Zafiro y Humo

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«Snape conocía más maldiciones cuando llegó al colegio que la mitad de los chicos de séptimo año, y fue parte de una banda de estudiantes de Slytherin que luego se transformaron en mortífagos.»

—Sirius Black habla de la banda de Severus Snape (Reproducido de HPW)


Esa misma tarde, el encendedor de plata con el escudo de Ravenclaw chasqueó, encendiendo el cigarrillo en los labios de mujer, pintados de azul zafiro.

La flama reveló ojos grises y cabello negro muy corto, en pixie, de la auror que remataba su ropa negra con un largo abrigo de cuero azul.

Exhaló el humo del cigarrillo.

La lluvia caía perezosa en ese oscuro y sucio callejón de Knockturn.

Otros aurores patrullaban la calle adyacente, donde brillaban Lumos blancos y rojos, mientras salía humo negro de una rota ventana superior.

La guerra recrudecía y los enfrentamientos con mortífagos eran más violentos. Los aurores de la Oficina habían recibido autorización para usar Maldiciones Imperdonables contra los rebeldes.

Esta auror, que había participado en el enfrentamiento dentro del edificio, tenía a tres Slytherin de chamarras y botas negras, con piernas separadas en el suelo y manos contra el mojado muro de la estrecha callejuela. Los habían detenido por rondar el operativo en el departamento de arriba, donde Mulciber acababa de escapársele a Alastor Moody.

-¿Cómo están, muchachos? –ironizó ella.

-Bien, agente Fitzyork –respondieron lentamente, dos de los estudiantes.

Ella asintió.

Isis Fitzyork había sido reclutada por el Departamento de Seguridad Mágica tan pronto se graduó de Hogwarts. Por sus calificaciones en los EXTASIS y su perfil de habilidades destacó rápidamente, al grado que se le consideraba candidata para la rama de Magos Golpeadores.

Emparentada con los Black, era de acuerdo con los cálculos habituales de los Sagrados, cincuenta y cinco por ciento sangre pura. Y detestaba a los supremacistas mágicos y a sus simpatizantes. Fumaba a la muggle para incordiar a los intolerantes.

Como éstos. Caminó lentamente a sus espaldas, identificándolos. La llovizna seguía.

-Fénix Rosier, Bastian Nott, ¿siempre sí te casarás con tu hermana, para mantener el estatus de sangre limpia? -ironizó- Y... -se detuvo tras el último- Severus Snape. ¿Ya no saludas, galán?

Los peritos estaban intentando identificar a los cuatro mortifagos muertos en el piso superior, aunque sería difícil por sus varitas incineradas y sus caras aplastadas. Y he aquí a Severus Snape jugando con su suerte, por sus desafíos de guardar silencio cuando muy probablemente él y los otros dos habían apoyado a esos mortífagos. Aunque no era claro. No había pruebas.

Tampoco se les podía aplicar legeremancia al ser estudiantes de Hogwarts. Pero sí presionarlos.

-Divirtiéndote con tus amiguitos, ¿eh? -Isis se acercó a Snape por la espalda y dio una calada al cigarrillo-. El estúpido de Malfoy y la perra Black –soltó el humo cerca de una oreja de él–. ¿Qué buscan tú y tus veintitantos Slytherin de la banda, Severus? ¿Convertirse en mortífagos, eventualmente?

La llovizna era pertinaz.

Dos agentes revisaron a los otros dos estudiantes y ella a Snape, por brazos, piernas y de regreso.

-¿Te duele que te quitaran a la novia? –preguntó Isis, con el cigarrillo en los labios azules, palpando los costados de él– No te critico. Te concedo que James Potter es un idiota. Y el resto de sus amigos. Pero creo que no los matas porque no te animas. Creo que desde tercer año podías mutilar a los de séptimo usando maldiciones. Ahora, a los dieciséis...

Onyx PassionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora