Capítulo 2. Encuentro no tan bueno.

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Cuando Sebastián terminó todo en su villa, salió de la misma, afuera estaba aparcado un elegante vehículo, era un Roll Royce Ghost último modelo del año, color negro, en el volante iba su fiel chofer Donatello Slobeck y al lado su hermano mayor, su mejor hombre de armas, su gran mano derecha, confidente y sobre todo mejor amigo, además de ser uno de sus mejores asistente, ese era Antuan Slobeck. Sebastián al ser un hombre de grandes negocios, tiene una infinita cuadrilla de hombres a su disposición, muchos subordinados, pero puede contar con sus dedos, a sus verdaderos amigos, en este caso ellos dos son unos de los pocos que tiene.

—¡Hey! Antuan –lo llamó Sebastián mientras veía como Antuan se volteaba a verle con sus ojos chocolates un poco asustado —Por favor, no vuelvas a permitir que lleve a otra puta a mi hogar, no quiero asustar a nana.

Él se burló en la cara de Sebastián sin compasión —¿Y ahora me lo dice? –había un tono jocoso en su voz —¿Y porque no me dijiste que estarías bebiendo en el bar? Te hubiera acompañado.

—Sí claro, para que tu esposa te fuera a buscar y te sacara a palos –bromeó su hermano menor.

Mientras ellos seguían platicando felizmente, la mente de Sebastián se tranquilizaba, ya que la plática con ellos siempre era divertida, le alejaba de todos los malos ratos que debía pasar, una vez saliera de su casa y entrara al corporativo.

—Sí Antuan, hazle caso a tu hermano, él es más inteligente que tú –me uní a la divertida conversación.

—¿Eh? En serio ¿Qué?... –empezó a decir algo, pero se detuvo en el último momento para cambiar y decir —Mira, después no me busques cuando estés en problemas.

Sebastián solo podía reírse con gracia —Venga, no te enfades, tú hermano y yo solo bromeamos.

—Sí claro –soltó ya desinteresado —Pero dejando el relajo a un lado –le decía Antuan, mientras los dos hermanos fijaban su mirada en Sebastián —Sebastián, tu padre me llamó ayer, me habló sobre la mercancía de los buques, también nos forzó a darle toda la mercancía del barco.

La mirada de Sebastián, que antes era suave, se volvió en segundos fría como el hielo, eran tan gélida que el ambiente dentro del vehículo se volvió tenso, lúgubre y realmente incómodo, como si estuvieran en una gran nevada, la voz de Sebastián dio paso a su inconformidad y deseo de acabar con su padre —Que ni lo sueñe, esa exportación de mecanismo es mía, dile que, si vuelve a meter sus narices en mis cosas, le cortaré las dos piernas a la puta mujer que tiene en su casa.

Antuan tragó saliva y sintió que sus huesos estaban rechinando con el aura de Sebastián, con una voz llena de respeto respondió enseguida —Iré hoy a recoger la mercancía y enviarla como lo habíamos planeado.

—¡Perfecto! –solo le respondió secamente.

La conversación terminó ahí, cada uno de los presente en ese automóvil venía conversando alegóricamente, mientras Donatello manejaba, se detuvieron en una intersección de paso, justo estaba el semáforo en rojo, las personas pasaban de un lugar a otro, Sebastián aprovechó ese segundo para bajar la cabeza para revisar el contrato de uno de los proyectos de materiales bioquímicos y justo al ponerse la luz verde, Donatello salió, pero una joven se atravesó en el último momento y solo se escuchó el sonido de los frenos y un fuerte golpe.

Fue tanta la impresión que Sebastián gritó preguntando —¿Qué fue eso Donatello? ¿A quién demonios atropellaste?

—No... No lo sé, esa mujer... –Donatello estaba paralizado —Esa mujer se cruzó en el último momento y no la vi.

Sin esperar un segundo más, Sebastián le dio la orden a Antuan —Bájate de una vez y verifica la situación.

Antuan bajó del automóvil a revisar todo y cuando se acercó vio a una hermosa joven tirada al frente del automóvil, ella tenía un hilo de sangre en la boca, la rodilla de la pierna derecha estaba toda raspada al igual que otros lugares del cuerpo, incluso él se asombró un poco, se agachó y le preguntó —Señorita, señorita despierte... Señorita –por más que la movía para que se despertara no pasaba nada, su frente sudaba sin control y en un último recurso la levantó por sus brazos y la llevó rumbo al auto.

Jefe Cruel y su DamiselaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora