Vías Paralelas

96 11 0
                                    

Hermione corrió por el pasillo intentando no hacer ruido, en la idea de saber exactamente a dónde había llegado, incluso antes de buscar a Severus.

-¿Quién es usted? –la detuvo una voz masculina, en la vuelta del corredor.

Al encararlo, se contuvo de decir su nombre ante la expresión de extrañeza e incomodidad de él.

-Se... Señor... -corrigió ella.

Severus Snape, un adulto rayando los cuarenta, se posó una mano en la cintura y alzó una ceja.

-¿Su nombre? –inquirió él.

No la conocía.

Quiero irme, pensó. No hay más viajes, pero no permaneceré en este Hogwarts, sea el que sea.

Aun así, respondió:

-Hermione Granger, de la Casa de Gryffindor.

La luz de las ojivas acristaladas a ras de suelo, rebotaba como neblina de luz en ellos dos.

La castaña tuvo tanta añoranza... ¡Para ella era Severus, quizás uno en el océano, pero como era cuando dejó de verlo, al inicio de su travesía! Un arreglo en su mente la conducía no sólo a verlo como al que conoció primero, sino a fusionarlo con el Severus de sexto grado, el que acababa de abandonar contra su voluntad.

No obstante, la reacción inmediata de él fue de desenmarañar un embrollo y Hermione se descorazonó cuando él dijo, con aire acusatorio:

-No tenemos una alumna Hermione Granger.

Oh... Lágrimas acudieron a los ojos de ella, contemplando a Snape con desolación.

Así que la Rueda la trajo al número donde todos pierden.

-¿Puedo preguntarle en qué año estamos? –dijo ella.

-Lo siento –él se puso serio-. No soy un calendario.

-¿La guerra contra el Innombrable, sigue? –quiso saber, para ubicar el mundo.

-¿Está usted burlándose? –Snape puso mala cara.

Ella asintió, dando unos pasos hacia atrás. Si eso era lo único que había de Snape en este mundo, ella no lo tomaría.

-Tiene razón, lo siento, llegué por error. Me marcho –tomó su varita.

Snape alzó el índice, con otra seriedad.

-Un momento –susurró- No es tan sencillo.

Ella desdeñó y siguió con el pase, pero la varita salió de su mano y fue a la de él.

-Tenemos el problema que usted fue encontrada en los terrenos del colegio Hogwarts, sin autorización, y menos pertenencia –aclaró Snape–, y es una persona desconocida que hace preguntas extrañas. Sospecho que se deberán hacer comprobaciones.

Hermione no sabía si reír, llorar o fastidiarse.

-Haga lo que le plazca –respondió.

Fue al lado de Snape, cautiva sin cadenas, pero atenta a la oportunidad de escapar.

-¿Hay algún problema en que me responda? –insistió Hermione, amable pese a la petición; si no era alumna en este colegio podía obviarse el tratamiento "señor, profesor", que a estas alturas, en la realidad que fuese, ya no le significaba nada. Esa nada se sumaba a un alud de emociones.

La castaña llevaba rato luchando contra el deseo de abrazarlo, pero recordándose que él la rechazaría por ser una extraña; haciéndose a la idea que no volvería con Severus de sexto grado. La enormidad de esa pérdida la rondaba, y sabía que en unas horas calibraría la realidad de algo que por ahora la embotaba. Despertaría en la noche, entendiendo que lo había perdido.

Onyx PassionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora