Los ojos de Zula volvieron a ser ojos humanos, que reflejaban sorpresa y horror. Su boca estaba contraída por el dolor y agarraba con ambas manos la hoja de la espada emergiendo de su pecho. No obstante, halló fuerza para mover sus dedos y las telas flotaron siguiendo el movimiento. No dejaron que la masa negra del espectro volviera a tomar forma. Cada vez que el ser lograba materializar una garra, las telas lo envolvían y aplastaban. Yo, furiosa conmigo misma, por ser débil e inútil, estaba en el suelo, aún agarrando mi cuello con las dos manos.
— No es tarde. — canturreó Faran. — Huye como siempre. Déjala morir.
Pero Zula no escuchaba. Mantenía su hechizo contra el espectro y luchaba por mantenerse despierto, aunque Faran hundía más y más la espada. Yo sólo podía imaginar su agotamiento. Sanar mi herida, luchar contra la masa de babas y resistir el dolor debía ser un esfuerzo heroico.
— Testarudo. — gruñó Faran. — ¿Qué intentas demostrar? ¿Que la amas? ¡Bah!
Faran me miró sobre el hombro de Zula, iracundo.
— ¡No te engañes, Zula! ¡Tú no puedes amar a nadie! Tu mascota kobold ha muerto. Y ahora ella morirá también. Ya no tienes que fingir interés. Yo sé que eres un hijo de puta cruel.
— Es verdad... soy cruel. — admitió Zula entre jadeos. — Te usé. Robé tu fuerza. Era joven... y estúpido. No entendía el mundo.
— ¿Y ahora lo entiendes?— preguntó Faran con desprecio.
Zula miró hacia donde estaba la cabeza de Garth. Sus ojos brillaron por las lágrimas y apretó los labios.
— Ahora lo entiendo. — respondió el brujo. — Ser amado es lo más grande. Y yo no supe verlo. Fui un mal padre. Causé la muerte de mi hijo. Perdí al primero que me amó de verdad y sin condiciones.
Zula giró la cabeza cuanto pudo y sonrió a Faran.
— Nunca sabrás lo que es, Faran. Nadie te ha querido y ya nadie te querrá. Y es mi culpa. Lo siento mucho.
— ¡Cállate!— rugió Faran.
— Lo siento... lo siento...
Zula apretó ambos puños y las telas que rodeaban al espectro se rodearon de fuego. La criatura chilló y se retorció, incapaz de huir. En unos minutos ya estaba carbonizada. El brujo, con los ojos cerrados y los labios temblorosos, parecía un cadáver ensartado por Faran.
— Es el fin. — canturreó el viejo. — Nos iremos juntos.
Me puse de pie y enfrenté al hechicero. No le dejé ver cuánto temblaba. Apreté los puños y grité:
— ¡Déjalo, Faran, olvida tu venganza! ¡Aún puedes tener una vida!
Ni yo me creía tales cosas, pero diría lo que hiciera falta en ese momento.
El viejo rió.
— ¿Cómo vas a entender tú, niña idiota?
— Sé lo que es. — respondí. — Maté mucha gente por venganza. Y mírame. He pasado años huyendo, viviendo en la oscuridad. ¡Te entiendo, Faran, y sé que está mal! ¡Todo esto está mal!
El viejo escupió.
— Cállate, humana. ¿Qué vas a entender tú?
— Entiendo. — mi voz se rompió y tragué mis lágrimas, decidida a no quebrarme frente al brujo. — Entiendo, Faran. Has estado solo por mucho tiempo, has dejado que te corroa el odio. Te entiendo, porque soy igual.
Faran entrecerró los ojos y hundió más la espada, haciendo que Zula gimiera.
— Te equivocas, niña tonta. — me dijo. — Yo no quiero venganza. Quiero justicia.
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Halima: la serpiente y el mago
FantasyNo puedes borrar el pasado. Tus crímenes siempre volverán a cazarte. Eso aprenderá Halima a sangre y fuego, mientras intenta labrarse un futuro mejor. El destino junta las vidas de Halima, asesina y estafadora, y Zula, un mago de orígenes misterios...