Capítulo 2. El encuentro y el Dragón.

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Después de dedicarnos a casi dos horas en llegar a la discoteca llamada: Dragón, nos bajamos del automóvil y entramos, todo era hermoso, grande y sobre todo muy bullicioso, música de todo tipo, había muchas personas bailando al son de la música electrónica, nos adentramos hasta la barra, mi mejor amiga Liseika pidió una botella de Tequila, mientras yo me fui por un rico y delicioso vaso de soda, no me gusta beber, soy malísima para eso pero como siempre cada vez que salimos, ella me regañó y al final tuve que pedir una copa de Bailey, es un trago rico, dulce y delicioso pero entre más dulce, peor es el resultado.

Mientras tomábamos contenta, se acercaron a nosotras Esteban y su amigo Ernesto, ella estaba súper emocionada por Esteban, mientras que yo solo disfrutaba de esas copas, al final bebí como cinco copas de ese rico licor, las dos bailamos mucho, después de un tiempo en la pista de baile, Liseika me dice que iría con Esteban arriba ¡Ya saben! Para tener sexo desenfrenado, esta discoteca tenía tres pisos, el primero, era el salón de baile principal, en el segundo se tenía una sala de VIP solo para las personas más destacadas con pases directos y por último eran las famosas salas de descanso "especiales", esas salas eran las que usaban las personas para sacar los desenfrenados deseos sexuales después de beber como locos.

Mientras la miraba le dije: —Vete con cuidado y ya sabes, dile a ese tonto que use condón –aconsejé a Liseika para prevenir dos cosas, primero, un embarazo no planificado y lo segundo y más importante, algún tipo de enfermedades de transmisión sexual.

—Lo tendremos en cuenta –me dijo la guapa de mi amiga, para perderse en los ascensores con Esteban.

Cuando me disponía ir a la mesa a sentarme un rato y descansar de tanto bailar, Ernesto se me acercó y él muy desvergonzado patán asqueroso, me pidió que fuéramos, a lo claro, me le negué de una vez, no me interesaba en nada, no puedo negar que no es mal chico y es guapo, alto, cuerpo bien desarrollado, ojos marrones y cabello castaño, sería el hombre perfecto para cualquier mujer, solo que no para mí. Con esa furia en mi pecho, le dije en una tonalidad de voz dura —Bájate de esa nube y borra esas ideas de tu mente Ernesto, no soy igual que las vagabundas que acostumbras, así que dejemos esta salida hasta aquí –le dijo Isabel súper furiosa por su descarada proposición, así que discutieron un poco, él la jaloneo de forma grotesca mientras ella se defiende dándole una buena cachetada, Isabel estaba agradecida de que Ernesto la hubiera soltado, con eso se alejó de él, a su mente le vino un pensamiento —¡Quiero irme de aquí ya!— Cuando ella se había alejado de él, se dio cuenta del aspecto furioso de Ernesto pero a ella no le importo, así que se dio media vuelta para ir al baño a refrescarse porque la verdad ya estaba un poco ebria, a medio tropezón llegó al baño de damas, al llegar se chocó con una espalda ancha y gruesa pero muy formada, con la mirada en el piso dijo educadamente —Lo siento –pidió disculpas porque ante todo uno debe ser cortés en esta vida, el chico se giró y cuándo ella levantó la mirada sintió como si el mundo se hubiera detenido al punto que no escuchaba la música, la impresión del apuesto hombre la dejó casi sin voz, porque era un hombre encantador, sus ojos color azul como el océano eran hermosos y profundos, con una mirada fuerte y tan varonil, el hombre llevaba una camisa color negra que se le adaptaba muy bien a su escultural cuerpo, uno que era grande y exquisito, Isabel podía sentir que sus bragas se habían mojado, ella dijo mentalmente —Si les digo que ¿Creo que me moje? Pues la respuesta es sí, pues me mojé con solo ver esos ojos azules profundos y misteriosos— Isabel que se perdió totalmente en la mirada del hombre, por inercia inspeccionó el cuerpo de él, bajó la mirada curiosamente solo para darse cuenta de que el fornido hombre se agarraba la parte baja del estómago y ella podía distinguir sangre goteando entre su gran palma. Ella se puso nerviosa pero no sabía por qué tomó la decisión de ayudar, así que le preguntó —¿Estás bien? –ella esperó por su respuesta que nunca llegó, lo miró algo molesta por no responderle, así que decide darse media vuelta para irse.

El Hombre del Dragón, un amor extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora