la rata

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Mi primo es una persona muy reservada. Es difícil que hable de lo que verdaderamente le sucede.

Cuando éramos niños, yo creía que él no me quería, que me rechazaba, que me odiaba ya que nunca me prestaba atención o al menos la atención que yo precisaba a los cinco años de edad.

Recuerdo un día, cuando murió mí tío en el año 2012, padre de mí primo, yo quería hacer algo lindo por él, así que hice mí mayor esfuerzo.
Dibujé una casa, con perros, un loro, gatos, a mí tío, a su esposa María, a mí primo y a mí.

Cuando le entregué mí obra de arte, él sólo hizo un bollo de papel y lo tiró en el suelo.

Lloré como nunca... Ni siquiera quise ir al funeral. Nunca más le volví a hablar.

Unos pocos años después, cuando yo tenía quince, nos reencontramos en el lugar y momento adecuado.
Nos vimos en el festival del día del padre que celebra el pueblo todos los años.

Comenzamos a hablar. Primero de música, luego de películas. Una conversación llevaba a otra y empezando a fluir, a conectar por primera vez.

Así, yo siempre insistía para ir al pueblo. Pero no para ver a esa vieja de Mierda que no se merece ser llamada "abuela" si no que, iba para verlo a él.

Un día, para navidad, fuimos ambos a comer a la casa de Gladys, de esa vieja horrible. Pero a penas sonaron las doce, ambos nos fuimos a la casa de mí primo para fumar marihuana. Fue muy divertido.

Nos reímos
Lloramos
Jugamos

Pero la diversión terminó cuando mí mamá se apareció en la casa de él y nos encontró drogados.

Empezó a gritar cosas que no recuerdo, pero al relatar está situación, aún siento la decepción de ella.

Me subió al auto prácticamente de los pelos y durante todo el viaje a casa, hubo un silencio incomodo y abrazador.

Al llegar a casa, me dirigí a mí habitación, pero había olvidado mí mochila en el auto... Mochila en la cual llevaba marihuana, dramamine y clonazepam. Estaba tan cansada y sin ganas de vivir que no hice nada, dejé que pase lo que tenga que pasar.

Mí mamá empezó a gritar, a maldecir y llorar cuando encontró la mochila. No me preguntó nada, ni siquiera vino a mí habitación a preguntar que pasó.

Yo estaba desconsolada y ¿Que mejor remedio para eso? Hablar con mí primo, eso siempre me calmaba.

Tomé unos hongos alucinógenos que tenía escondidos en mí mueble y comí 2. Pensé que era poco pero al poco tiempo, un portal al inframundo se abrió en mí pared. Tuve que atarme a la cama para que ese portal no me llevara.

Le escribí una nota a mí hermanita, pidiéndole perdón por ser tan mal hermana.

Le escribí una canción a mí hermanito, diciendo lo mucho que lo amaba.

Hasta que me desperté al otro día en el patio.

Mis papás ese día no me dirigieron la palabra. Sólo me quitaron el celular y me dijeron que nunca más podría hablar con mí primo.

¿Que hicimos él y yo?

Vernos clandestinamente.

Cada vez que yo quería verlo, le decía a mis papás que me iría a caminar por el pueblo para hacer ejercicio o les decía que me iría a la plaza de la vuelta. Y allí estaba él. Esperándome con cigarrillos.

Lo amaba.
Era mí ídolo

Borderline (I don't eat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora