XXXI

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— ¿Qué mierda acabas de decir? — las voz del chico salió en un gruñido, sus tiernas facciones deformándose en una mueca de furia.

— El plan de ataque a la mafia Yang fracasó, las sedes fueron eliminadas, pero su padre logró huir fuera del estado — Repitió una vez más, observando fijamente cómo aquel chico frente a él lo miraba con los ojos hechos llamas de ira.

— ¿Me están jodiendo, cierto? — Jimin bufó una sonrisa sarcástica, no pudiendo creer lo que le estaban diciendo ¿Tan rápido su padre la había cagado? — Entonces, ¿Cuándo voy a salir de aquí?

— No lo sabemos aún, joven Park..

El pelo rosado tuvo que tomar un largo respiro para buscar un poco de control, pues sus manos picaban en necesidad de agarrar a aquel hombre frente a él por el cuello y estamparlo contra la pared de concreto. En cambio, se tomó el pelo y lo apartó de su rostro, buscando un poco de calma en aquella acción.

— Si las sedes del estado fueron eliminadas eso significa que no habrá refuerzos cuando tenga que salir de aquí cuando mate a Lee Know — Dijo más para si mismo que para el otro — Entonces estoy jodido — terminó por sonreír estupefacto — Es cuestión de tiempo para que Lee Know me mate, porque estoy seguro de que ya debe saber quien soy.

La sonrisa de su rostro desapareció en una milésima de segundo, volteando a mirar al informante a los ojos, sus facciones endureciéndose, luciendo como un depredador preparándose para atacar.

— Dile a mi padre que prepare al menos una camioneta para dentro de una semana, sin falta — El hombre asintió, no pudiendo negarse cuando la mirada del otro gritaba "hazme enojar un poco más y te mato aquí mismo". Sin decir nada más le dedicó una reverencia antes de salir casi corriendo de allí.

Park Jimin soltó el aire de sus pulmones en un resoplido, mirando a todas partes sin saber muy bien cómo actuar ahora que estaba atrapado allí con el reloj haciéndole tick tack en oído. Tenía que hacer algo rápido, porque estaba seguro aquel pelinegro no dudaría en desgarrarle la garganta cuando lo viera.

[.]

Jisung caminaba a su celda, sentía su pecho estrujarse, pues estaba en una encrucijada mental.

Se supone que debería estar feliz, pues Minho había vuelto, no sano, pero sí vivo como al menos esperaba. Pero ahora parecía que había hecho al mayor enojar y no sabía que hacer.

Se sentía confundido, su mente hecha una maraña de pensamientos intentando entender la situación y poder actuar en base a eso, pero su experiencia en estas situaciones era nula. Confiaba en Jimin, no había forma de que todo lo que habían hecho los últimos días hubiera sido algo planeado, ¿Cierto?

Cuando menos se lo esperó, escuchó una voz dulce llamarlo por la espalda, volteó para encontrarse con un sonriente peli rosado corriendo hacia él.

Intentó forzar una sonrisa.

— ¡Hey! ¿Todo bien, Hannie? — El Chico saludó, con la típica sonrisa que siempre le regalaba. Una vez más Jisung se preguntó si Minho mentía, pues no había forma que esa sonrisa no fuera genuina. — ¿Cómo te fue en la enfermería? Lo siento por lo de antes, no sabía-

— Está bien, Jimin Hyung — Está vez le dedicó una sonrisa menos forzada al notar la preocupación del otro, relajándose un poco — Minho Hyung al parecer se lastimó un poco.

El peli rosado lo miro con confusion, algo preocupado.

— ¿En serio? — formó un puchero con sus labios — No sabía que conocías a otros Hyung aquí, Hannie. ¿No piensas reemplazarme, cierto? — El mayor le dedicó una mirada de bambi al menor, notando cómo este bajaba la suya algo nervioso.

REO 《MinSung》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora