un mundo nuevo

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Con mí mamá fuimos a la clínica avenida para poder autorizar la internación por la obra social. Al entrar ahí, fue como si nunca hubiera estado en ese lugar. Fue raro, ya que yo había estado internada ahí, pero mis recuerdos como lugar físico se habían ido.

Recordaba que había un comedor, con una televisión que daba a una escalera y esta llevaba al patio. Pero nada más. El resto era nulo, como si no existiera, como si estuviera flotando en un lugar desconocido...

Me recibió una psicóloga de turno de urgencias para hacerme unas preguntas. Me llevó a un consultorio y me preguntó sin empatía,  piedad o tacto:

"¿Te querés suicidar?

"¿Querés lastimar a otras personas?"

"¿Te querés lastimar a vos?"

"¿Sabes dónde estás y que día es?"

Respondí todo como pude y me autorizaron la internación, aunque la mayoría de mis respuestas fueron "no"

Fuimos a mí casa a buscar algo de ropa. En el proceso estaba perdida, pero no en tiempo y espacio. Estaba perdida en mis pensamientos.

¿En qué pensaba? No lo sé, no lo recuerdo. Sólo vagaba por los rincones de mí mente mientras pasaba el tiempo.

Al llegar a mí casa, todos estaban en un vacío silencio. De forma automática dejé mí celular sobre la mesa y me dirigí a mí armario para buscar mí ropa, libros y demás.

Me subí al auto y me llevaron de nuevo a la clínica recidencial Mendoza, en donde me hicieron nuevamente una entrevista, parecida a la anterior pero con mucho más tacto, empatía y un tanto de cariño.

"¿Sabes qué día es hoy y dónde estás?"

"¿Tenés intenciones o pensamientos de autolecion?"

"¿Tenés pensamientos de lastimar a alguien por tristeza?"

Al responder las preguntas me llevaron a mí habitación. Era distinta a las demás clínicas. No parecía un hospital, más bien parecía un hotel, lo único parecido a un hospital que tenía eran las almohadas, pero eso era lo de menos.

•Tenía un hermoso ropero antiguo de madera oscura.

•Un ventanal hermoso con vista al patio y a la calle en donde yo me podía sentar a leer o fumar.

•Sábanas suaves y un colchón cómodo.

•La habitación era grande y luminosa.

•Tenía una mesita de luz antigua del mismo marrón oscuro que el mueble, con un un cajón y, debajo, una puertita con estantes.

Me adapté rápido a la habitación, pero no guardé mis cosas. Las dejé dentro de mí bolso. No pensaba estar allí mucho tiempo o eso quería creer...

Comencé a leer uno de mis libros favoritos (el código da vinci Novela de Dan Brown)
Me adentré tanto en el libro que no pude notar que estaban tocando la puerta de mí habitación.

Cuando leo, no solo recorro las palabras con mí vista, si no que me imagino el mundo de ficción en donde estoy, porque logro estar ahí, ser un personaje más; Lloro con ellos, río con ellos y hasta salto de alegría.

Cuando noté que alguien llevaba varios minutos intentando mí respuesta al llamado, solo dije con vergüenza: "pase" la puerta se abrió y entró una mujer rubia con el pelo recogido y un delantal de cocina. Me miró con dulzura y pronunció las siguientes palabras:

"Está la comida, vine para acompañarte al comedor ya que sos nueva y no sabes dónde está ¿Vamos?"

Asentí con la cabeza, tomé su mano que estaba extendida y nos fuimos al comedor.

Borderline (I don't eat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora