XXVIII

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La situación en el hospital era, en pocas palabras, caos.

El doctor Im bajó de la camioneta a pasos apresurados, adentrándose directamente al hospital, caminó por un par de pasillos hasta llegar a la sala de emergencias, donde doctores caminaban de un lado a otro sin parar.

Notó a varios hombres de negro custodiando el área, lo que lo hizo saber que estaba en el lugar correcto, pues no había nadie más que Lee Minho dentro de aquella sala de emergencias.

En el camino de la prision hacia el hospital, un hombre le había informado todo lo ocurrido, al menos lo que requería saber. Y había sido sorpresa para él saber que Lee Minho no se encontraba dentro de la prision hacia varios días, mas ahora comprendía el porqué Jisung se había presentado en su consulta sin la compañía del pelinegro.

Mayor fue su sorpresa cuando le informaron del estado de este.

A un lado del pasillo se encontraban sentados todo el escuadrón de Minho, en sus caras estaban plasmadas la seriedad, sin dejar ver lo que realmente estaban sintiendo en el interior, pues debían mostrarse firmes, así debía ser dentro de la mafia.

Fue guiado dentro de las puertas de emergencia, encontrándose con una habitación pulcra, llena de suplementos médicos, doctores y cirujanos rodeando una camilla en el centro. A comparación del caos afuera de aquel cuarto, este se encontraba en completo silencio, solo siendo escuchado el pitido de la máquina que medía el pulso cardiaco del paciente.

Rápidamente tomó unos guantes esterilizados y la ropa adecuada para la operación. Había sido enviado allí por el hecho de que era quien había tratado a Minho en varias ocasiones anteriormente, también por la experiencia y confidencialidad del caso.

Allí se encontraban cirujanos y doctores afianzados con la mafia, personas que guardarían el secreto de la presencia de Lee Know en aquel hospital hasta que pueda ser enviado de nuevo a prision.

Era una situación sin precedentes, el líder Yang de seguro estaría moviendo cielo y tierra para impedir que el gobierno se entere de lo que estaba sucediendo esa noche, sobre todo de la ausencia de al menos cinco reos dentro de la prisión.

Se acercó a la camilla e intentó no mostrar su sorpresa al ver el estado del hombre en aquella camilla, tenía dos orificios: uno en el abdomen y otro cerca de su clavícula, ambos siendo letales si no eran tratados a tiempo.

Las posibilidades de supervivencia en ese momento eran muy bajas, pudo determinar. Pero tratándose de la mano derecha del líder de la mafia, tendrían que hacer todo lo que estaba en sus manos para salvarlo. De lo contrario, nada bueno les esperaría a todos en aquella habitación.

[.]

6 horas habían pasado desde que Lee Know había sido ingresado a la sala de emergencias, y la tensión en el pasillo de espera podía sentirse en el aire, tan tenso que podría ser cortado con una tijera.

Ya había amanecido y todos allí estaban cansados, pero ninguno se atrevía a pegar un ojo. BangChan estaba sentado en la silla con Felix a su lado, mientras ChangBin no paraba de caminar de un lado a otro.

— Si sigues moviéndote te prometo que me voy a volver loco — habló BangChan, mirando de mala gana al menor, que simplemente ignoró sus palabras haciendo que suelte un suspiro cansado.

— ¿Has sabido del jefe, Felix? — volvió a hablar el rubio, recibiendo una negación por parte del menor.

— Nada desde que llamó hace 5 horas diciendo que se iba a encargar de asuntos urgentes — el menor dejó su teléfono de lado, recostando su cabeza en el hombro del mayor. — Al menos se cumplió el objetivo de la misión, acabamos con todas las sedes de Seúl de la mafia enemiga, no volverán a molestar más.

— Una pena que no hayamos podido encontrar al Jefe y a su hijo — gruñó el mayor — Esas ratas no dudan ni un segundo en esconderse como maricas.

— Solo es cuestión de tiempo para que los encontremos, de todos modos no pueden salir del país — restó importancia, cerrando los ojos.

El mayor no dijo nada más, fijando su mirada en la puerta blanca al final del pasillo, nadie había entrado ni salido hace horas, no había quien les informara de lo que estaba sucediendo allí adentro.

Se dedicó a cerrar los ojos al igual que Felix, necesitaba descansar un poco, había sido una noche agitada y el no haber pegado ojo toda la noche le estaba empezando a cobrar factura.

No pasaron ni diez minutos cuando escuchó la puerta al final del pasillo abrirse, fue como una alarma en su cabeza. Abrió los ojos de inmediato y se levantó sin pensarlo dos veces, mareándose en el proceso.

Vió como el doctor Im, el que había visto algunas veces en la prision, salía por la puerta dirigiéndose directamente hacia donde él estaba.

— BangChan, ¿cierto? — fue lo primero que dijo, recibiendo un asentimiento. Felix y ChangBin también escuchaban atentos a lo que el doctor decía — Fue una operación bastante complicada, incluso casi no logramos salvarlo ya que había perdido mucha sangre, pero logramos estabilizarlo.

Aquello fue como quitarles un gran peso de encima, sin saberlo, habían estado aguantando al respiración.

— Estará internado un par de días como mucho, luego podrán llevarlo a la prision de nuevo. — Habló el mayor, recibiendo un asentimiento por parte de los tres hombres.

El hombre procedió a irse, no podía estar mucho tiempo fuera de la prision ya que dejaría el consultorio a solas, por lo que, con un asentimiento se despidió de los hombres de la mafia antes de salir por la puerta donde le estaría esperando una camioneta negra.

Por otro lado, BangChan pudo por fin respirar en paz, tomó su teléfono procediendo a llamar al único número grabado en él.

— Lee Know está estable, ¿Que vamos a hacer ahora? — habló en seguida.

— Mi padre se ha reunido con algunos ministros, harán oídos sordos acerca de lo ocurrido, tenemos tres días para devolverlos a prision— habló la voz al otro lado de la línea. — Iremos a verlos en un par de horas, pueden descansar.

Y con eso, cortó la llamada, suspirando.

El rubio miró a ChangBin y Felix, quienes lo veían con suma atención esperando a que dijera algo. Simplemente soltó un suspiro y caminó hacia la habitación donde Minho estaría reposando por esos dos días, siendo seguido muy de cerca por los dos menores.

Cuando abrieron la puerta blanquecina se toparon con una habitación amplia, la camilla donde el pelinegro reposaba en medio de la habitación con varias máquinas y cables rodeándola. El sonido de la respiración pausada del mayor era lo que se escuchaba en la habitación acompañada de los pitidos que emitía la máquina a su lado.

Para los tres, aquella imagen era algo difícil de ver, nunca habían visto al mayor tan herido, normalmente solo eran roces de balas o incluso pequeñas apuñaladas, pero nada grave como para llegar a atentar contra su vida.

Esta vez había sido grave, estuvieron a punto de perder a su líder, a un hombre que los tres apreciaban con su vida y con el que habían pasado muchos años de trabajo.

Pero cómo decían algunos, hierva mala nunca muere.

— Descansemos acá, el jefe Yang y Jeongin van a venir en unas horas — Dijo el rubio, tomando asiento en uno de los muebles que había en la habitación. — Ha sido una dura noche, es mejor recobrar energías mientras podamos.

Los otros dos asintieron, sentándose en otros dos muebles y cerrando los ojos, por fin pudiendo descansar al menos en poco.

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Honey~

REO 《MinSung》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora