Capítulo 30. ¡Hola! Pequeño caballero.

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Derek en su habitación estaba muy triste sin poder entender ¿Por qué su madre no le había dicho la verdad? ¿Por qué no fue sincera? Por lo menos con él, porque ella sabe que Amalia es muy niña, aunque sea inteligente y entienda todo lo que pasa a su alrededor, pero prefiere tener una barrera ante las cosas malas.

Derek se quitó los audífonos y se dirigió directo a la habitación de su madre para decirle que, si le daba permiso de ir a ver unos juegos digitales con un compañero de la escuela superior, con esa excusa le pediría a Raquel que lo lleve al corporativo Dragon.

Al salir de la puerta, su hermana Amalia salió frotándose los ojos.

—Hola hermanito ¿Vas dónde mamá?

—Sí, vamos juntos.

—Está bien –Derek le agarró la mano a su hermana y caminaron juntos hasta la habitación de ella.

Isabel y Liseika estaban riendo felices en la terraza de la habitación, era tanta su alegría que no se dieron cuenta cuando Derek y Amalia entraron.

—Mami –gritó Amalia.

—Mamá –dijo Derek.

—Niños ya se levantaron, vengan aquí mis amores.

—Buenos días, mami –le decía con una voz tierna y suave Amalia.

—Buen día, mamá –le respondió amablemente Derek —Mamá ¿Quién es está mujer bonita? –preguntó Derek con una sonrisa en sus labios.

—Mujer bonita ¡Ay, Dios! Hoy sí que tendré un día maravilloso –Liseika miró a su mejor amiga con unos ojos llenos de amor —Isabel ¿Por qué no me dijiste que tus dos hijos son realmente hermosos? –Liseika se giró para mirar a Derek y Amalia y les dijo a ambos —Hola niños, soy la tía Liseika.

—Esta mujer bonita es mi mejor amiga, es como mi hermana, pueden llamarla tía si les gusta –respondió Isabel a los niños.

—Hola tía Liseika, un placer conocerte soy Derek.

—Hola tía, soy Amalia, eres muy bonita ¿Puedo darte un abrazo?

—Claro que si hermosa, ven aquí, y tú hermoso ven también que su tía está muy feliz de conocerlos, pero es que mira que ojazos más hermosos tienes Derek, te pareces mucho a tu papá y tú Amelia, eres igualita a tú mamá –los niños disfrutaron de un rato los mimos que le entregaba Liseika.

—Mamá –llamó Derek —¿Me das permiso para ir donde un compañero a ver un nuevo juego digital en el que estamos trabajando? Le pediré a Raquel que me llevé ¿Puedo?

—¿Es una tarea?

—Sí mamá.

—Derek, yo quiero ir contigo –pidió Amalia.

—No, es tarea no juego.

—¡Eres malo! –bufó la pequeña con un puchero.

—Bueno está bien cariño, déjame hablar con Raquel –observó a su amiga —Liseika quédate con los niños un momento que bajaré a hablar con Raquel.

—Sí, está bien.

Isabel bajaba por las escaleras mientras gritaba el nombre de Raquel —Raquel, Raquel...

—Isabel estoy aquí –Raquel estaba comiendo, venía caminando con un panecillo en la boca y otro en la mano.

—Disculpa Raquel ¿Estás desayunando?

—No tranquila, ya terminé –le dedicó una sonrisa con algo de vergüenza —Dime ¿Vas a salir?

—Yo no, quería pedirte Raquel si puedes llevar a Derek donde un compañero a terminar un trabajo, él te dará la dirección.

El Hombre del Dragón, un amor extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora