Capítulo 57. Lucharemos juntos.

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Cuando Sebastián le dijo esas increíbles palabras, Sofía sentía un amor profundo por él —Sebastián ¿Por qué no puedo recordarme de esos niños hermosos? Esa niña bonita se parece mucho a mí y los niños son la copia tuya y mía ¿Por qué mi memoria no puede recordarlas? Tengo recuerdos vagos de ti y de mí, de un embarazo que siento que sean míos, dime ¿Cómo hago para recordar todo esto? Siento que, si cierro los ojos, mañana no te recordaré y tengo mucho temor de olvidarte, olvidar a esos niños, olvidar a mi papá –ella lo miraba con los ojos llenos de lágrimas y le decía —¿Ayúdame! Te lo suplico, ayúdame a no volver a olvidar esto que siento por ti.

—Mi pequeña y bella damisela, eres el amor de mi vida y no permitiré que olvides a tú familia, lucharemos juntos, pase lo que pase, solo no permitas que nadie nos aleje, no permitas que ese bastardo doctor juegue con tu mente, por esta noche solo ámame por favor, este mundo está hecho para los dos, hoy y aquí, solo ámame –confesó en tono mimoso Sebastián, abrazó a Sofía para luego besarla apasionadamente, su beso era cálido, fuerte y lleno de mucho amor, sus manos grandes y fuertes recorrieron cada centímetro del cuerpo de ella, besando y dejando varias marcas de chupones en su blanco cuello y clavícula, el placer de esa noche era evidente, Sofía se entregó en cuerpo y alma a ese guapo hombre, sus besos hacían que todo su cuerpo se estremeciera del total placer, en un par de segundos ya no tenían ropa y el fuerte cuerpo de Sebastián brillaba con gran fulgor entre las aberturas de la ventana y la brillante luz de la luna, Sofía por su parte, su piel blanca brillaba más que nunca —No quiero volver a perderte Sofía –le dijo entre jadeos de placer y con una voz gruesa y excitada.

—No me pierdas entonces, solo no me vuelvas a perder –dijo una agitada Sofía dejándose penetrar por Sebastián. Esa noche a la luz de la luna en una habitación de cuatros paredes blancas, el amor floreció de nuevo como en los viejos tiempos, Sofía no podía entender qué era lo que pasaba, pero sí podía comprender algo muy claro y era que amaba a este hombre —Sebastián te amo –dijo Sofía que se acomodaba en el fuerte pecho de él acostada a su lado.

—Te amo más Sofía y prometo que mañana no me olvidarás.

Después de decirle eso, Sofía cayó dormida del cansancio y el placer de esa noche, pero esa misma noche, Sebastián tomó una decisión, tomó el móvil y le marcó a Donatello.

—Hermano –dijo Donatello.

—¿Ya está todo preparado? Necesito que Sofía salga hoy de este hospital.

—Sí, ya tengo todo listo, solo avísame para subir y salir con ella.

—Perfecto, sube en unos 20 minutos.

—Listo hermano –dijo Donatello a Sebastián.

Cerro la llamada y dejó el móvil en la mesita de noche que estaba al lado de la cama, besó la frente de Sofía y entre un susurro lleno de amor le dijo —Prometo que mañana no me olvidarás, sino que volverás hacer la Sofía alegre que siempre recuerdo –la volvió a besar y abrazar, se levantó de la cama, se puso la ropa, le colocó la ropa a ella y en esos 20 minutos un toque en la puerta lo hizo abrirla para encontrarse a Donatello vestido con uniforme de enfermero.

—Entra y arregla todo para salir, yo tengo que irme por otro lugar para que no me vean las cámaras.

—Dale, Antuan te estará esperando en la parte de atrás del hospital.

—Gracias Donatello y por favor cuídala.

—Así lo haré.

Donatello y Sebastián se separaron momentáneamente, mientras Donatello preparaba todo para sacar a Sofía y colocar a otra mujer en su lugar en esta misma habitación.

La idea momentánea de Sebastián antes de venir al hospital era que iba a ver a Sofía, pero con la idea de llevársela de ahí a la villa y poder esperar que su madre Eleonor la pudiera volver ayudar.

Jefe Cruel y su DamiselaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora