Capítulo 24. ¡Su sombra!

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Después de que Dylan se despidiera de Magnum, salió con Derek en sus brazos, Derek miraba duramente a Magnum, su mirada estaba llena de resentimiento y dolor, sus brazos estaban en el cuello de Dylan, abrazándolo con fuerza, Dylan podía sentir que Derek temblaba, el acarició su espalda suavemente con movimientos tranquilos.

—Tranquilo hijo –le dijo sin dejar de acariciar su pequeña espalda —Ya te saco de aquí, recuerda que yo estoy contigo, nada malo te puede pasar.

—Gracias –le dijo Derek a Dylan omitiendo el "Papá", este solo lo dijo porque no quería que su padre biológico supiera que mamá estaba ahí, pero su corazón sentía que no debió decirle papá a Dylan delante de él, sintió que el rostro de Magnum al verlo era de total sorpresa, como si desconociera que ellos existieran, además, al escuchar lo que había dicho, durante todo el momento de mirarlo, tenía un sentimiento extraño en su corazón.

Dylan no podía dejar de sonreír felizmente, después de escuchar a Derek llamarlo papá, era la mejor melodía que podía oír.

Magnum vio la interacción entre padre e hijo y sentía en su corazón un dolor que no entendía, ver a ese niño le dolía mucho y se llenaba de celos incomprensibles, salió a grandes zancadas del estudio, al salir vio una hermosa mujer de espaldas en la planta de arriba, una mujer con un vestido azul marino, su piel blanca debajo de la luz le creaba una sombra hermosa, podía ver un largo cabello color naranja, ella tenía en brazos a la pequeña dama llamada Amalia. Él quería seguir viéndola, pero seguía a grandes pasos al señor Donatello, antes de irse le dijo al viejo —Viejo ¿Dónde hay un baño?

—¿Qué? Baño ¡Ah sí! Sube las escaleras a mano derecha hasta la tercera puerta.

—¡Bien!

Antes de subir Magnum le dijo a Darío que lo esperará. Magnum subía las escaleras pensando en la sombra de esa mujer, su corazón latía a millón pensando en una sola persona con esa estructura de cuerpo, su esposa.

Al subir no vio más a esa mujer, abrió puerta por puerta para ver si la encontraba, la primera puerta que abrió, vio a la pequeña dama Amalia dormida, entró, se acercó y su corazón latía mucho como si ella fuera alguien de su familia, era una extraña sensación de protección que sentía por ella, una escena que tenía en su mente apareció, cuando conoció a Isabel él deseaba tener una hija y que ella se pareciera a su madre, ahora ve a una niña igual a Isabel pero que no es de él, la pequeña damita agarraba un peluche de Dragón y otro de ponys, sus labios se curvaron en una sonrisa muy tierna, la tapó con una frazada de lana color lila, le dio un beso en la cabeza rizada y naranjita, salió y cerró suavemente.

Al entrar a la otra habitación vio al otro hijo de Dylan, Derek, quien estaba dormido, lo gracioso es que su modo de dormir era igual que él, con un pie afuera y el otro dentro de la sábana, él cuidadosamente metió su pierna y lo tapó, no podía entender porque hacía estas cosas pero le nacía del corazón hacerlas, era como si fuera su obligación, mientras lo miraba sus facciones eran realmente hermosas, delicadas y sobre todo parecidas a él, se acercó dejándole un beso en la cabecita y antes de irse, manteniendo su mano grande encima de él dijo —Te pareces tanto a mí y a mi amada Isabel, lástima que eres hijo de Dylan, como daría por saber que mi amada y yo tuviéramos hijos como tú y tu pequeña hermana Amalia, si fuera el caso, no habría nadie en el mundo que les hiciera daño –se levantó y salió cerrando la puerta con mucho cuidado.

Lo que él no sabía, era que Derek no estaba dormido, sino que solo tenía los ojos cerrados, cuando sintió que alguien entraba a su cuarto cerró los ojos por inercia y ahí sintió una mano cálida taparlo suavemente, después besarle la cabeza y por último la voz de ese hombre, de su padre biológico decirle esas palabras, después de sentir la puerta de su habitación cerrada, se sentó con lágrimas en sus ojos —¿Por qué? –preguntó un desconcertado nene pensando en la calidez de su padre, Derek estaba realmente dolido en su corazón, no entendía nada, la forma mimosa de mencionar a su madre era realmente extraña, volvió a preguntarse —¿Por qué? ¿Por qué siento que mi padre no sabe de nosotros? ¿Por qué siento que mi madre nos está ocultando la verdad?

El Hombre del Dragón, un amor extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora