Capítulo 20. Un beso.

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La cena de Sofía y Alessandro terminó con ellos dos conociéndose un poco más de forma agradable, los dos se dirigieron a los estacionamientos, ya que Alessandro llevaría a Sofía a su apartamento, a las pocas horas llegó el automóvil de Alessandro al frente del edificio de ella.

—Gracias por la cena, estaba muy deliciosa y fue agradable conocerte más.

—Gracias a ti porque la aceptaste y sobre todo porque pude conocer más de ti, mañana te parece bien si te recojo para irnos juntos al Corporativo Lucifer, debo reunirme con Dominic.

—Bueno, creo que está bien.

Alessandro acompañó a Sofía hasta la puerta del apartamento como todo un buen caballero.

—Gracias por acompañarme hasta acá arriba.

—Sofía, es mi obligación como tú prometido –Alessandro agarró las manos de ella que estaban un poco frías, él la acercó a su cuerpo y la abrazó mientras se acercaba a su oreja para decirle —Me fascina tú olor y esos brillantes y hermosos ojos como dos pequeños ámbar.

Sofía se estremeció un poco por la voz gruesa y firme de Alessandro —Bueno será mejor que yo entre y tú te vayas, ya es tarde –dijo ella ruborizada y llena de vergüenza ya que en su mente solo estaba un hombre maravilloso de ojos azul y verde.

Alessandro le alzó la cabeza para que ella lo mirara, pasando con mucha sensualidad su dedo pulgar por sus labios, ella quiso quitar el rostro, pero él no se lo permitió —Sofía eres realmente hermosa –después de decir eso, él la besó en los labios, fue un beso suave, sin introducir la lengua ni nada, simplemente un beso tocando los labios de cada uno —Que tengas linda noche, paso por ti a las 7:00 a.m.

Sofía quedó sorprendida por ese beso, se tocó los labios con suma vergüenza y más porqué ella estaba pensando en Sebastián, abrió la puerta de su departamento todavía conmocionada por el beso, dejó a un lado sus tacones y el bolso, entró en la habitación sin prender la luz, ella, no se fijó en el hombre dormido en su cama, entró al baño a darse una ducha. Salió con la toalla puesta, busco una piyama de seda fresca y se metió a la cama, una vez adentro, se dio cuenta de que en ella había otra persona, exaltada se levantó de la cama, prendió la luz de la mesita de noche y ¡Ahí estaba él! Estaba Sebastián en bóxer dormido plácidamente.

Ella lo miró detallando sus hermosas facciones, se acercó para acariciar su rostro, una tristeza invadió su corazón al mirarlo, ella desde mañana no podría darle más la oportunidad de estar juntos, porque eso solo pondría en riesgo la vida de su padre, armándose de mucho valor se puso de pie, le dio un beso en los labios antes de irse, pero ese fresco beso hizo que Sebastián se despertara, cuando ella se estaba alejando, él actuó rápidamente agarrándola por la mano y con un increíble jalón, ella cayó en sus brazos.

—Pequeña damisela ¿Dónde huis? –con una sonrisa hermosa, se la quedaba mirando, esperando por su respuesta.

—No podía dormir y decidí salir a caminar un rato.

—¿Hum sí? Entonces querías caminar un rato, yo tengo la medicina perfecta para eso –la tomó por la cintura y le dio una vuelta donde ella quedó abajo y él arriba —Dime cariño mío ¿Dónde estuviste hoy?

—Fui a ver a mi padre al hospital, luego cené con un conocido.

—¡Oh! Sí... –las respuestas le complacieron mucho a Sebastián porque esto le demostró que ella era sincera.

Sofía no quería mentirle, así que decidió ser sincera con él, al final esta sería la última vez juntos, lo miró y le preguntó cálidamente —Sebastián ¿Cómo sigue Nana?

Jefe Cruel y su DamiselaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora