-Listo.
Miré hacia atrás mientras apoyaba mi mano sobre el pecho sintiendo mi corazón acelerado por el susto que me ha dado.
-¿Cómo... Cómo lo hiciste? -pregunté calmándome.
-Tengo mis métodos... -sonríe- ¿Quieres subir?
Miré el carrusel, no estaba segura pero a la vez dejé de pensar tanto y solo asentí sonriendo. Adler se apresura a subir de un salto a la plataforma y se inclina mientras me pasa su mano.
-Majestad...
Me reí divertida por su tontería a la vez que aceptaba su mano, me ayudó a subir y luego al caballo. Fue a la palanca que encendía el juego y la activaba, para después subirse rápidamente al caballo junto a mí y sonreír. El juego empezó a andar y yo me reí junto a Adler mientras íbamos en los caballos; dimos como dos vueltas en este antes de bajarnos y correr alrededor del juego, subiendo y bajando de caballo en caballo. Parándonos sobre estos o balanceándonos.
-¿A cuál quieres ir ahora?
Pregunta volviendo a ayudarme para bajar.
-Elige tú, es tu turno.
-Bien.
Aún sujetando mi mano me lleva hasta la montaña rusa, entramos a este. Él la activa antes de subirnos e irnos con los vagones. Ambos dejamos escapar risas o gritos de diversión con cada bajada o vuelta que dábamos. La velocidad aumentaba y el viento tiraba mi cabello hasta atrás con fuerza, al igual que el de Adler. Nos miramos el uno al otro hasta que entramos a una cueva muy oscura pero que de repente dejó ver animales animatronicos. Un elefante nos escupió un montón de agua desde su trompa.
-¡Ya estaba seca! -me quejé en broma.
-Volverás a estarlo, no te preocupes princesa.
Hablaba aunque tuviera el cabello sobre los ojos, dejándose ver gracioso y causando que me fuese un ataque de risa. Los vagones continuaron y cuando salimos de la cueva dimos una bajada realmente empinada que me hizo gritar. Adler tenía razon, con todas esas nuevas vueltas que dimos no tardé en secarme, más o menos. Nos bajamos de la montaña rusa y nos acercamos a los mini juegos, Adler salta por encima de la mesa de uno de estos.
-¿Qué tal es tu puntería?
-En realidad no lo sé.
-Pues ahora sí lo sabrás.
Me deja tres bolsitas llenas de arena frente a mí y los objetivos de enfrente, que eran unos payasos, se empiezan a levantar. Preparé una y la lancé pero dio en el costado, resoplé frustrada.
-Entonces, es mala.
-Fue el primer intento, hazlo de nuevo.
Asentí, agarré otra bolsita y la lancé, nuevamente fallé.
-Tienes un último intento.
Estaba decidida a lograrlo esta vez, me concentré al máximo y lancé la última bolsita. Sonreí y chillé cuando le había dado al de mayor puntaje, pero me quejé cuando no se cayó.
-¡P..Pero...! ¡No se vale! ¡Yo sí le di! -di pequeños saltitos de berrinche infantil.
Adler se acerca y le da un golpe haciéndolo caer, suena una musiquita de victoria.
-Lo hiciste. Elige tu premio.
Apunta a los peluches colgados. Los miré y pensé con cual quedarme, opté por un lobo muy tierno. Lo quise agarrar por mi cuenta pero él se apresura y me lo entrega él mismo.
-Gracias, Adler...
-No es nada.
Me guiña el ojo sonriendo, vuelve a saltar por encima de la mesa para estar junto a mí y me lleva hasta la máquina para hacer algodón dulce.
-¿Sabes como hacer uno?
-No...
-De verdad que pienso que eres como rapunzel, una princesa encerrada en una torre toda su vida, sin salir.
-Fiona también vivió encerrada en una torre.
-¿A caso tienes una maldición o algo que te hace una ogra de noche? Porque es de noche, y yo veo a una hermosa princesa, parada frente a mí.
Me sonrojé por completo y aparté la mirada.
-¿No íbamos a hacer algodones dulces? Vamos, quiero probarlos.
-Es verdad. Bueno, sostén esto.
Me entrega dos palillos, se agacha hasta los gabinetes y luego saca una gran cantidad de lo que parecía ser azúcar de un color rojizo. Enciende la máquina y tira el azucar en esta, rápidamente agarra un palillo y lo gira haciendo ver como el algodón se formaba.
-Hazlo tú.
Él saca su palillo y yo copié su acción, dejé escapar un chillido de sorpresa y diversión cuando vi como se hacía el mío, un poco peor que el de Adler, pero me gustó. Apaga la máquina y yo probé mi algodón dulce, solté otro chillido por lo delicioso que estaba.
-Sabía que te gustaría.
-Es delicioso, muy dulce...
-Como su nombre lo indica.
Asentí y comí con velocidad el algodón. Nos alejamos hacia otros puestos y ganamos más premios por nuestra cuenta. Le di a él un pequeño peluche de un gatito que me había gustado mucho y lo había conseguido en el juego de pescar. Nos llenamos de comida también hasta que quedamos exhaustos. Resoplé cansada pero Adler me tiende la mano.
-Vamos a uno último, no podemos irnos sin antes subirnos a este.
-¿A cuál?
Tomé su mano y él mira a la rueda de la fortuna, sonreí ampliamente y ambos corrimos hasta allí. Adler lo enciende y ambos nos subimos, me senté junto a él notando cuando nos acercábamos más hasta la punta y dábamos una vuelta, para luego comenzar otra.
-Oye... gracias, me has alegrado la noche.
-Fue un placer.
-¿Puedo preguntar... por qué lo has hecho?
Él se recuesta contra el respaldo y apoya sus codos sobre el borde de este.
-Puede que suene superficial, pero no podía dejar que alguien tan linda terminase de esa forma...
-¿Y si no fuese linda?
Aunque no creía realmente que lo fuera... después de todo lo que mi madre y Jena dicen...
-Aunque no me lo creas, igual lo haría.
Su mirada parece oscurecerse de repente pero él no deja de sonreír. Voltea a ver el cielo, pero parece querer ocultarse de mí. Quería preguntar, pero a la vez sentía que eso no me incumbe.
-Tengo una sorpresa más...
-¿Hm?
Lo vi sacar un aparato, un botón, que al presionarlo escuché como algo se disparaba. Me sobresalté cuando aquello explota y nos ilumina, pero al mirar me quedé hipnotizada por los fuegos artificiales.
-Wau...
Sonreí mientras veía como uni tras otro iban explotando aquellos fuegos artificiales de diferentes colores y formas. Volteé hacia Adler pero su rostro igual me cautivó, miraba el cielo igual de hipnotizado como yo lo estaba. Hasta que también me mira. Nos mantuvimos en silencio, pero su mano se acerca a mi rostro y aparta un poco de cabello hasta atrás de mi oreja, roza sus dedos con mi mejilla dejándome una sensación cálida.
Mi vista pasa a sus labios repentinamente, ¿quería besarlo? Era un extraño, y yo acababa de sufrir por un amor... Levanté la mirada de nuevo pero lo atrapé también mirando mis labios, ¿quería besarme? Debería apartarme... ¡Agh! ¿Qué importa? Seguramente mañana ni sabremos quiénes éramos. Me incliné un poco hacia él y sorprendentemente hizo lo mismo, acercándose hasta mí.
La caricia de nuestros labios me hizo suspirar, podía sentir su sabor aún sin tocarnos. Dulce... Era lo primero que se me vino a la mente, cerré mis ojos, tratando de hacerlo antes de dudar.
-¡Hey, ustedes dos!
-Mierda.
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SER EGOÍSTA SUELE ESTAR BIEN
Teen FictionDesde siempre tuvo que saber lo que era darle todo lo que tenía a alguien más, a pesar de no querer hacerlo. Quería ganarse el amor de mamá, pero tuvo que aprender por las malas que eso era algo imposible. Ella siempre elegiría a su hermana mayor. K...