Capítulo 34. ¡Sin Noticias!

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En el automóvil camino al Hospital Central de Ciudad H, iba Magnum quien llevaba a su hija dormida en sus brazos, la pequeña tenía una carita muy pobre, su corazón le dolía por verla así, sobre todo porque no supo cómo cuidarlos y al verla así, solo le acumulaba más el dolor en su corazón, lo otro era que su hijo mayor desapareció, Amalia agarraba con mucha fuerza la mano de Magnum para no soltarlo, ella abría poco a poco los ojos y Magnum no se había dado cuenta que Amalia lo miraba con esos mismos ojos bonitos parecidos a Isabel, tan hermosos como el sol, como un atardecer, ella lo miraba fijándose en todo el rasgo de él, en su nariz perfilada y perfecta, en su barba grande y graciosa, en su cabello largo agarrado de una coleta, sus hermosos ojos azules como los de su hermano Derek.

Ella acerca su manito al rostro de su padre para limpiarle las lágrimas —Papito no llores, sino el océano en tus ojos se puede agotar.

La pequeña y tierna voz de Amalia hizo que Magnum mirara hacia abajo —¿Eh? Princesita te has levantado.

—Sí papito, sabes te amo mucho, eres un hombre muy guapo y ya sé porque mamá te ama, dime papito ¿No me vas a dejar sola de nuevo verdad? –la pequeña jugó con sus manos algo apenada, su pequeño rostro encañador estaba colorado de vergüenza ante su padre —Papá, yo te pido disculpas porque yo sabía que Dylan no es mi padre, pero le decía papá porqué fue muy amable conmigo, yo sabía desde hace mucho que eras tú nuestro padre, pero tenía miedo de que me rechazaras ¿Me perdonas?

Magnum sentía que su corazón se destrozaba en miles de pedazos, su pequeña niña no merecía eso —No mi niña hermosa, no tienes que pedirme disculpas, el que debe pedir disculpas soy yo por demorar en llegar por ustedes, pero juro que más nunca los dejaré solo y te prometo que encontraré a Derek, papá te lo promete.

—Está bien papito –le dijo ella mientras le sonreía felizmente y se agarraba al suéter negro de su padre con mucha fuerza.

—Ahora sigue durmiendo mi pequeña bebé que pronto llegaremos al hospital con mamá.

—¡Bien!

Amalia se acurrucaba en los brazos de Magnum, él la miraba con una sonrisa hermosa y radiante, llena de satisfacción de tener una hija tan bonita como ella, pero a la vez era una sonrisa de miedo y frustración por perder a su hijo mayor de la forma más tonta, pensando en que debió llevarse a sus hijos la primera vez que supo que eran de él, pero ya el hilo del destino sigue y no se puede echar para atrás nada de lo que ha pasado hasta ahora.

—¿Darío, alguna noticia del equipo?

—No Magnum, todavía no tenemos nada.

—Maldición, me siento un fracaso como padre, he realizado los mejores negocios y los más peligrosos, pero jamás me he sentido un total fracaso como padre.

—Hermano no digas esas cosas, estás iniciando en esta etapa, además, tenemos un equipo muy bueno, tendremos pronto noticias de Derek.

—Eso espero, ahora me da tanto miedo como reaccionará Isabel al no vernos con Derek.

—Sé que ella es más fuerte que tú, sabrá entender todo y solo debes tener paciencia con todo Magnum.

—Sí, eso espero.

En una remota habitación de una de las miles propiedad de Dylan, estaba él con Mario conversando.

—¿Dylan estás seguro de esto? Él es solo un niño, no puedes hacerle daño a un niño tan pequeño, es inhumano –dijo Mario algo asustado.

—Cállate y no me presiones más, Isabel debe saber que conmigo no debe jugar y nunca debió jugar, ahora llama al doctor Charlie, necesito que prepare todo.

El Hombre del Dragón, un amor extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora