva amiga Hufflepuff se mostraba interesada en ayudar, como habiendo decidido luchar por la felicidad no tanto de Hermione, sino de su amor platónico.

Por lo demás, ambas simpatizaban. Venus Lovegood era agradable, tranquila, sin sobresaltos. En una parte de la conversación contó a la Gryffindor aficiones, estéticas, bellas, entrañables. Hermione pensó que Severus podría estar muy bien con Venus. Podría serenar la tormenta invisible que se percibía llevaba dentro de él.

La lección del,profesor Slughorn avanzó. Hermione descubría que no tenía interés excesivo por participar en clases, aunque llevaba horas albergando la ilusión de graduarse con excelente promedio. No obstante, eso estaba muy lejos, ignoraba si era posible.

Había argumentado a Dumbledore que no debía hacer la ceremonia del Sombrero Seleccionador, porque se vería ridícula efectuándola a la edad que tenía. Lo convenció de decirse que el Sombrero la eligió sólo con el director presente. Había sido un arranque de fatalismo. No se veía con el aplomo para soportar a Slytherin y confiaba en que su falsa genealogía con los Rosier la ayudara a infiltárseles. Mas la razón verdadera era que no confiaba en graduarse.

Onyx PassionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora