Capítulo 13. ¿Entremos juntos?

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Sebastián estaba complacido con esa bella mujer, de verdad él ¡Se había enamorado de ella! Ya que su corazón sentía tanto amor y deseo de protección hacia ella —Sí Sofí preciosa ¡No haré nada! –le aseguró, mientras que con sus brazos la abrazaba con mucho amor —Ven aquí cariño mío.

Después de ese beso impulsivo de Sofía, ella se reprochaba mentalmente sintiendo como Sebastián la abrazaba cariñosamente —¿Cómo es posible que me atreviera a besar a mi jefe de esa forma? ¡Maldición! Su cuerpo fuerte me está volviendo loca ¿Por qué debo hacer estas cosas? Sofía ¡Eres una impulsiva!

Pero Sebastián tenía su libido tan alto, sintiendo que pronto podría salir a relucir, él la tenía en sus brazos, él respiraba su olor tan fresco, un olor que le llenaba de paz, trataba de contenerse lo más posible, pero era casi imposible hacerlo, como hombre estaba tratando de resistirse a la tentación, pero era una gran tortura para él.

—Sofía –la llamaba con una voz sumamente ronca, una voz llena de excitación.

—¡Hum! –hizo ella ese pequeño sonido.

—¡Lo siento!

Cuando ella escuchó eso preguntó —¿Por qué? –después de responder, solo sintió como los fuertes brazos de Sebastián la volteaba y sin previo aviso sintió el cálido beso, el beso repentino la tomó desprevenida, era un beso caliente, contundente y dominante, él introducía su lengua sin ningún permiso, ella se resistía pero esa resistencia en el fuerte agarre de él fue una lucha innecesaria ya que poco a poco, su cuerpo perdió fuerza para dejarse besar y abrazar por él —Sebastián –la voz de Sofía era suave y con un toque de excitación—Sebastián por favor, debes parar.

—Sofía, mírame... –pidió él con un toque de dominación, pero muy mimoso.

Ella miraba sus hermosos ojos, con sus brazos sosteniendo su pecho respiraba agitadamente, detallando la mirada amorosa del hombre que tenía al frente —¿Por qué estás haciendo esto? –preguntó ella.

—Me gustas Sofí y no lo digo para que sientas que solo serás otra más, no soy así... Siento que deseo estar contigo siempre, poder protegerte, amarte y mimarte el resto de mi vida, eres una mujer realmente hermosa, carismática, quiero protegerte cada vez de que te veo triste o llorando, quiero saber todo de ti, déjame conocerte más Sofí, déjame ser tu hombre toda la vida.

La repentina confesión de él dejó una rafa de amor inundar el corazón de ella, sus dudas de repente dieron flores —¿Por qué? Si yo no soy nadie especial Sebastián, a partir de mañana serás mi jefe, cómo voy a mirarte todos los días y pensar que nada pasará, no puedo, ahora mismo tengo muchas metas y una es mi padre.

—Confía en mí, jamás te haría daño, déjame que lo intentemos ¿Quieres intentarlo? –preguntó casi rogándole a ella.

Ella por su parte detalló esas facciones tan hermosas y duras, pero a la vez suaves, esos ojos llamativos, uno azul como el profundo océano, pero al mismo tiempo como ver al brillante cielo, su otro color verde esmeralda como un inmenso paraíso escondido en él, que produce una apariencia atrayente y misteriosa, pero a la vez relajante.

—Yo... ¡Soy Virgen! –confesó con una leve vergüenza girando el rostro hacia la derecha.

Sebastián por una parte quedó feliz de saber por boca de ella que él sería su primer hombre, algo que para los hombres es una gran dicha —¡Pequeña mía! Lo sé, por eso no quiero hacerte daño, quiero que te entregues a mí cuando estés lista, quiero que tú primera vez sea especial para que la recuerdes, mejor dicho, para que la recordemos siempre, sobre todo cada vez que mis besos así lo deseen ¡Sofía! te quiero para mí y solo para mí.

Jefe Cruel y su DamiselaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora