Capítulo 34

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-Entonces estás bien, princesa.

-Sí, no tienes de qué preocuparte, Adler -respondí sentándome en mi silla frente al escritorio y comiendo unas frituras que me había comprado.

-Me alegro... Así que ¿podré verte en la noche?

Su tono de voz me hizo reír ligeramente por ser atrevido y sensual. Mi pies se eriza y yo me quedé con una sonrisa tonta.

-Sí, claro.

-Perfecto, te llevaré a un lindo lugar y llevaré lo necesario...

Volví a reír pero me detuve de golpe cuando la puerta principal se abría y las voces de mamá y Jena se hicieron presentes. Por las fotos en las redes sociales de Jena supe que ellas se habían ido de viaje... No me importó porque por eso tuve una semana muy tranquila y... placentera.

-Debo irme.

-¿Tu madre y Jena?

-Sí... -resoplé al igual que él se quedaba en silencio por un momento.

-Llámame si necesitas algo.

-Está bien.

Colgué la llamada y dudé un momento pero me levanté y fui abajo, las risas no pararon hasta que ellas me vieron y entonces lo hicieron de golpe, incluso Jena me miró con asco y de pies a cabeza.

-Así que... decidiste aparecer.

-Ya habíamos creído que te habías ido de casa al fin -Jena se cruza de brazos y hace una mueca de decepción.

-Pues... no. -resoplé acariciándome un brazo.

-Lo notamos, pero en realidad hubiéramos preferido que si te hayas ido -murmura mamá.

Sentí un verdadero dolor en el pecho, hice una mueca y fue... como si terminara con mi paciencia y quería soltar todo lo que no había soltado en años.

-¿Por qué lo haces mamá? Digo... entiendo que no soy tu hija de sangre, pero ¿solo por eso me rechazas?

-Ay, no empieces, Keira.

-No, mamá. Quiero saber por qué me odias tanto.

Ella se me queda mirando pero notaba la molestia y desagrado por mi insistencia.

-¿Por qué querría a alguien que no quería en mi vida? Apareciste de la nada y ni siquiera pude negarme. ¿Crees que quise que vinieras? No me hubiera importado que te murieras con tu indigente madre.

Cada palabra era una cuchilla más enterrada en lo profundo de mi corazón, las lágrimas empezaron a brotar sin parar. Sabia que yo me lo había buscado pero de igual forma dolía.

-¡Es más, ojalá murieras en cualquier momento! Te odio, y nunca vas a cambiar eso.

-¡Lo intenté! -solté-Quise matarme, ¡como tú querías!

-¡¿Y qué haces aquí?! ¡¿Por qué sigues apareciendo?! -me quedé en silencio-. Jena y yo estábamos tan bien hasta que llegaste tú. Mi esposo te prestaba más atención a ti que a Jena solo por ser una bastarda abandonada. ¡Una miserable bastarda mal agradecida!

-¡¿Mal agradecida?! ¡He intentado por todos mis años de vida ganarme tu aprecio, tu aprobación! No salía, no mentía, no hacía berrinches, ¡Ni siquiera elevaba un poco la voz! Nunca te pedí nada más que un poco de cariño... Mientras que Jena hacia todo eso y más, y a ella le dabas todo.

-Ella es mi hija. Tú no -sollocé cubriendo mi boca con mis manos-. Haznos un favor... y vete de aquí. No quiero volver a verte, nunca.

Agarra sus cosas y pasa por mi lado; Jena, que se había mantenido callada hasta el momento, la sigue pero ella golpea su hombro con el mío.

SER EGOÍSTA SUELE ESTAR BIENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora