Nos encontramos en el jardín al mediodía. Zula estaba radiante en sus telas negras, con el pelo trenzando ondeando al viento y una sonrisa altanera en los labios. Yo, con pantalones y un suéter, caminé hasta él. Iba frotando mis manos heladas.
— ¿Cómo va el asunto del espectro?— dije al mago.
— La casa está segura, como prometí. — respondió él. — ¿Y tu cachorro Bozdağ?
— Se ha portado muy bien. Es todo un galán.
— Felicidades.
Apreté los labios discretamente. Había pasado horas aquella mañana en mi habitación, ensayando frente al espejo una cara neutral. Me asustaba Faran y temía, sobre todo, perder a Zula. No olvidaba su triste sonrisa de la noche antes, la forma en que extendió su mano... y yo la rechacé. Estaba harta de juegos. Si prefería entregarme a Khalil en vez de luchar, por mí bien.
Khalil me había llevado a la ciudad horas antes. Esperaba una reunión seria y aburrida con mercaderes pero, en lugar de eso, fuimos a un establecimiento desierto. Los muebles estaban cubiertos con mantas y nuestros pies dejaban huellas en la capa de polvo en el suelo. Pero Khalil sonrió al decir:
— Contempla nuestro futuro, Halima.
Yo arrugué los ojos mirando lo que, sin duda, era un nido de ratas en una esquina.
— No creo que estemos viendo lo mismo, Khalil. — respondí.
— Usa tu imaginación y verás. — dijo él mientras caminaba por el salón. — Imagina los estantes de exhibición, los maniquíes, el área de espera.
Se detuvo en medio y extendió los brazos.
— Esta será nuestra joyería.
— ¿Una joyería?— sonreí.
— Así es.
— Pero no sé de joyas.
— Pero sabes usarlas. Tienes un gusto exquisito y... tu imagen vende. Los hombres te desean, las mujeres quieren ser tú. Puedes usarlo a tu favor.
Caminé hasta él.
— ¿Y quieres ser mi socio?
— En efecto. — dijo Khalil. — Invertiré un setenta por ciento. En el contrato, sin embargo, iremos a partes iguales.
— Mmm. ¿Por qué sacrificarías tu ventaja?
— Porque necesito de tu carisma y popularidad. Ve visto cómo bailas. He visto el efecto que tienes en la gente.
— Pensé que no ibas al teatro.
— He ido varias veces desde que regresaste de la gira. Solo que... prefiero no visitar el camerino.
Contuve una sonrisa maliciosa.
— ¿Temes ver alguna bailarina desnuda?— Prefiero no ver a... ese. — Khalil hizo un gesto despectivo con la mano.
— Ah. — puse los ojos en blanco. — No te gusta Zula.
— No me gustan los brujos, no.
— Pues yo soy el instrumento del brujo.
— Es diferente. Eres humana.
Khalil me acarició la mejilla.
— Quiero hacer esto contigo. Así no tendrás que bailar más en el teatro y yo... — suspiró. — yo estaré libre de mi familia.— Te advierto que seguiré bailando, aunque sea en privado. — contesté.
— Muy bien. Puedes bailar solo para mí.
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Halima: la serpiente y el mago
FantastikNo puedes borrar el pasado. Tus crímenes siempre volverán a cazarte. Eso aprenderá Halima a sangre y fuego, mientras intenta labrarse un futuro mejor. El destino junta las vidas de Halima, asesina y estafadora, y Zula, un mago de orígenes misterios...