Capítulo 36. Él no es Derek, ¿Dónde esta mi hijo?

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Y sin haber esperado el tiempo, un mes pasó como un pestañeo, Isabel en compañía de su hija Amalia fueron al hospital de Susana para ver cómo iba él desarrollo del bebé, ella ya tenía tres meses de embarazo, cuando Susana le dijo el tiempo, Magnum y ella se dieron cuenta que la última vez que estuvieron juntos fue en la oficina y ya habían pasado exactamente tres meses, ahora ya estaba confirmado que tenía tres meses de embarazo, a diferencia de su primer embarazo, en este ha tenido más síntomas, añadido a eso, está más sentimental, por todo llora, se enoja, se pone feliz, en fin, un embarazo diferente.

Después de salir de su consulta, ella se fue para hacerle unos chequeos a Amalia que llevaba varios días con mucha fiebre, la trajo porque estaba muy preocupada por ella, pero la realidad de la enfermedad de Amalia era que extrañaba a su hermano y como dice un famoso dicho: "Los mellizos sienten todo, aunque estén separados".

Este era el caso de ellos dos.

—Mami, Derek no está bien, él está muy triste –dijo la pequeña Amalia.

—¿Triste? ¿Por qué piensas esas cosas mi amor? Deja de pensar en cosas malas, tú hermano estará bien, papá pronto vendrá con él.

—Mami, Derek no está... –antes de terminar la frase, la pequeña Amalia se puso a convulsionar, Isabel llamó asustada a Susana.

—Susana, Susana ayúdame, mi hija... –se escuchó un sonido fuerte de caída, ese era el cuerpo sin fuerza de Isabel al caer al suelo, toda la presión y la preocupación la tenían muy tensa, estaba al límite haciendo que su propio cuerpo reaccionara para ayudarla.

Susana entró apurada después de los gritos, solo para encontrarse a Isabel en el piso y a la pequeña convulsionando —Carla, llévate a la señora Isabel al cuarto de al lado, Carolina, tráeme dos centímetros cúbicos de Zonisamida.

—Sí doctor Susana, enseguida –dijeron las dos enfermeras al unísono y con gran rapidez entraron en acción.

Susana ya tenía todo bajo control, a las pocas horas Amalia se levantó tranquila, la convulsión fue debido a la fiebre alta, le dio medicamentos especiales para su edad, mientras le inyectaba un suplemento alimenticio y otro para ponerla a descansar, se alejó de la cama de ella para notificarle a la enfermera que llevara a Amalia a la habitación de su madre, mientras ella revisaba a Isabel, las enfermeras asistían a la pequeña Amalia.

—Susana –llamó débilmente ella.

—Hola señora Isabel, la pequeña Amalia está descansando ahora mismo, ya logramos bajarle la fiebre, la convulsión se debió a la alta concentración de calor corporal en su cuerpo, no es nada para preocuparse, ahora necesito que se tome este suplemento de Hierro, debe recordar que está embarazada, por ende, debe comer en las horas indicadas.

—Gracias Susana, dime ¿Raquel ya llegó?

—Sí, la está esperando afuera ¿Quiere que la haga pasar?

—Sí por favor.

Se giró para mirar a la enfermera —Carla dígale a la señorita Raquel que pase por favor.

—Sí doctora.

Susana esperó que Raquel entrara y le dijo a Isabel —Me retiro por el momento señora Isabel, cualquier cosa me avisa, vendré en una hora a colocarle el medicamento a la pequeña.

—Gracias otra vez.

Susana y Carla salieron de la sala cuando Raquel entró, Susana saludo a Raquel, ésta le devolvió el saludo y se acercó a Isabel —Isabel ¿Cómo te sientes?

—Hola Raquel, solo un poco débil, dime ¿Has tenido noticias de Magnum o Darío?

—No, lo siento, no he podido contactar con ellos, ya han pasado diez días y no hemos tenido contacto con ninguno, la verdad espero que todo esté bien.

El Hombre del Dragón, un amor extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora