Capítulo 56. Luchando por ella.

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—Donatello puedes soltarlo –Donatello lo soltó.

Bastián rápidamente caminó para estar al lado de Sofía —Amor ¿Estás bien? –preguntó temerosamente Bastián, Sofía sintió los brazos de Bastián y por algún tipo de inercia se separó de él, cosa que alegró mucho el corazón de Sebastián que miraba todo.

—Doctor Bonnet, espero que sepa afrontar las consecuencias de meterse con mi familia y sobre todo con retarme a la ligera –con esa advertencia y guiñándole un ojo a Sofía, Sebastián salió con sus hijos, Don Dante, Donatello y Antuan.

Afuera de la sala, los ojos fríos de Sebastián eran muy peligrosos —Antuan, prepara todo en Italia, quiero que mi madre llegue pronto para poder tratar a Sofía.

—¡Entendido!

—Papá ¿Eleonor es la abuela? –preguntó Damián.

—Sí mi pequeño, ella es mi madre y su abuela.

—Y es mi esposa –dijo Don Dante con una hermosa sonrisa.

—O sea, que tú y la abuela son novios –dijo una alegre Amelia.

—Sí mi amor, así es.

Mientras todos hablaban en el ascensor, Derek estaba callado, cosa que vio claramente Sebastián, llegaron a la planta baja del estacionamiento, caminaron para subir al Jeep que había traído Don Dante.

—Derek, ven aquí –le llamó su padre Sebastián, mientras le tomaba la mano para apartarse un poco del automóvil.

—Dime Papá.

—Derek hijo, sé que esto te afecta al igual que a mí, tú y yo somos iguales, hasta la forma en como miras te pareces a mí, pero quiero que sepas, que puedes confiar en mí, yo traeré de vuelta a mamá, no volveré a permitir que me la arrebaten, esta vez estaremos juntos luchando por ella ¿Está bien campeón? –Derek miraba a su padre y en sus ojos brilló algo especial, era la admiración y el respeto por tener un papá como él, con una linda sonrisa movió la cabeza afirmando todo, después Sebastián lo tomó en sus brazos y lo abrazó fuerte para que se sintiera más tranquilo.

Luego de un día tan triste, la familia Schneider Dominic, partieron para la villa de Sebastián, ahí estarían en la gran casa donde se había acomodado una habitación grande para sus hijos, entraron a la villa Derek y Damián admirando todo detalladamente, mientras que la pequeña Amelia iba dormida en los brazos de su padre.

—Buenas tardes, señor Dominic –dijo la ama de llaves.

—Hola Sara, podrías llevar a mis hijos a descansar por favor.

—Claro señor, enseguida, pequeños síganme por favor que tía Sara los llevará a su habitación, señor deme a la pequeña Amelia por favor.

—Sí, claro, con cuidado por favor –Sebastián miraba como sus tres pequeños se iban con la ama de llaves Sara, se giró para mirar a Don Dante.

—Ya lo sé muchacho, ya me comuniqué con tú madre, a más tardar en dos días estará aquí en Francia.

—Dos días ¿Por qué tanto?

—Tú le solicitaste a tú madre que siguiera con la nanotecnología, además, ahora mismo me dijo que solo le falta poco para terminar, no podemos dejar eso tirado, porque después todo fracasará en tú empresa, por eso me dijo que le dieran dos días y ella vendrá.

Sebastián se giró para caminar con las dos manos metidas en los bolsillo del pantalón, se paró al frente del gran ventanal de la sala de la villa, luego sacó una de sus manos y se frotó el largo cabello con suma frustración, girándose le dijo a Donatello —Necesito que vayas al hospital y tomes una muestra de sangre de Sofía, quiero saber que le colocó en la mañana ese bastardo de Bastián en ese medicamento.

—Sí, me encargo de eso de una vez –con eso se fue Donatello.

—Antuan, tú y Dante me acompañaran, necesito hablar con el padre de Bastián, el señor Marc.

—¿Estás seguro de esto muchacho? Hablar ahora con sus padres, no nos servirá de nada.

—No, pero no pierdo nada hablando con ellos, además, necesitarán mi ayuda para sacar nuevamente adelante su empresa pesquera.

—¿A qué te refieres?

—Me refiero a que le pedí a Antuan que bajara el 85% de la productividad de ellos y nuestro contrato aún no está firmado –los ojos de Sebastián eran oscuros y llenos de gran ingenio, como el poderoso dueño del Corporativo Lucifer, su forma de pensar y analizar en los negocios era de un total experto, que nadie en su sano juicio podría luchar con él —Antuan, otra cosa.

—¿Dime?

—Necesito que prepares mi coche, saldré esta noche.

—Entendido.

—Salir –dijo Don Dante —¿A dónde piensas ir?

—Iré a ver a mi esposa, sino me recuerda, tendré que hacerla recordar lo tanto que la amo –una pícara, pero hermosa sonrisa se dibujó en el rostro de Sebastián.

Mientras tanto en el Hospital Serenidad

—¿Elin estás mejor?

—Sofía, dime Sofía, por alguna extraña razón ese hombre grande que se parece a mí me dijo que mi verdadero nombre es Sofía Andrea Elin Schneider –Sofía miró a Bastián con una mirada llena de preguntas —Bastián, lo que ellos dijeron es cierto o de verdad se equivocaron.

Bastián estaba más que seguro que lo que ellos le dijeran a ella, el día de mañana se le olvidaría —Cariño es cierto lo que te dije, ellos se debieron a ver equivocado, hay una chica similar a ti, claro está, tú eres más hermosa –él se sentó en el borde de la cama, tomándole un mechón de su cabello para colocarlo detrás de su oreja y se acercó para darle un beso pequeño en los labios, gesto que no le gustó a Sofía ya que ella se recostó en la cama con la excusa de decirle que estaba cansada —Tranquila mi amor descansa, yo tengo otros pacientes que ver, además, mi madre vendrá a verte más tarde.

—Gracias Bastián –después de eso Sofía le dio la espalda a Bastián y cerró los ojos, este no le importó porque su plan estaba en marcha.

Bastián se levantó de la cama y salió de la sala cerrando con suavidad la puerta, una vez hecho, Sofía se giró para ver si se había ido, al confirmar que estaba sola, se sentó en la cama tomando sus rodillas y colocando su cabeza en ella.

—Sebastián Alberto Dominic –repitió el nombre de él con lágrimas en los ojos —Dime ¿Por qué estás en mi mente y corazón? ¿Por qué me sé tú nombre? ¿Por qué siento que no pertenezco al mundo de Bastián? –muchas preguntas se formulaba Sofía, sus lágrimas seguían corriendo por sus mejillas rosadas y coloradas. La tarde del día se volvía noche, con tanto pesar se recostó de nuevo en la cama y cayó en un largo sueño, mismo sueño que vivía soñando donde estaba Sebastián amándola, besándose, donde él le decía lo mucho que él la amaba, sobresaltada se levantó mirando que la habitación estaba a oscuras, pero sentía un olor extraño, era un olor familiar el mismo que sintió hoy en la tarde —Sebastián –llamó Sofía pensando que podría ser él, después de un par de segundos no escuchó la respuesta y se iba a volver acostar, cuando unos fuertes brazos le rodearon por la cintura para voltearla y toparse con dos bellos ojos uno azul y otro verde, brillantes y mágicamente lindos.

—¿Me extrañabas amor mío? –le preguntó Sebastián, que con un ágil movimiento él la colocaba arriba de sus piernas —Porque yo si te extrañaba como no tienes idea, solo pensar que estabas aquí con él, me estaba volviendo loco de los celos y la agonía, solo de ver a mi esposa con otro hombre –él la abrazaba y le daba suaves masajes en la espalda.

Con esos movimientos Sofía se recostó en ese fuerte pecho sintiendo los fuertes latidos del corazón de Sebastián, ella colocó sus dos manos en ese pecho fuerte con un olor familiar —Sebastián –llamó de nuevo Sofía en un pequeño susurro de sus labios —Sebastián, no quiero olvidarme de ti mañana.

Sebastián la alzó para que sus ojos se toparon en una mirada mimosa, con sus manos, él acariciaba sus mejillas, sus labios —Sofía, mi querida damisela, jamás me podrás olvidar, sabes ¿Por qué?

—No –respondió Sofía moviendo la cabeza de un lado a otro.

—Porque tú y yo nos amamos, porque cuando existe un amor profundo y sincero, no hay nada, ni nadie, que nos pueda hacer olvidar a esa persona especial.

Jefe Cruel y su DamiselaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora