Capítulo 3. La noche de la lluvia.

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Mientras las horas pasaban, Magnum estaba recostado en la silla con los ojos cerrados, ya que la herida le estaba molestando, mientras Isabel se mantenía callada y aburrida pero sobre todo intrigada por ese hombre, habían pasado exactamente dos horas, durante esas horas ella se estaba durmiendo en la suave cama hasta que llegó el asistente de ese demonio sexy de los miles infiernos, Isabel tuvo que levantarse de esa cómoda y suave cama, caminaron por otra puerta, justo saliendo por la parte trasera de la discoteca, Isabel seguía pensando que esa discoteca era muy interesante.

Después de llegar afuera, el grupo de hombres que estaba con Magnum se separaron en varios automóviles, mientras que él le pidió a Isabel que subiera a su automóvil, él decidió llevarla personalmente en su coche, un Rolls Royce último modelo, solo con eso se podía deducir que el hombre era una persona muy poderosa en Ciudad H.

Con esa idea, a la mente de Isabel venía el pensamiento del modelo de su automóvil, solo existen dos ejemplares, uno de ellos lo tiene la familia más poderosa de Ciudad G, los Clements y ahora él, cuando ella llegó a esa conclusión giró el rostro para mirar al hombre que venía manejando concentrado en la carretera, hasta verlo así era una total delicia para la vista, la voz de ella salió algo con dudas —Por casualidad ¿Tú eres Magnum Dragon?

Como él venía manejando concentrado, no la miró, pero esbozó una sonrisa tan bonita que la dejó babeando por él —Vaya, vaya... Parece que la pequeña cerdita al fin sabe quién soy.

—¡Maldición! — expresó ella en su mente, ya que la sorpresa en su rostro fue tan evidente, al punto que Magnum esbozó una sonrisa irónica y divertida, era sin duda una gracia para él, pero ella estaba molesta por como él le seguía llamando, así que le respondió —No me digas cerdita, tengo un nombre –hizo una pausa para mirarlo feo —Además, no se supone que tú matón me venía a dejar ¿Qué haces tú llevándome?

Magnum volvió a sonreír, su sonrisa era mágica para los ojos de Isabel —Por lo visto no te importa que sea el hombre más poderoso de toda Ciudad H, sabes que, sí deseo que desaparezcas, lo hago –hizo una pausa y la miró de reojo —Ahora dime Isabel ¿Seguirás retándome? –su pregunta la dejó callada, luego volvió hablar Magnum —Y sí te traigo yo, es porque ese matón como lo mencionas, me sigue atrás y prefiero ser yo quien te lleve porque me da mucha curiosidad por saber donde vives –confesó mientras su sonrisa no desaparecía de esos candentes labios.

Refunfuñando por todo Isabel se cruzó de brazos y le dijo, ya esta vez sin mirarlo —No me importa que seas el mismo papa en persona, no te tengo miedo.

—¡Bien! Rétame pequeña cerdita –después de esa última frase Magnum no espero ser chocado con fuerza por detrás, fue tanto la preocupación que por inercia miró hacia Isabel, viendo el aspecto asustado de la mujer le dijo en tono lleno de urgencia —Agárrate fuerte, están detrás de mí ¡Maldita sea! –golpeó con furia el volante.

Isabel solo veía como él miraba con esos ojos fríos por el retrovisor, maldiciendo y golpeando el volante de su automóvil, tomó su móvil y marcó el número de su amigo colocándolo en altavoz.

Llamada entrante, Darío

—Maldición Darío, ¿Acaso esos pedazos de inútiles infelices que tengo como cuidadores no estaban acompañándome? ¿Dónde demonios están?

—Discúlpeme señor Magnum, estamos retenidos, se nos escapó un carro mientras lo seguíamos.

—¿Y hasta ahora me lo dices? –solo se escuchó el ruido del móvil siendo colgado y este azotado en la parte de atrás del asiento, Magnum colgó furioso. Isabel solo lo podía mirar de reojo porque la realidad era que estaba muy asustada, su voz suave y gruesa volvió a sonar —Isabel no te asustes, te prometo que llegarás sana y salva.

El Hombre del Dragón, un amor extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora