La noche de nuestra gran despedida sería recordada en Xeer durante años. Mi traje violeta y plata costaba una fortuna. Admiré mi aspecto en el espejo, sonriendo y moviendo alegremente las caderas. El pelo caía ondulado hasta la cintura y una delicada diadema coronaba mi cabeza. Las joyas en mis brazos tintineaban a cada movimiento. A mi alrededor habían ramos de flores y cartas de admiradores. Pero estaba sola.
Zula no me había ayudado a vestir como otras veces y demoré el doble haciéndolo por mi cuenta. Ya desde afuera llegaban los gritos del público y Zula no daba señales de vida. No hablamos más después de aquella tonta pelea. Me alejaría de él, me lanzaría a los brazos de Khalil mientras luchaba contra Faran él solo. Así era el brujo cobarde.
Esa tarde, antes de irme al teatro con el jardinero haciendo nuevamente de cochero, pasé un rato con Garth. El niño me mostró sus hechizos con orgullo. Para mí eran sólo garabatos en legua desconocida, pero Garth me los explicó uno por uno.
— Este es para invocar espíritus. Con este puedo hacer llover. Este cura la gripe. Y este...
Me puso un anillo con letras grabadas en el interior y me enseñó otro idéntico en su dedo.
— Con este podemos hablar aunque estemos lejos. — explicó Garth.
El anillo de plata era delicado y elegante. Iba perfecto con mi atuendo de esa noche.
— Gracias, cariño. — besé la mejilla de Garth. — Lo guardaré siempre.
— Te quiero mucho, Halima. — el niño me besó.
— Y yo a ti.
Lo sostuve contra mi pecho largo rato. Iba a extrañarlo muchísimo.
Ahora, en el camerino, veía el anillo en mi dedo y pensaba en nuestra inevitable separación.
— Buenas noches, cariño. — dije al anillo.
Sentí un hormigueo en el dedo y escuché la voz de Garth.
— "Buenas noches, Halima".
Sonreí besando el anillo. En ese momento llamaron a la puerta y respondí un vigoroso "adelante", pensando que era Zula. Pero quien entró fue Khalil.
— ¡Señor Bozdağ!— exclamé, rodeando su cuello con mis brazos. — Pensé que nunca entrabas al camerino.
— Hoy es un día especial. — dijo Khalil. — Es tu gran noche.
Se alejó para verme entera. Giré, dejándole apreciar los detalles del traje.
— ¡Hermosa!— exclamó, llevándose una mano al pecho. — Y desde mañana bailarás solo para mí.
Me besó la mano con absoluta devoción. No había sarcasmo ni comentarios hirientes. Khalil era siempre honesto.
— Aún no es tarde para arrepentirte. — le dije. — Puedes encontrar una esposa más adecuada.
— Tengo lo que necesito justo aquí. — respondió él.
Me besó como a una flor, suave, tiernamente. Me llenó su olor a mar, su aliento cálido.
— Halima Bozdağ. — susurró. — Mi esposa.
— Me gusta. — respondí contra sus labios.
Nos quedamos abrazados por un instante infinito. Llegaría a quererlo de verdad, un día a la vez. Si mi futuro estaba en los brazos de un hombre amable, apuesto e inteligente, pues lo recibiría sin quejarme.
Alguien carraspeó. Me aparté de Khalil y vi a Zula de pie en el umbral. Vestía un traje negro y guantes a juego. Las joyas resplandecían entre su pelo.
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Halima: la serpiente y el mago
FantasíaNo puedes borrar el pasado. Tus crímenes siempre volverán a cazarte. Eso aprenderá Halima a sangre y fuego, mientras intenta labrarse un futuro mejor. El destino junta las vidas de Halima, asesina y estafadora, y Zula, un mago de orígenes misterios...