Horas antes del encuentro entre Maximiliano Clements e Isabel Donovan.
Maximiliano caminaba con un porte de gran hombre, su contextura era llamativa, en sus dedos largos sostenía el móvil que se colocó en el oído, su voz fría y algo malhumorada salió —Moisés, ¿Averiguaste dónde se fue Magnum?
—No señor, no he podido saber a dónde ha ido, me ha costado mucho saberlo.
—Maldición, eres un inepto ¿Para que estas conmigo sino me sirves? averíguame eso de una vez –colgó sulfurado Maximiliano mientras esperaba el ascensor en el piso número sesenta y cinco, venía pensando en que hoy su secretaria le dijo que viene alguien para el puesto de asistente, mientras esperaba algo malhumorado el ascensor, a los pocos minutos se abrió y dentro solo estaba la hermosa de Isabel con la cabeza agachada y ella fijando su mirada en su móvil.
Como todo hombre, Maximiliano no reparó en lujuriar con sus ojos a la hermosa mujer, dándose cuenta de su exuberante cuerpo, su buen trasero y sus pechos, al acercarse dijo amablemente —Buenos días.
Isabel que estaba entretenida con su móvil y la charla con Liseika, levantó la vista, solo para que Maximiliano sintiera que su corazón se iba a salir de su pecho por lo desenfrenado que se volvieron sus latidos, él se fijó en esos ojos color avellana claros parecidos al sol de un atardecer, cabello naranjita, parecía un hermoso girasol, Maximiliano conversó con ella y le asombró cuándo le dijo que es Isabel Donovan, por un momento casi le da algo, quién iba a pensar que ella sería la hija de los Donovan, el destino es algo curioso e interesante y ahora le toca a él mover las siguientes jugadas de cartas porque el ¡Juego apenas ha comenzado!
¿Quién es Maximiliano?
Maximiliano Clements, tiene treinta años, vive en Chile, es el mayor accionista de toda la Ciudad G, desde pequeño le han educado bien pero después de la muerte de su madre y justo a la edad de diez años se hizo cargo de todo solo, sin ayuda de nadie, el apuesto hombre es alto, de cabello negro, ojos de color verde, tiene un cuerpo bien trabajado por la cantidad de ejercicio físico, es de tés blanca, él se considera el amo de todo lo que tiene, solo le hace falta una cosa en esta vida y es destruir a su némesis, Magnum Dragon y saber sobre el paradero de las reliquias de su familia, que en realidad no son de él, aunque él sienta que son suyas.
El mayor secreto que ni el mismo Magnum sabe, es que ellos dos, Magnum y Maximiliano son hermanos de madres distintas, pero del mismo padre, su madre sufrió mucho por culpa de él, por eso quiere muerto a Magnum, ya que él juró frente a la tumba de su madre que le iba arrebatar de las manos a Magnum todo, sobre todo su imperio.
Cuando Maximiliano conversaba con la hermosa Isabel, a esté le vino un recuerdo de su niñez, recordó que hace años cuando era pequeño viajó a Chile, pero en ese viaje lo habían raptado y una niña de ojos como el sol le salvó, le dijo su nombre, un nombre que nunca iba a olvidar, Isabel Donovan, el destino lo ha puesto nuevamente en el camino de ella y esta es una gran oportunidad para decirle todo lo que la ha estado añorando desde que la conoció.
Los dos se bajaron en sus respectivos pisos, cada uno a su siguientes funciones, Isabel se incorporó en sus funciones desde el día uno, mientras Maximiliano se fue a su oficina con la dicha de poder volver a ver a la mujer que más amó en su infancia, solo sentado al frente de su gran escritorio pensaba —Ahora teniéndola enfrente, deseó sentir esos labios rojos que tiene tan natural y hermosos, no puedo dejar de que mi corazón lata tan fuerte por ella, hoy la tendré más cerca de mí y con eso podré conocerla más –dijo Maximiliano con el deseo más grande de poder volver a verla nuevamente, pensando en ella decidió llamarla por el intercomunicador de las oficinas —Isabel, te necesito en mi oficina por favor.
ESTÁS LEYENDO
El Hombre del Dragón, un amor extraño
RomanceAquella noche de lluvia solo podía recordar ese magnifico dragón en la espalda de ese sexy y exquisito hombre ¡Demonios! Me dije en mi inconsciente ¿Cómo puede existir un hombre como el en este mundo? Moria por saber ¿Quién era? Pero a veces la curi...