NAHTA

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Después de mil cosas que pasaron viviendo allí (cosas que voy a saltarme porque es más de lo mismo) por fin conseguí un trabajo estable. El único problema era que, ese trabajo estaba en la ciudad donde vivían mis papás y no en el pueblo en el que yo vivía con mi primo y Noah.

¿Qué tuve que hacer?

Mudarme nuevamente a la casa de mis papás. Después de casi dos años de vivir por mi cuenta, tuve que volver al nido.

El trabajo me parecía ideal. Yo era la recepcionista de un gimnasio de CrossFit llamado NATHA y, a demás de ser la cara visible del lugar, también me encargaba de las ventas de suplementos deportivos.

El trabajo consistía en controlar que los clientes que entraban a cada clase, sean clientes que se hayan anotado a esa clase previamente. También tenía que cargar en el sistema quien pagaba y quién no. Quien debía dinero y cuánto dinero, en la noche hacer el cierre de caja etc.

Pero ustedes ya me conocen, había no uno, si no que millones de problemas en ese lugar.

¿Cuáles eran?

• Mi jefe era una persona hipócrita, egoísta, avaro, machista, sólo pensaba en él y en el dinero etc.

• Los clientes, en su mayoría, eran personas adineradas y con una personalidad similar a la de mi jefe.

• Me pagaba muy poco a comparación de mi carga horaria, de la cantidad de trabajo administrativo y más las ventanas que exigían que haga.

Pero más allá de todos los aspectos negativos de ese trabajo, yo lo podía tolerar... Hasta que pasó lo que pasó.

Comenzó a trabajar una nueva profesora. Ella era joven, casi de mi edad. Parecía muy buena y divertida, hasta pensé que llegaría, en un futuro, a ser muy buena amiga mía. Si nombre es fel

Cruzamos pocas palabras en los momentos en los que ella entraba a trabajar para comenzar sus clases, pero sólo eso.

Un día, el gimnasio, organizó una fiesta en la que el staff (los empleados) no debían pagar entrada. Noah decidió que sería buena idea ir ya que sólo había que pagar la entrada de él.

Mi jefe me pidió que llegue a la fiesta temprano. Supuse yo, que era para ayudar a recibir a los clientes que pagaron su entrada, entonces, tanto Noah como yo, nos alistamos y nos dirigimos al gimnasio 30 minutos antes de que comience.

Al llegar me sorprendió mucho enterarme que yo no debí estar ahí temprano por los motivos que yo pensaba. En realidad, las intenciones de mi jefe eran que yo trabajara en la barra preparando tragos. Le pregunté cuánto dinero me pagaría por ese trabajo... Su respuesta fue:

"Jaja, es una fiesta boba, no tengo por qué pagarte"

Una cosa no tenía relación con la otra ya que mi novio pagó mucho dinero por estar allí. Yo no quería estar en la barra gratis y encima dejar a mi Noah solo en una esquina sin que él conociera a nadie.

Con boca cerrada y oídos sordos trabajé grátis.

Después de menos de 30 minutos en la barra noté que la nueva profesora estaba sola con el celular en una esquina así que le pedí a mi pareja que me haga el favor de incluirla, le dije que se acerque a hablar un poco con ella para que no esté tan sola.

Fel se acercó a pedirme un trago. Al terminarlo, me ofreció cambiar de lugares, o sea, me dió la oportunidad de disfrutar la fiesta mientras ella estaba en la barra. Cambiamos de puesto y me dirigí a la calle para fumar un cigarrillo de tabaco con Noah.

Empecé a sentir un olor muy familiar. Era dulce pero amargo a la vez. Busqué de dónde provenía ese olor y si. Era lo que pensaba, marihuana.

Estaba fumando un cliente con el que yo tenía confianza y por eso comenzó mi debate interno:

• ¿Fumo o no fumo?

• ¿Estará bien pedirte a un cliente un poco de marihuana?

• ¿Y si mi jefe me necesita para algo y yo estoy drogada?

Llegué a un punto medio: fumar para sacarme las ganas pero no lo suficiente como para drogarme así que me dirigí hasta donde estaba ese chico, le pedí un poco y él me convidó de su cigarro. Pensé que sería responsable de mi parte pitar menos de dos veces así que eso fue lo que hice.

No pasaron ni siquiera veinte minutos que ya comenzó a hacer efecto y de una forma no muy agradable...

Primero comencé a reírme de todo, algo normal con la marihuana pero después de unos instantes sentí que mi presión estaba bajando, me surgieron ganas de vomitar, hasta sentí que iba a desmayarme.

Entré al gimnasio para ir al baño y así, poder vomitar sin que nadie se enterara. No quería pasar vergüenza en mi ambiente laboral.

Vomité demasiado y puro líquido ya que llevaba más de 40 horas de ayuno. Al terminar, lavé mi cara. Al verme en el espejo y notar la palidez de mi piel decidí salir a la calle nuevamente para tomar aire.

En la entrada del GYM estaba la hija de mi jefe, controlando quienes ingresaban y quiénes no. Cuando quise salir, ella me detuvo para preguntarme algunas cosas sobre las ventanas que hice días anteriores de las entradas. No fue mi intención pero le respondí de una forma poco apropiada, no recuerdo exactamente qué le dije pero su mirada habló por ella.

Junto al local donde yo trabajaba había un club judío. Pedí permiso al guardia de seguridad de allí para sentarme explicándole que no me sentía para nada bien. El guardia, muy amablemente, me dijo que no había ningún problema, hasta me ofreció agua.

Creo que fue desubicado de mi parte pero me recosté en la entrada del club, subí mis piernas y las apoyé en la pared. El guardia de seguridad no me dijo nada pero aún así creo que no fue correcto.

Una media hora después, mi novio me concentró tirada en el piso y en ese estado. Yo nunca le dije que me sentía mal ni le dije que estaría en la calle. Noah me dijo que se preocupó porque no me encontraba.

De forma instantánea y automática, Noah me dijo que me quedara quieta en ese lugar mientras él buscaba algún lugar abierto para comprarme comida salada y así subir mi presión.

Realmente no sé cuánto tiempo tardó. Para mí fueron horas y horas interminables. Mi estado empeoraba a cada minuto. Intenté sentarme pero fue peor. Me causó un mareo indescriptible. Sentí que el mundo giraba a mi alrededor.

Una vez ya sentada y quieta, me dí cuenta de que no podía mover la cabeza, eso generaba ese mismo mareo, pero tampoco podía mover los ojos ya que él mareo era similar. La única solución era quedarme en una posición mirando un punto fijo e intentar pestañear lo menos posible.

No sólo pasé muchísima vergüenza por estar así en el trabajo si no que mi estado era tan horrible y desesperante que deseaba morir. No recordaba cómo era sentirse bien.

Después de un buen rato llegó Noah con unas papas que devoré con desesperación. Mi malestar terminó, no en su totalidad, pero si había mejorado bastante. El problema que tuve que enfrentar a continuación eran los clientes que se burlaban de mi.

Volví a la fiesta con la cola entre las patas. No quería que nadie me viera. Necesitaba ser invisible.

Habré bailando una o dos horas hasta que llegó mi mamá. Aproveché, subí al auto de mi papá y le implore que me lleve a su casa.

Al llegar tomé una ducha, comí y me fui a dormir.

Al día siguiente ya estaba renovada pero no quería ir a trabajar. Tenía miedo de lo que pudieran decir de mi.

Pero ese sería el menor de mis problemas...

Borderline (I don't eat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora