No obstante, en la sala privada donde se encontraba Magnum, la comida se daba de forma callada, sin ningún signo de afecto entre los presentes.
Al terminar el señor Antonio habló primero, para poder quebrar un poco el ambiente extraño —Magnum, quiero que te comprometas con Paola, ya es hora de que las dos empresas se unan, además, estoy interesado en colaborar en el proyecto de la Isla.
—Entiendo –dijo tomando un trago de Whisky de su copa —Está bien, pero el matrimonio no se puede efectuar por el pacto acordado, solo estaremos casados un mes, no más de eso.
—Pero ¿qué dices Magnum? ¿Cómo puedes tratar a mi hija de esa forma?
Magnum parecía todo un duque, más que eso, parecía un todopoderoso, su aura era imponente, causando impresión, sorpresa y sobre todo temor, su voz gruesa y poderosa sonó sin ningún tipo de afecto en ella —Las cosas son como las diré yo señor Antonio –hizo una pausa, tomó otro trago del líquido ámbar de su vaso de vidrio degustando sanamente, su voz sonó con otra tonalidad fría, dejando a padre e hija sin habla por un rato —Paola no es la mujer que me interesa, la única persona que he amado y seguiré amando se llama Isabel Victoria Donovan Clear De Dragon, mi esposa legal.
—Magnum, tengo entendido que su esposa está difunta, además, verás que una vez que pases tiempo con mi hija sé que lograrán enamorarse poco a poco, el amor se debe cultivar paso a paso –dijo el señor Antonio tratando de que su hija no sufriera las frías palabras de Magnum.
Pero un fuerte golpe en la mesa asustó al señor Antonio y a Paola —Dije que no amaré a más nadie que no sea Isabel Donovan o aceptan mis condiciones o dejamos este almuerzo hasta aquí.
—Papá debes calmarte –le pidió Paola mientras le tomaba las manos a su padre, miró a Magnum y le dijo —Magnum disculpa, yo no quiero que pienses que sustituiré a tu difunta esposa, es solo que me des la oportunidad de intentarlo, no perdemos nada con eso y por mi parte, acepto el plazo de un mese del contrato matrimonial –la mujer que se veía fuerte por fuera, era todo lo contrario por dentro, ya que ella estaba derrumbándose poco a poco, no logrando aguantar más les dijo —Ahora si me disculpan, debo ir al baño, que sigan disfrutando la comida por favor –y así se levantó una abatida Paola por la decisión de Magnum.
Magnum no respondió y siguió degustando el almuerzo y su bebida. Pero el padre de Paola estaba preocupado, su rostro estaba distorsionado por la conmoción de todo y la frialdad de Magnum —¿Hija estás bien?
—Sí papá, es solo que comí mucho, quiero pasar al tocador, con su permiso.
—Señor Antonio, a veces debes ser como tú hija, más razonable –escupió esas palabras frías sin mirar al señor Antonio, dejó el tenedor y el cuchillo y se levantó de su asiento —Ahora puedes seguir comiendo si así lo deseas, saldré a fumar un poco antes de que llegue tú hija –salió de esa sala que lo estaba sofocando, caminó con pasos firmes hasta la terraza del piso a fumar un poco.
Paola se dirigió al baño con la cabeza agachada y con brillantes lágrimas en los ojos, al entrar vio a una persona, pero no le prestó atención, no soportó aguantar más y cayó de rodillas con las dos manos en el rostro, la chica que ya estaba en el baño la miró con pesar, se arrodilló y le preguntó con una voz muy dulce —Señorita ¿Se encuentra bien?
Paola subió la cabeza y vio a una chica hermosa de ojos color como el atardecer, cabello naranja y piel blanca brillante, supo en ese momento que ella era la esposa del señor Dylan —Disculpe que la he asustado señorita.
—No, claro que no –Isabel le tendió la mano para saludarla —Mi nombre es Isabel y ¿Usted es?
Paola al escuchar el nombre Isabel por un segundo odió a esta mujer, pero ella no era la esposa de Magnum, no podía ser descortés con ella, así que la saludó —Sí, un gusto mi nombre es Paola.
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El Hombre del Dragón, un amor extraño
RomanceAquella noche de lluvia solo podía recordar ese magnifico dragón en la espalda de ese sexy y exquisito hombre ¡Demonios! Me dije en mi inconsciente ¿Cómo puede existir un hombre como el en este mundo? Moria por saber ¿Quién era? Pero a veces la curi...