Capítulo 21. Sorpresas no tan agradables.

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—¡Sofí! Gracias por curar mi herida –dijo un mimoso hombre con una voz suave y tierna hacia ella.

—No ha sido nada –Sofía miraba los ojos hermosos de Sebastián pensando que, si ellos dos estuvieran solos, ella lo besaría, pero estaba Thomas, así que se limitó a ser lo más rápida posible. Cuando alzó la vista, se dio cuenta de la persona frente a ella, con gran sorpresa se levantó con temor a lo que Alessandro podría pensar, este le dio una sonrisa muy agradable para que ella no se sintiera incómoda —Cuanto lo siento, no sabía que el señor Dominic tenía compañía, perdóneme por entrar sin antes haber tocado.

—No te preocupes, creo que es muy eficiente tener una asistente así ¿No lo crees Sebastián? –preguntó con gran entusiasmo Thomas, mientras que Alessandro se sentía molesto.

—Sí lo creo, gracias, Sofía, puedes retirarte –Sebastián se levantó para acompañar a la avergonzada Sofía a la puerta, antes de que ella se fuera, él la besó rápidamente en los labios, un pequeño pero lindo beso en los labios.

Ella se ruborizó con vergüenza, no solo por el beso de Sebastián, sino que ahí estaba su prometido, salió corriendo a su oficina con la esperanza de que Alessandro no haya visto ese beso.

Un par de horas después, salió Alessandro riéndose con Sebastián porque habían firmado con todo éxito el acuerdo de trabajar juntos, para la venta de piezas de refuerzo automovilísticos, mientras salían Sebastián le pidió a Alessandro que lo esperara porque iban a ir almorzar juntos, Alessandro aprovechó para ir a la oficina de Sofía, entró sin pedir permiso, ella estaba frente a su escritorio de espaldas, no sintió cuando alguien entró, él viendo su esbelta figura y gran trasero se acercó a ella y la abrazó fuerte, pegando su cabeza en su hombro diciéndole tan cerca a su oído —Me estaba muriendo de celos al verte agachada cuidando de Dominic.

El aliento a menta y la fragancia de él, la hizo girar la cabeza para mirar Alessandro y disculparse, pero este la besó apasionadamente aferrándose a su cuerpo, estaba tan enojado que solo quería besarla, después de besarla la soltó y le dio un dulce beso en la frente.

Sofía se sentía aturdida por la acciones de Alessandro, pero solo podía disculparse y sentirse menos tonta —Discúlpame Alessandro, no quiero que pienses que el señor Sebastián me interesa –¡Mentira, claro que me interesa! Era lo que pasaba por su mente —Es que se cortó y me asusté, por eso corrí en busca de un botiquín.

—Cariño, no debes darme explicaciones, confío en ti, como tu futuro esposo confió en ti –él la sostenía en sus brazos, abrazándola después de ese amargo momento, ahora estaba más tranquilo porque la besó y ella no se resistió, simplemente lo aceptó —Sofía, nos vemos esta noche, quiero que me acompañes a una cena importante, eres mi futura esposa, en la noche pasaré por ti a las 8:30 p.m.

—Está bien, estaré esperándote –Sofía no le desagradaba Alessandro, la verdad era un hombre amable y guapo, pero no sentía todavía amor por él, solo una pequeña atracción, ella tomó la iniciativa de acercarse y darle un beso en su mejilla, como era más alto que ella aun con tacones, tuvo que ponerse en puntillas y le dio el beso.

Alessandro se alegró por la iniciativa de ella, que le correspondió el beso, la soltó y salió de la oficina como si nada hubiera pasado —Nos vemos en la noche cariño mío.

Justo al decir eso, salió Sebastián de su oficina, por suerte no había escuchado nada, pero si vio que Alessandro estaba mirando a Sofía con una sonrisa, ella también le respondía con otra, dudo un poco en su corazón por esa interacción, que simplemente caminó diciéndole a Alessandro —¡Vamos! –ignoró la molestia en su corazón por ahora, pasó por la oficina de Sofía y no la miro, ella no se dio cuenta de esto, así que siguió en lo de ella, cuando estaba subiendo el ascensor, él le dijo a Alessandro que bajara que se le quedó el móvil en la oficina, como Alessandro no encontró eso raro, bajo sin problema, cuando las puertas se cerraron, Sebastián caminó para la oficina de Sofía, entró sin tocar, ella estaba sentada en su escritorio leyendo unos archivos importantes, muy concentrada, que no se dio cuenta de la entrada de Sebastián. Este se acercó a ella dándole vuelta a la silla para mirarla más de cerca, colocó ambas manos en los respaldo de la silla. Estaba algo furioso por ver a la mujer que ama sonriéndole a otro hombre, iba a decirle algo, pero solo hizo lo siguiente —Sofí cariño mío, quiero agradecerte el que me hayas curado la herida de la mano –antes de que ella le dijera algo, él la besó, un beso fuerte y con algo de molestia por sonreírle a otro hombre, este era el castigo para ella.

Jefe Cruel y su DamiselaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora