Capítulo 41. Accidente.

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Una vez más, Sofía estaba aterrorizada por la escena que vio de Donatello, ella iba en contra de su propia voluntad, se sentía abrumada, ella jamás pensó que un hombre tan amable como Alessandro fuera capaz de matar a una persona inocente.

Sofía que iba al lado de él, le dijo en un tono lleno de súplica —Alessandro, no hagas algo que te vayas arrepentir más adelante, somos familia.

—Jajajaja ¿familia? No me hagas reír mi amor, aun no entiendes que todo esto es un plan de Sebastián para apoderarse de los recursos de mi tío Dante, no seas tonta cariño.

Sofía no podía hablar con ese hombre, ahora mismo estaba cerrado por el odio hacia Sebastián, ella le preguntó —Alessandro ¿Dónde me llevas? –Sofía se agarraba disimuladamente el vientre, tenía hambre, tenía dos meses de embarazo, pero no sabía nada sobre ¿Cómo estaría él bebé? Suspiró con la esperanza de poder escapar de las garras de Alessandro, se sentó tranquila esperando llegar pronto al lugar que él la estaba llevando.

—No te preocupes cariño, iremos a nuestro hogar.

A las 1:30 p.m. llegaron a la cima de la montaña, la entrada era muy hermosa, algo muy hermoso, pero muy lejano.

—Llegamos cariño.

Sofía estaba somnolienta, estaba cansada, con hambre y sobre todo preocupada por Donatello, lo único que ella quería ahora, era ver de nuevo a Sebastián —¿Dónde estamos? –preguntó ella totalmente desganada.

—Esta es nuestra casa, la compré para cuando tuviéramos de luna de miel, aquí nadie nos molestará –Alessandro le agarró la mano a Sofía pero ella se la quitó bruscamente —Sofía, no te sirve resistirte a mí, ahora seremos una verdadera familia, ahora prepararemos nuestra boda aquí y aquí tendremos nuestros hijos –cuando Alessandro menciono eso "Nuestros hijos" se agarró inconscientemente el vientre, Alessandro miró el gesto pero no le prestó atención, pensando que ella lo estaría aceptando —¿Tienes hambre cariño? Vamos a entrar para que veas tú nueva casa, mejor dicho, nuestra casa –al entrar, era una casa muy hermosa con estilo en madera y mármol, los colores eran vivos, era justo la casa ideal para una familia, pero no para Sofía, que sentía un deseo de vomitar grande —¿Qué te parece la casa cariño? –le preguntó Alessandro emocionado.

Sofía lo miró con la tristeza reflejada en sus bellos ojos, preguntándole —¿Dónde está el baño?

—Sube las escaleras, a mano izquierda, la tercera puerta.

Sofía subió las escaleras con pasos suaves, pero algo tambaleantes, después de llegar a la puerta del baño entró y la cerró con seguro, alzó la tapa y se arqueo para vomitar, era como si el alma se le saliera del cuerpo.

El toque de la puerta la hizo volver a la realidad —Sofía ¿Te encuentras bien? –Alessandro había subido porque estaba preocupado por ella, ya que la veía muy pálida —Raquel, Raquel.

Llamaba Alessandro a su ama de llaves, una señora de unos cuarenta y dos años, con una gran sonrisa le dijo —Dígame señor.

—Raquel, llama al Doctor Elio, creo que mi esposa anda mal del estómago.

Al escuchar esto Sofía le entró pánico y gritó fuerte —No, no lo llames, yo solo no he comido, ni descansado, eso es todo –saliendo del baño con la boca y el rostro limpio, miró con ojos tristes a Alessandro, este solo asintió y le ordenó a Raquel que fuera a preparar una deliciosa comida.

—Con su permiso señor –respondió una obediente Raquel.

—Cariño, porque no vamos a descansar, has pasado unos días difíciles con todo lo que ha estado haciendo ese bastardo de Sebastián.

Jefe Cruel y su DamiselaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora