XVIII

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Jisungie — aquella joven mujer de tan solo 22 años llamó al pequeño niño de 4 años que se encontraba dibujando en el piso de aquella sala.

La mujer revisó la hora en el reloj de pared que se encontraba a un lado de la cocina con preocupación, marcaban las 7 p.m.

— Ya es hora, ven bebé — Llamó de nuevo haciendo que el pequeño se levantara de su lugar con desgano y corriera hacia ella, quien se acuclilló para estar a su altura — Ve a tu cuarto y haz como practicamos, ¿si? Solo será por un par de horas, ¿de acuerdo?

El pequeño asintió con su sonrisa borrándose de su cara y un escalofrío recorriéndole la espina, no le gustaba ese juego y menos cuando perdía.

La mujer lo tomó por sus pequeños y frágiles bracitos y lo cargó escaleras arriba, recorrió aquellos pasillos blancos y de escasa personalidad, no habían cuadros, no habían retratos, no había flores ni colores, solo un pasillo largo con puertas blancas a los lados.

Llegó a la puerta del fondo y la abrió, dejando ver un cuarto no tan distinto al pasillo, solo una cama y pocos cuadernos de su escuela.

Han SooHee dejó a su bebé en el piso, volviendo a acuclillarse y mirar fijamente a su hermoso hijo, acarició su abultada mejilla notando cómo sus ojitos se aguaban.

— No quiero seguir jugando este juego mami — con sus tiernas manos tomó las de su madre, no queriendo que se alejara. Su madre sintió como el corazón se le caía en pedazos, ella también deseando no jugar más.

Abrió la boca para responder, pero el sonido de la puerta principal abriéndose y cerrándose estruendosamente la interrumpió. El corazón se le aceleró y se apresuró a despedirse de su hijo.

— Jisungie, recuerda, no salgas hasta que yo te avise, ¿si? — vió como negaba, empezando a derramar lágrimas, no quería que se fuera, no quería que le hicieran daño.

—No mami, no te vayas — la mujer simplemente miró a su bebé, no teniendo tiempo para consolarlo. Acarició su mejilla con su pulgar. Mirándolo con dolor, se acercó y le dió un casto beso en su frente.

— No salgas, ¿si? Te amo.

Con mucho pesar se levantó, empezando a escuchar pasos acercándose. Cerró la puerta y caminó por el pasillo hasta llegar al comienzo de las escaleras, a lo lejos divisó en la cocina a aquel hombre, que no había hecho nada más que hacerles la vida imposible a su hijo y a ella.

Bajó lentamente, no queriendo hacer más ruido de lo que le gustaría. Caminó hacia la cocina, donde su "esposo" se encontraba.

En silencio, cómo le gustaba a aquel hombre, procedió a servir la comida, colocando un plato frente a él repleto de comida y uno para ella, asegurándose de dejarle a su hijo para después.

Se aseguró de no mirar al hombre para evitar cualquier pelea o disgustos, pero como era de esperarse, el hombre ignoró la comida y la tomó de la cintura para atraerla y empezar a besar su cuello desmedidamente.

— ¿q-que haces? — se intentó resistir, alejándose, pero el hombre la tomó de la cintura con mucha fuerza, haciéndole soltar un quejido. — Detente.

— Quédate quieta, ¿no ves que vengo cansado del trabajo? Hoy estuvo muy ajetreado. — la zarandeó mirándole con enojo — haz tu puto trabajo y sirve para algo.

El hombre procedió a tomar su ropa inferior e intentar quitarla, pero la mujer detuvo su mano en ese mismo segundo.

— J-Jisung podría ver, por favor, detente.

REO 《MinSung》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora