XIII pt.1

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Dos dias era más que suficiente para Minho.

Antes de que lo internaran en aquella pocilga se habia encargado de muchos trabajos de todo tipo. Si bien no era la vida que él habia querido tener, era la que le tocó y tuvo que hacer cosas impensables para poder sobrevivir en aquel mundo putrefacto.

Desde que era un niño habia presenciado el lado más oscuro del ser humano. A diario escuchaba gritos, gemidos de dolor y golpes, muchos golpes; todos en su propia casa, en el lugar donde deberia haber paz y tranquilidad, el lugar al que deberia llamarse hogar. Pero todo lo que habia en esa casa era dolor, ira y alcohol, mucho alcohol.

Dia y noche tenía que presenciar como el ser al que debía llamar padre maltrataba a su madre, un niño de tan solo cinco años que tenia que ver cómo su madre era golpeada descontroladamente por su padre alcoholizado mientras se escondia en un armario, temeroso con los ojos bañados en lágrimas de impotencia.

Nunca tuvo una vida de lujos, mucho menos envuelto en un ambiente de amor y cariño, su madre trabajaba de mesera en bares de barrios bajos todo el día para poder darle de comer a él y a su padre, quien se la pasaba bebiendo ya sea en clubes o incluso dentro de la casa.

Claramente no fue de extrañar que el odio hacia su progenitor fuera intensificandose con el paso de los años, hasta que a los trece años, la gota rebasó el vaso.

Estaba de regreso de la escuela, la cual no era la gran cosa, pero era lo que su madre podía pagar con el bajo sueldo que recibía. Y si bien odiaba estar en casa, no podia esperar a recibir un abrazo y un beso de su madre luego de una larga jornada de estudios.

Pero cuando abrió la puerta de su casa un escalofrio le subió por todo el cuerpo y se paralizó en terror, sus ojos no pudiendo creer lo que estaba viendo.  Su padre estaba encima de su madre desnuda e inconsciente, con un pequeño pero alarmante charco de sangre rodeando su cabeza mientras su cuerpo se sacudia por las embestidas que el hombre le daba erraticamente.

Sus recuerdos sobre lo que pasó después no eran claros, solo podía recordar el cuerpo de su madre siendo cubierto por una sabana blanca y a los oficiales metiendo a su padre en una patrulla a empujones.

Sin familiares que lo acogieran pues ninguno fue a dar la cara por el hijo de aquella mujer, quedó solo y desamparado, sin saber qué hacer o de donde conseguir dinero y comida. Estaba condenado a morir de hambre.

Hasta que en una noche fria mientras vagaba por las calles de Seúl y pasaba por uno de esos bares que parecían lujosos pero que disfrazaban una gran empresa de contrabando, se topó con un señor en traje blanco que fumaba al pie de las escaleras que daban a la entrada del lugar.

Tenia planeado simplemente ignorarlo y seguir con su camino para evitar problemas, pero este hombre lo miró y se acercó a él a paso lento hasta que se detuvo frente a él.

— ¿Qué hace un chico como tú vagando por las calles a estas horas? — Dijo el hombre mientras soltaba humo por la boca. No debía tener más de treinta años, pues su cabello oscuro azabache y piel lisa decían mucho.

Minho se encontró reacio a responder a la pregunta de aquel extraño, pues recordaba muy bien las palabras de su madre al decir "No hables con extraños, más si estos parecen con malas intenciones". Y este hombre frente a él tenía pinta de ser algún extorsionista, mafioso, asesino secuestrador.

¿Estaba siendo un poco paranoico?

— Veo que eres callado,  dime, ¿tienes hambre?  — El hombre esperó por una respuesta pacientemente, y su mirada insistente fija en Minho lo incitó a responder no muy seguro.

— ¿Qué le importa? — Intentó moverse para seguir caminando, pero el hombre se interpuso en su camino de nuevo con una sonrisa en su cara, cosa que estaba haciendo a Minho sentirse un poco ansioso, temeroso a que le fuera a hacer algo.

— Esa no es la forma de responder a alguien que quiere ayudarte, ¿lo sabias? — Tomó una calada del cigarro a medio acabar en su mano, soltando el humo antes de decir de nuevo — Suponiendo por tu apariencia y forma de responder, estas solo, ¿no?

Minho no respondió.

Ok, debía prepararse para salir corriendo en cualquier momento.

— Bien, tomaré eso como un si — Sonrió — Te tengo una propuesta, ¿de acuerdo?

De nuevo, Minho se quedó en silencio. Y si bien sus palabras sonaron tentadoras, aún no se podía fiar de un hombre que le había hablado de la nada en medio de la noche.

— Te ayudaré, te daré comida, un hogar y demás— hizo una pausa, como si analizara la reacción del menor— A cambio de que trabajes para mi, claro.

Minho lo miró dudoso, no sabiendo si iba en serio o si era un broma y luego de aquello lo secuestrarían y matarían para luego dejar su cuerpo sin vida en algun lugar recondito de ese país.

En fin, si resultaba ser así, estaría muerto de todas formas, ya intentara escapar o no. No tenía nada que perder despues de todo. Y si en realidad ese hombre en serio decía la verdad, podría por fin salir del agujero oscuro que era su vida en esos momentos.

Estaba dispuesto a tomar el riesgo.

— ¿Trabajar en qué? — Si bien la propuesta era dudosa, no podia haber algo peor que andar vagando por ahí sin comida y agua, o dormir en la suciedad y frio de los callejones muerto de hambre.

En ese tipo de momentos el instinto de supervivencia podía ser más fuerte que el miedo.

El hombre pareció alegrarse por la pregunta.

— Trabajarás para mi, haciendo recados y entregas, entre otras cosas. Te daré más detalle en caso de que aceptes. — Se encogió de hombros, no dando mucha información. — No tengo mucho tiempo, así que.. — Miró el lujoso reloj en su muñeca antes de seguir diciendo —¿Aceptas o no?

Y una vez más se lo pensó. No era una oportunidad que se le presentaba a cualquierna, mucho menos en la situación en la que se encontraba. Tal vez esta era la única vez que algo asi le sucedería, y no podía evitar verlo como una salida, una esperanza, una forma de salir del mundo deprimente en el que estaba.

Conseguiría trabajo, eso significaba tener dinero, lo que significaba sustento para una vida.

Esa era razón suficiente para que aceptara.

— Si.. — murmuró con temor, pues no sabia qué sucederia una vez diera una respuesta, y solo habian tres posibilidades:

Lo secuestrarían y violarian para luego matarlo y dejarlo por ahí.

Le darían trabajo y podria conseguir una buena vida.

O el hombre se reiría y se largaría luego de destrozarle la esperanza a un chico.

Y Minho solo esperaba que no fuera la primera.

El hombre asintió, tomando una calada de su cigarrillo para luego tirarlo al suelo y apagarlo con la suela de su zapato.

Y para sorpresa de Minho, este extendió su mano hacia él.

— Bien, mi nombre es Yang Yang, ¿Cuál es tu nombre?

— Lee Minho.. — Dudosamente estrechó la mano con aquel hombre que se convertiría en su jefe, y en la persona que le enseñaria todo sobre el mundo bajo.

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Honey~

REO 《MinSung》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora