XXVI

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Bueno, ya le habían descubierto, ya no había necesidad de esconderse.

— Minho...

Escuchó una risa nasal provenir de la radio, cosa que también le hizo sonreír inconscientemente.

Esperé escucharte en todas partes, pero nunca a través de una radio, en el momento menos oportuno posible.

Lo siento..

Pero me alegra escucharte, lo necesitaba.

Sintió sus mejillas calentarse, por Dios, ¿Qué le pasaba?

— Te estuve buscando por días, pero no estabas por ningún lado, ya estaba preocupado.

Lo siento por eso, no pude despedirme.

— ¿Despedirte? ¿Donde..?

Es una larga historia, ricitos, y el tiempo apremia en estos momentos.

Tras esas palabras escuchó un estruendo a través de la radio, y luego estática. Llamó el nombre de Minho un par de veces pero no obtuvo respuesta alguna, lo cual le preocupó. ¿Donde estaba Minho? ¿Qué había sido ese sonido? Parecía haber sido una explosión.

Esperó un par de minutos, y con el pasar de los segundos su preocupación y una sensación desagradable en su estómago aumentaba, miraba a todos lados en su celda, sabiendo que no podía hacer nada más que esperar que la voz grave del mayor resonara por la corneta de la radio.

Sus ojos se iluminaron cuando por fin escuchó una voz provenir de la radio, pero toda esperanza desapareció cuando el dueño de aquella voz fue otro.

Lee Know, el equipo de apoyo ya está en el edificio, eliminaron varias amenazas en el camino.

— ¡Están bombardeando el edificio! ¡tengan cuidado!

Escuchó la voz del mayor agitada, respirando erráticamente como si estuviera corriendo. No podía hacer nada más que imaginarse la situación en la que el mayor estaba, la cual ahora estaba seguro no era buena.

Escuchó gritos, comandos y disparos.

Juraba que era una guerra, pues los alaridos de dolor seguidos de disparos era lo único que podía escuchar con claridad.

La mafia enemiga cayó en tu trampa, Lee Know, mantente seguro hasta que los refuerzos lleguen a tu posición.

— ¡¿Qué tan lejos se encuentran BangChan y Felix?!

— Están en el punto de encuentro, señor, esperando órdenes.

— Bien, ¡informales que voy en camino!

Habían pasado incontables minutos desde la última vez que había escuchado la voz de Minho provenir de la radio, miraba fijamente la misma entre sus manos casi mordiéndose las uñas de los nervios.

Tampoco creía que fuera buena idea hablar por ella, es decir, no tenía ni la menor idea en qué estaba metido el mayor, se podia hacer una idea, y era bastante jodia.

Su experiencia en el bajo mundo era muy poca, asi mismo como su conocimiento y los altercados que suelen llevarse a cabo. Todo lo que conocia se lo debia a las peliculas y su tiempo en la carcel, lo cual era muy poco comparado con lo que estaba oyendo por la radio.

REO 《MinSung》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora