El Hombre del Dragón, un amor extraño

Capítulo 38. ¡Al fin te encuentro!

Isabel se despidió de Raquel y de su hija, Teodoro se quedó en el grupo de Magnum preparando todo para el día de hoy, si todo iba según lo que pensaban, Dylan se presentaría a la casa buscando a Isabel.

Magnum se acercó a su esposa viendo como el automóvil se alejaba de la villa —Cariño no te asustes que yo estaré contigo, solo no te arriesgues a nada malo, si debes correr hazlo por él bebé y por nuestros hijos –dijo un Magnum decidido y preocupado.

—Está bien, así lo haré –ella le tomó la mano y se puso de puntilla para besarlo, después Isabel subió a su cuarto a ponerse un vestido floral color blanco, se dejó su cabello suelto con algunas ondas naturales.

Magnum estaba en las escaleras dándole algunas indicaciones al personal, luego subió en dirección a la habitación principal, al entrar y ver a su esposa su corazón latía tan rápido que se acercó por detrás y la abrazó, colocando su cabeza en la curvatura de su cuello y su hombro —Estas muy hermosa mi amor –después le dio media vuelta y la besó con fuerza, pero con sutileza a la vez, ese beso transmitía todo el amor que él sentía por ella.

—Vamos cariño, no podemos hacer nada ahora, ahora quédate quieto –dijo una sensual Isabel sabiendo el pensamiento de su amado esposo.

El toque de la puerta los interrumpió

—Adelante –dijo Magnum con su voz poderosa.

—Señor, el señor Dylan está aquí y preguntó por la señora Isabel, además viene con el señorito Derek –le dijo uno de los hombres que cuidaba la casa, siendo esas las palabras que necesitaba Magnum, como él lo predijo, Dylan vendría por Isabel.

Magnum giró para ver a la mujer en sus brazos, sus temblores eran evidentes —Amor, es hora de poner en marcha el plan, baja tranquila que yo iré por la otra puerta para alistarnos, recuerda, no hagas nada imprudente por favor –le volvió a recordar Magnum mientras la besaba y se perdía por la puerta del dormitorio.

Antes de bajar ella respiró profundo para llenarse de valor, Isabel bajó a recibir a sus invitados como si nada pasara, pero por dentro los nervios y la emoción de volver a ver a su hijo la estaban traicionando.

El mayordomo de la casa dejó entrar al señor Dylan y al joven Derek —Por favor, síganme por aquí.

Derek estaba emocionado por volver a ver a su madre, estaba nervioso y a la vez feliz, quería correr a sus brazos, sus lágrimas querían salir, pero él hacía todo lo posible para retenerla ya que necesitaba concentrarse para mantenerse dentro del personaje sino Dylan se daría cuenta de todo.

Cuando el mayordomo los hizo entrar, Dylan y Derek estaban sentados en el sillón grande de la sala, estaban uno al lado del otro, a espalda de ellos estaba Mario con dos hombres más.

Isabel entró a la sala con gran nervio, pero no lo demostró al acercarse a la sala, Dylan la vio y su expresión se complicó, él no sabía que Isabel estaba embarazada. Dylan se levantó del sillón como si tuviera algún resorte —Isabel ¿Tú estás?

—Sí señor Dylan, estoy embarazada –confesó en tono tranquilo, aunque por dentro estaba muy nerviosa.

Los grandes y hermosos ojos de Derek se sorprendieron, no sabía cómo manejar algo así —¿Su madre estaba embarazada? Es decir que él tendría un hermanito o hermanita y él seguiría siendo el hermano mayor –su alegría casi se desborda de sus ojos, estaba a punto de correr a los brazos de su madre, pero tenía que ser fuerte.

Isabel miró a su pequeño bebé y su corazón quería salirse de su pecho de lo rápido que latía con verlo de nuevo, con una voz algo difícil de decir le dijo —Hijo, al fin te encuentro –Isabel no podía evitar llorar, su hermoso hijo estaba al frente de ella, estaba más alto y delgado, sus hermosos ojitos no tenían nada de alegría, era como dos océanos oscuros y profundos —Derek, ven conmigo por favor –Isabel se arrodilló con los brazos abiertos para que su hijo se acercara, le costaba mucho estar en esa posición por su embarazo pero ahora solo quería que su bebé, su pequeño bebé regresara a su lado.