-LA GUERRA ESTÁ PERDIDA –ANUNCIÓ DUMBLEDORE.
En la fría oficina, Hermione no entendió al primer momento la rotunda afirmación.
¿La guerra? ¿Perdida? La castaña no halló cómo organizar eso. Sí, la verdad es que las cosas no andaban bien desde el año pasado. No solo la infiltración del Ministerio por parte del Señor Tenebroso: también la Orden comenzó a perder terreno. Ya no podías viajar libremente, ni con la relativa seguridad de la época posterior al Torneo de los Tres Magos. Hoy había zonas donde por la proximidad mortífaga te identificabas para cruzar, como en las barricadas de Little Whinging, y existían muchas poblaciones y bosques prohibidos por el abierto dominio mortífago, como Cokeworth. Pero aunque se esperaba recuperar eventualmente ese territorio, la región libre se achicaba. Las zonas alrededor de Hogwarts estaban libres, así como Hogsmeade. Pero Hermione no se engañaba. Era muy posible que en unas semanas hubiera una evacuación masiva del Valle de Godric, amenazada por las hordas del enemigo.
Pero la guerra, ¿perdida? Eso era extremo. Para empezar estaba Harry. Su sola existencia era garantía de supervivencia por lo menos para el siguiente año si se le consideraba fríamente. Y si bien era cierto que el castillo recibía ataques esporádicos, existían planes y oportunidades.
Tal vez para remarcar su punto, cuando Hermione llegó al despacho luego de cruzar corredores silenciosos y oscuros para confundir ataques aéreos, Dumbledore la llevó a la ventana.
Oyéndose un tam-tam lejano, Dumbledore y Hermione asomaron hacia un cielo nocturno, azul gris sucio, bañado de relámpagos que crujían revelando más de treinta Marcas Tenebrosas que se perdían a la distancia, en desorden, plagando el cielo.
Aquello manaba un aire de fatalidad.
Hermione había tenido sus propias preocupaciones, por su familia, por Harry, por ella misma, pero le fue más importante confirmar una sospecha que nadie se atrevía a formular en voz alta: El curso de la guerra no los favorecía.
También era preocupación por Dumbledore. Él le había mostrado la mano herida y a grandes rasgos comentado el pronóstico. También era preocupación por esta revelación que insinuaba el Fin del Mundo, dicha por el director con lúcida resignación. Esa información solamente la habría compartido con McGonagall, los profesores y quizás desde ahora con los prefectos. O eso pensó ella, porque la había llamado a su despacho, haciéndola salir del Gran Salón donde los alumnos dormían concentrados por los continuos ataques nocturnos.
-La guerra está perdida –repitió Albus, como si eso fuera todo.
Hermione parpadeó. Dumbledore la llevó al mapa sobre el escritorio.
Los datos que todos tenían como rumores o noticias inciertas se articulaban en el mapa geográfico. Sobre el pergamino, el territorio del mundo tenía una animación: se moteaba de puntos rojos, mostrando las zonas bajo control mortífago.
El mapa cambiaba. Las motas duplicaban su número, se unían con otras, creciendo, hasta formar grandes manchas que se extendían sin control, uniéndose.
Se adivinaba que la mancha roja ocuparía todo el mapa, dejando a Hogwarts al final.
-Ocupar espacio físico es la forma más burda de hacer la guerra, es la forma muggle –comentó Dumbledore.
-Pero es eficaz –puntualizó ella, atenta al mapa, asombrada, viendo una promesa macabra.
-Lo es –confirmó Dumbledore, demabulando por el despacho-. Nosotros no tenemos cosas como fuerzas armadas. Pero el enemigo sí, aunque sean hordas, incluso es peor porque destruyen todo a su paso.
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Onyx Passion
Fiksi PenggemarLa guerra está perdida. En un viaje por el tiempo sin retorno, Hermione buscará seducir a Severus para orillarlo a que mate a Ryddle. Ella se sumerge en la pasión oscura del ser incomprendidos, la soledad y el amor.