Capítulo 55. Sin recuerdos.

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Bastián vio el repentino movimiento de Sofía y se asustó un poco, se acercó a ella y le dijo —Sofía debes relajarte, ahora mismo tú cerebro debe tener algún problema que pronto podremos resolver.

—Bastián me duele mucho –ella se agarraba con fuerza la cabeza con las dos manos, arrodillada en el frío piso, Sebastián no logró soportar más y se acercó a grandes paso, la tomó en brazos, cosa que agradeció en el corazón Sofía que se aferró con sus manos a su cuello.

—¿Tú? –le dijo Sofía mirándolo a los ojos llenos de lágrimas —¿Por qué estás en mis recuerdos? Dime ¿Quién eres? ¿Quién soy para ti?

—Sofía, cariño mío soy y seré siempre el hombre que te ama con pasión y locura, soy el hombre que pasa todas las noches pensando en tú regreso, días sin dormir pensando que estarías sana, hoy te encontré a ti y a mis hijos y no permitiré que nadie nos vuelva a separar nunca más.

Sofía miraba detallando con sus manos delgadas y blancas el aspecto delicado pero muy varonil del rostro de Sebastián, una barba poblada pero bien recortada, unas cejas perfiladas, hermosos y brillantes ojos, labios carnosos y rojos —¿Sebastián? –dijo su nombre en un pequeño susurro mientras ella se recostaba en el fuerte y gran pecho de él.

—Sofía, te sacaré de aquí y te ayudaré a recordar todo, mi madre te ayudará, te lo prometo.

—No me vuelvas a dejar sola por favor –pidió Sofía aferrando sus manos a su cuello con fuerza.

—Dominic, ella es mi esposa y no tienes derecho a llevarla sin mi consentimiento, además, sin la firma de mi madre, ella no puede salir de aquí.

Bastián estaba molesto, irritado y con un deseo de quitarle de los brazos a Sofía, pero solo estaba esperando el clic del siguiente momento de pérdida de memoria de Sofía, para así poder actuar, Bastián le había introducido un medicamento que acelera la pérdida de memoria a largo y corto plazo, algo que podía ponerla en peligro, pero el cómo neurólogo sabía claramente que debía hacer y cómo hacerlo.

—Antuan, por favor prepara un avión, hoy regresamos a Italia con mi madre para que nos ayude con Sofía.

—¿Tú madre? ¿Eleonor Dominic sigue viva? –preguntó un sorprendido Bastián.

—Sí algún problema con eso –Sebastián tenía una mirada fuerte que hacía intimidar a cualquiera y claro Bastián no fue la excepción.

Mientras ellos se miraban, Sofía de repente dijo algo y se desmayó.

—Sofía mi amor ¿Qué te pasa? –Sebastián estaba muy preocupado por ella que la recostó en la cama, mientras le ordenaba a Antuan el traslado de Sofía a otro hospital.

—No puedes hacerlo, ella no puede irse de aquí sin el consentimiento de mi madre.

—Jajajaja no me hagas reír maldito infeliz, ella ahora mismo es mi esposa y tú familia no pinta nada aquí con nosotros, además, mis hijos tienen nuestro apellido y me los llevaré de este maldito lugar ahora mismo.

Mientras estos dos hombres se mataban con las miradas, un toque en la puerta los hizo mirar a ambos, quienes entraron fueron Donatello, Don Dante y los tres pequeños niños

—Papi –dijo una hermosa Amelia corriendo a los brazos de Sebastián con lágrimas en los ojos —Papi quiero estar contigo y con mami.

—Papá –dijeron al unísono Derek y Damián, caminando como dos grandes caballeros.

—Lo siento papá, pero queríamos venir a verte y a mamá, porque la extrañamos mucho.

Sebastián se agachó en cuclillas cuando Amelia corrió para tomarla en brazos a su pequeña princesita, mientras tomaba las suaves manitos de Derek y Damián

Jefe Cruel y su DamiselaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora