Capítulo 42. ¡Perdóname!

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Minutos antes de irrumpir las puertas de la villa

—¿Estás seguro de que esta es la dirección? –preguntaba Sebastián con el ceño arrugado y unos ojos llenos de ira y odio.

—Sí señor, aquí se encuentra su esposa.

—Bueno, sigamos, no debemos detenernos –dijo animadamente Don Dante por encontrar a su pequeña princesita.

Ahora

En la entrada estaban todos corriendo de un lado a otro disparándole al todoterreno, pero lo que no sabían es que este automóvil estaba blindado, por más que las balas le dieran, no le haría ningún daño.

Llegaron justo a tiempo a la entrada de una magnífica casa de campo de estilo contemporáneo, Sebastián se bajó con grandes pasos para entrar derribando a dos hombres con un gran movimiento de manos y piernas, solo se escuchó el cuello de esas dos personas rompiéndose sin piedad alguna, mientras caminaba sin perder el tiempo a la gran mansión.

Arriba Sofía estaba forcejeando con Alessandro en la habitación, al escuchar el estruendo de todo el movimiento de afuera, se quedaron quietos un par de segundos, Alessandro tomándole las muñecas blancas y delicadas con mucha fuerza, sin darse cuenta de la sombra que lo estaría destruyendo.

Uno de los subordinados de Alessandro entró corriendo, solo para darle un sobre aviso de la situación afuera —Señor Alessandro, es Don Dante con Sebastián quienes han interrumpido en la villa.

Los ojos desorbitados de Alessandro se abrieron sin control, el deseo de matar a Sebastián se hacía cada paso más y más grande —¿Qué?

—Señor, dígame sus órdenes –le mencionaba el lacayo a su lado.

Sofía vio la esperanza más cerca que nunca de poder salir de ahí, pensando en eso, gritó a todo pulmón con la esperanza de que Sebastián la escuchara —¡Sebastián estoy aquí! ¡Ayúdame!

Alessandro que la tenía agarrada por las manos, se quedó pasmado por una milésima de segundo y al reaccionar le tapó la boca con fuerza diciéndole en un tono muy grotesco y fuerte —Maldita seas Sofía ¿Qué demonios haces?

Pero ya era tarde, porque él ya estaba dentro de la casa, Sebastián había escuchado la voz de su amada de forma desgarradora, dándole un dolor en su corazón al pensar que ella y su bebé estarían en peligro, sin pensarlo mucho salió corriendo escaleras arriba.

Don Dante que también la había escuchado salió corriendo a los pasos de Sebastián, él escuchó como su pequeña hija gritaba —Voy a matar a ese bastardo si le hace algún daño a mi hija.

Alessandro le instruyó rápidamente a su subordinado que bajaran por la puerta trampa del estudio, era una puerta que los llevaría por la parte de atrás de la gran mansión, una vez afuera, se irían por mar abierto, justo abajo los estarían esperando un automóvil para llevarlos a unos trescientos metros donde estaba la embarcación, en la mente de Alessandro ya tenía todo planeado por si Sebastián y su tío aparecieran.

Justo al salir por la gran puerta se encontró con su tío.

—Aless ¿Qué demonios le haces a mi hija? Maldita escoria humana, te he criado como a un hijo y así me pagas, secuestrándola y haciéndole daño a mi pequeña.

Sofía miraba a ese hombre que conoció hace poco y que jamás pensó que sería su padre biológico, con grandes lágrimas rodando por sus frágiles ojos y una voz entrecortada, le dijo a Don Dante —Papá ¡Ayúdame!

La reacción de Don Dante fue espeluznante, se lanzó sin pensarlo dos veces hacia Alessandro, pero ese bastardo sacó un arma para dispararle a su propio tío, el tiro fue preciso en el pecho, Don Dante cayó al piso en un charco de sangre gritando con voz suave pero poderosa —Maldito Alessandro, ruega para que este muerto, porque si salgo de esta, sufrirás el peso de mi venganza por hacerle daño a la única hija que tengo en este mundo.

Sofía por otra parte, quedó estupefacta por lo que había hecho Alessandro, su mente no podía pensar claramente, le dolía el corazón, no conocía a la perfección a su padre, pero ese hombre era su familia, ese hombre era su papá, con más lágrimas desbordando por sus blancas y rojas mejillas y entre sollozos empezó a forcejear con Alessandro gritando de forma inaudita —Suéltame Alessandro, suéltame... Es mi padre el que está ahí, déjame ayudarlo por favor, suéltame.

Don Dante le dolía el corazón, como si estuvieran jugando con él, solo ver en los ojos de su pequeña la preocupación, el miedo y el dolor mezclados, era la sensación más aterradora para él, con sus últimas fuerzas, trató de apaciguar su sufrimiento lo más posible —Tranquila mi niña preciosa, todo estará bien, no te fuerces y cuida a mi nieta –con esas últimas palabras Don Dante se desmayó.

Sofía se cayó de rodillas con una mirada perdida, mirando a su único familiar perdiendo la vida en un gran charco de sangre, solo sentía como Alessandro la arrastraba para alejarse de él —No, no quiero, suéltame por favor, mi papá... él se va a morir –decía con voz entrecortada y adolorida. Tras su última mirada al salir del camino, Sofía le dijo a su padre —¡Perdóname, papá!

Sebastián estaba abajo con muchos hombres esperando que él saliera, uno de sus hombres le dijo lo sucedido dentro de la casa, pero el plan de Don Dante era que él atacaría de frente y Sebastián por detrás.

—Señor, ya mandamos un personal para sacar al señor Don Dante de la casa y mandarlo al hospital.

—No permitan que él muera, no me perdonaría que mi esposa pierda a su padre.

—Sí señor.

Sebastián seguía escondido esperando que Alessandro saliera con Sofía para poder atacar. Eso era lo que precisamente Alessandro previó antes de marcharse, ya que no vio a Sebastián, el pasadizo tenía dos puertas de salida, el salió por la puerta este y de esta forma quedaría cerca de los riscos de la gran montaña, esperándolo, estaba uno de sus hombres con un implemento de paracaídas para saltar por el gran risco y llegar a la parte de abajo para poder marcharse lo más lejos posible de todos.

Pero Sebastián iba cuatro pasos más adelante que él, así que detuvo al personal de Alessandro y lo cambió por uno de ellos, con esto podría recuperar a su esposa.

Después de que Alessandro saliera por la puerta este, se puso el equipo y le colocó el de Sofía, ella esperó un descuido de él para salir corriendo, pero el hombre de Sebastián no pensó que ella haría algo así, Sebastián salió de su escondite tras recibir lo que estaba sucediendo, salió lo más rápido de su punto para ir con Sofía, corriendo para poder alcanzarla, ya que los otros hombres encubiertos de Alessandro fueron sometidos y el mismo Alessandro también.

Sofía corría y corría sin pensar en nada que no fuera salir de la vista de los hombres de Alessandro y de este mismo, llegó al borde de un acantilado, como tenía un paracaídas decidió saltar, pero en ese preciso momento escuchó una voz familiar decirle.

—¡No saltes!

Esa fuerte, pero a la vez dominante voz familiar, la hizo volverse entre sus tobillos para ver a Sebastián corriendo hacia ella, pero el descuido pasó en menos de cinco milésimas de segundo, Sofía había caído al precipicio sin control alguno, Sebastián temblaba en todo el cuerpo al ver a su mujer caerse y como si fuera una escena de cámara lenta, vio como ella caía al vacío, pero lo que más le aterró fue sus últimas palabras, ella le dijo —¡Te amo!

Mientras Sofía caía, ella esperaba poder abrir el paracaídas, pero una de las cuerdas le inhabilitó los brazos, ella ya imaginaba que este sería su final, no lograría conocer a su bebé, no estaría más con Sebastián y jamás podría volver a ver a su padre adoptivo Frank y a su verdadero padre Dante, con eso en mente solo cerró los ojos y se dejó caer esperando el golpe final.

Jefe Cruel y su DamiselaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora