Capítulo 5. ¿Firmas?

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Al abrirse la puerta, la mirada de ambos se encontró y ahí venía Magnum tan majestuoso e imponente con un maravilloso traje negro, haciendo que sus ojos azules fueran más brillantes, Isabel por inercia se tapó con las sábanas blancas, mientras que él se acercaba con una bandeja con comida.

—Buenos días, mi dulce Isabel –dijo Magnum mientras se acercaba a ella, se sentó al borde de la cama y acercó el desayuno a la mesita de noche, su mirada era muy suave —¿Cómo dormiste mí amor?

—Creo que bien –dijo ella con la vergüenza reflejada en sus ojos, ambos por segundos quedaron en silencio, luego la voz de ella volvió a sonar —¿Dónde estamos?

Magnum la miraba con ternura, como si mirara lo más hermoso y valioso de su vida —Estamos en nuestra casa querida.

La repentina confesión dejó un poco inquieta a Isabel —¿Nuestra casa? No entiendo a qué te refieres Magnum.

—No es difícil de entender mi amor –se acercó a ella y con su dedo le colocó un mechón de cabello naranja en su oreja, su color blanco combinaba muy bien con su sonrojo natural —Esta casa es de nosotros mi amor –miró como esa pequeña y hermosa mujer se tapaba el cuerpo con nerviosismo.

—¿Cómo llegamos anoche? No recuerdo nada después –ella dejó de hablar por segundo porque sentía mucha vergüenza.

—Eres tan tierna y dulce mi bella Isabel –se acercó a ella y le dio un beso tierno en la frente —Yo te traje a la casa, anoche estabas muy agotada, es normal al ser tu primera vez mi amor y no te preocupes que yo me encargué de bañarte bien y colocarte el camisón que usas ahora.

Isabel se miró la ropa, viendo en ella un camisón de color verde oliva, era cómodo, suave y hermoso, ella le agradeció —Gracias Magnum, dime ¿Cómo sigue tus heridas?

Magnum se tocó por inercia el abdomen, pero en su corazón sentía esa calidez en la que ella se preocupaba por él, esa sensación era realmente única y especial, su voz suave volvió a sonar en la habitación —Tranquila, ya está mejor –él hizo una pausa y le dijo a ella —Querida, quiero que vivas conmigo desde ahora.

La sorpresa en los ojos debió ser algo gracioso, porque Magnum tenía una sonrisa en sus labios —¡Maldición! ¿Cómo se puede ser tan sexy cuando se sonríe? –pensó ella mientras lo miraba para luego decirle —¿Qué? ¿Es una broma no?

—Pues claro que no –se acercó más a ella para reducir la poca cercanía entre ellos, alzó una de sus manos para posarla en su mejilla y decirle —Mi amor, te lo dije anoche, sellamos nuestro pacto de amor, o deseas que te recuerdes como me pedías que siguiera...

—No –le tapó ella los labios con una de sus manos, a la cual la beso con cariño haciendo que se sonrojara con ese acto —Ya basta por favor –dijo con mucha vergüenza en su rastro —Deseo bañarme primero, así que podrías por favor salir.

—Pues claro mi dulce mujer, te llenaré la tina para que te relajes, puedes sacar ropa del ropero, son todas para ti.

Isabel solo podía mirar como Magnum entraba al baño y abría el grifo para que la tina se llenara —Pues gracias Magnum.

Le dedicó una sonrisa suave —Tranquila cariño, todo esto es para ti –se acercó a ella y le dio un hermoso beso, el tacto de sus labios era la mejor sensación de todas.

Isabel todavía estaba tratando de asimilar todos los acontecimientos que pasaron en la noche anterior, ella se levantó de la cama, entró a la bañera dejando que el agua fresca y aromática se impregnara en su cuerpo, vio los chupones tan evidentes, con tonalidades entre rojo y violeta, ella recordó todo y solo podía sonrojarse de la vergüenza, podía asegurar que estaba borracha, no de licor sino por el deseo de ser la mujer de ese demonio de hombre —Ahora ¿Qué demonios va a pasar conmigo? –fue la pregunta que ella se formulaba en la mente —Acabo de darle mi virginidad a un total extraño, maldición, maldición... –Isabel salió del baño y rebuscó en el gran ropero, solo para darse cuenta de la gran cantidad de ropa linda y sobre todo de gran calidad —Claro, él es un millonario –dijo en voz alta, mientras se decidía por un vestido holgado de algodón de color rojo vino con tirantes gruesos. Mientras se vestía, su móvil que estaba en la mesita de noche conectado a su cargador empezó a sonar con el tono de mensajes, lo tomó y vio que era un mensaje de WhatsApp de su mejor amiga Liseika.

El Hombre del Dragón, un amor extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora