Capítulo 13. Operación Dragon.

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Después de haber salido de las mazmorras, Magnum se dirigió a la casa de ellos dos, esa sería la casa de sus futuros hijos, el corazón se le rompió en mil pedazos al pensar que ella no estaría a su lado.

Él corrió dentro de la casa, una casa hermosa que ahora estaba reducida en cenizas, llamas ardientes por todo el lugar, toda la intensas llamas habían borrado su presencia, era una pesadilla para su corazón, su mente divagaba en miles de pensamientos —¿Qué voy a hacer sin ella ahora? Sin una vida a su lado, teníamos un futuro juntos.

—Jefe, no entre, hay mucho fuego, se puede hacer daño, señor no entre... –le gritaba uno de sus subordinados, pero era como si nada le importara, más que buscarla a ella, encontrar su cuerpo, saber que no estaba aquí en esta casa toda destrozada.

—Magnum, por favor –le gritó Darío mientras lo estaba reteniendo.

—Déjame Darío, déjame, debo buscarla ahora mismo, ella debe estar aquí adentro pidiendo que la rescate, ella... Yo debí protegerla –su culpa era más grande que cualquier dolor —¿Por qué no la protegí? ¿Por qué?

1:00 hora antes

—Siento que renací –dijo Isabel mientras se levantaba de la suave cama, después de dormir tanto, miró a todos lados y no vio a Magnum, miró la mesita de noche y encontró una nota de él.

—Amor mío descansa, te amo, nunca lo olvides o lo dudes, no quiero que te vayas a resfriar, abrígate por favor porque ya hace frío, con cariño y amor MD—

—Este hombre sí que es un amor –dijo ella en voz alta al leer la nota que le dejó Magnum, el corazón compasivo de Isabel saltaba de alegría con esas cartas, ella tomó la carta y dijo —Las guardaré para tenerlas como un gran recuerdo –se levantó y se dirigió al baño para darse una ducha, ya que se sentía pegajosa por toda la acción de la noche, mientras estaba en la gran tina, Isabel se puso a reflexionar sobre las palabras de Maximiliano: "Acaso lo perdonaste por matar a tu hermano Alexander" Ella suspiró con cansancio, se abrazó a sus piernas y se dijo a ella misma —Es raro todo pero debo confiar en Magnum, él me dirá toda la verdad de lo que pasó con mi hermano, sé que él no haría nada malo, además, pude ver en sus ojos que él quería mucho a Alexander cuando hablaba de él –Isabel salió de su trance, el agua de la bañera se estaba volviendo fría así que salió de ahí, tomó una toalla y se envolvió, en el guardarropa encontró mucha ropa para ella, buscó algo bonito y encontró un vestido blanco de flores de todo tipo, en ellas había encajes, era súper hermoso, se puso unas sandalias bajitas, un abrigo ya que estaban en pleno otoño y se sentía el frío de invierno. Después de arreglarse, iba a buscar su móvil y llamar a Magnum, pero el toque de la puerta hizo descartar la idea, respondió en tono suave —Adelante.

La persona que entraba no era otro más que Alex —Buenas tardes, señorita permiso.

—Adelante Alex ¿Qué tal? ¿Cómo estás?

—Bien señorita –Isabel vio que estaba algo nervioso —Necesito decirle algo muy importante.

—¿Sucede algo malo Alex? –el primer pensamiento de Isabel fue sobre ese hombre de ojos azules —¿Le pasó algo a Magnum?

—No, él está bien, pero debemos irnos ya de esta villa.

—Irnos ¿A dónde? y ¿Por qué? –preguntaba dudosa Isabel sin entender la actitud de Alex —Me estas asustando Alex ¿Qué pasa?

—Disculpe, sé que es raro y quizás no me crea, pero escuche a Darío y al jefe decir que iban a incendiar toda la casa con usted dentro, necesito sacarla de aquí señorita Isabel, hágame caso, le agarré cariño y no es justo que le pase algo malo e inhumano, por favor venga conmigo.

El Hombre del Dragón, un amor extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora