Sombras

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Un frío árido como el que soplaba en los árboles afuera del colegio, invadió a Severus.

Era un frío que llevaba rato insinuándose en su cuerpo, hasta que lo sujetó con sus garras.

Sentado en el suelo, Severus se apoyó en una columna entre muchas bañadas por luz de Luna a través de vitrales, descubriendo que con su último intento, por la debilidad había aparecido en un sitio diferente al que eligió.

Se cubrió el costado con una mano, conteniendo mal la sangre que huía de su cuerpo, dejándole hielo... Respiraba con dificultad, sin tomar el aire suficiente. Aunque el dolor punzaba a latigazos que le contraían un lado de la cara, su expresión era de fastidio. La agonía era innecesariamente larga.

En fin... Creo que no llegaré a la enfermería, ni a ningún lado. No tengo energía para aparecer en el siguiente salón...

Lamentó estar desangrándose en un vulgar suelo.

Dejé la tienda por puro reflejo, pero debí haberme quedado... Serpentine...

Somnoliento, alzó la mirada hacia una ventana y su gris y plata paisaje celeste.

Hermosa Luna, con halo, en ese redondo claro de nubes... Nubes... noviembre... Hermione... Debí besarla antes de despedirme...

Nubes, noviembre, Hermione, antes de despedirme... Nubes, noviembre, Hermione... despedirme...

Se iba, en ese repetir monótono, de rima que sugería un significado a punto de revelarse tras la galería borrosa del tercer piso, distancia de agua en sombras, donde una silueta se definió, lenta, que preguntó:

-¿Severus...? –y gritó, corriendo hacia él- ¡Severus!

Severus regresó, si bien con debilidad:

-¡... Her... mione...!

La castaña se arrodilló a su lado colocando en el piso una alforja, de donde sacó frascos con premura, ceñuda. A Snape le fue urgente decir:

­-¡Perdóname...! Iba a pedirte que huyéramos juntos, pero... -jadeaba, debilitándose- Lestrange... es muy posible que nos maten... A los Slytherin... Si te asocian conmigo sería la misma suerte... Estaba bajo presión... Traiciones posibles... Ultimátum... Nunca me había preocupado por nadie... No supe cómo preocuparme por ti... Quise alejarte para que no peligraras... perdóname...

Resbaló al suelo, al borde del desmayo.

-¡Severus...! –ella metió la mano a la gabardina para ubicar la lesión, y horrorizada sacó la palma embadurnada de sangre.

Por la ventana alta pasaba luz de Luna, cuando ella lo sentó de nuevo. Tenía menos de un minuto.

-Señorita Granger... Hermione... -susurró él.

Ella apartó la gabardina, revelando una enorme mancha oscura entre el tejido quemado del suéter. No había que limpiar. La versión de díctamo que preparaba, arrasaba con todo.

Severus negó con la cabeza, posiblemente pensando que hacía más bien muerto que vivo:

-No quieras salvarme, señorita Granger... Mi camino está decidido hace mucho...

-Calla –la Gryffindor se dedicaba a mezclar el contenido de los frascos; lo había hecho bajo presión, pero no con alguien tan importante para ella.

-No te embarques conmigo... -susurró él- No saldrá bien...

Hermione agitó el frasco, testaruda, analizándolo a trasluz.

-Ésta es la parte dolorosa –lo encaró, tajante-. ¿Estás listo?

Onyx PassionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora