Capítulo 14

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Cerré la puerta de mi habitación con pereza y me tiré en mi cama. Estaba agotada, no quería hacer más nada. Ni siquiera comer. Solté un quejido contra el colchón que ahogaba mi rostro hasta ladearlo para poder respirar. Miré a todos lados pero me di cuenta de la chaqueta de Adler en la esquina de mi cama. Me levanté solo para agarrarla y observarla un tiempo. Hasta que unos toques en la puerta del balcón me hicieron suspirar cansada.

-¿Otra vez?

Me levanté para acercarme a esta y abrirla, lista para echar a Chris de aquí, pero solté un pequeño chillido cuando no lo vi a él. Sino a Adler.

-¿A..Adler? ¿Qué haces aquí?

Haré que corten el árbol que los ayuda a subir. Adler me mira pero luego ve su chaqueta en mis manos, la escondí tras mi cuerpo pero él arquea una ceja y sonríe de lado.

-Nada más vine porque tengo algo para ti.

-¿Eh?

Un olor delicioso llega a mi nariz haciéndome aspirar y suspirar. Él saca una caja de comida de detrás de su espalda.

-¿Has cenado ya?

-Acabo de llegar... así que no.

-Bien, vine en buen tiempo, entonces.

Me mira esperando a que lo dejara entrar, yo volteé a ver nerviosa la puerta por si mi hermana decidía entrar. Le dejé espacio pero fui a llavear la puerta de la habitación, Adler cierra la del balcón y deja la comida sobre mi escritorio.

-¿Por qué has traído todo esto? -pregunté viendo como sacaba todo-. Y ya sabes a lo que me refiero así que ni pienses en decir algo sarcástico.

Levanta ambas manos a modo de pas antes de reír por mi comentario y sentarse en mi silla.

-Princesa... no disimulas bien. Tienes mareos, andas pálida y desganada. Cuando te pregunto no sabes mentir, no has comido. Es probable que nunca cenes ni desayunes.

-¿Te preocupa mi alimentación?

-Pues... me preocupa todo de ti.

Me sonrojé completamente y aparté la mirada cruzada de brazos.

-No necesito que tú también te preocupes por mí...

-Pues qué lástima por ti. Ahora me tendrás que soportar.

Realmente son diferentes...
Adler me deja los cubiertos que había traído y me indica que comenzara a comer.

-¿Tú no comerás?

-Sí, pero primero quiero que tú empieces.

Rodé los ojos, me acerqué a él y miré la comida sin mucho apetito a decir verdad. Iba a alejarme pero él me jala por la muñeca hasta sentarme en su regazo.

-He..Hey...

-No dejaré que te levantes hasta que comas, ¿entiendes?

-¿Me obligarás?

-Depende de ti si quieres levantarte... -su aliento roza mi oreja-. Yo estoy muy cómodo, ¿y tú?

Me estremecí por las cosquillas que ocasionaba su respiración en mi piel. Sus manos acarician y sujetan mi cintura con firmeza, yo agarré las cosas y empecé a comer; al principio no era nada fácil, mi estómago estaba cerrado, pero la comida era tan deliciosa que pude comer y lo hice rápido.

-Listo, acabé. ¿Me sueltas? Quiero ir al baño.

Él me mira sin expresión en su rostro, cosa que volvió a hacerme estremecer y apartar la mirada.

-Aún no... sigo cómodo... -sentí su frente contra mi espalda y sus brazos aún más ajustados en mi cintura.

Sentí un revoltijo en mi estómago, suspiré y así lo hice. Esperamos en silencio por un momento hasta que él resopla.

-¿Quieres salir?

-¿Ahora? -asiente-. Es... tarde.

-Pues mejor, a esta hora es cuando hay menos gente que pueda interrumpir, ¿no te parece?

Me sonríe de lado y con un brillo de travesura en los ojos. Aquellas palabras podrían malinterpretar, quizás alguien más lo habría hecho, pero yo estaba segura que no lo decía por eso. Y una vez más, lo seguí. Sin conocerlo, me dejé llevar. Salimos por el balcón, tuve miedo pero Adler me hizo superarlo, me ayudó a bajar y en silencio salimos de mi casa hasta acercarnos a su moto estacionada en la parte de atrás. Me subí tras él, pero se gira para ayudarme con el casco y poner en marcha la moto.

No sabía otra vez a donde me llevaba, pero me gustaba que fuera sorpresa, como aquellas veces. Adler conduce hasta una plaza ecológica y grande, parecida a un bosque en medio de la ciudad. Se baja y me ayuda a quitarme el casco al ver que para mí era imposible.

-Odio esa cosa -bufé arreglando mi cabello y provocando una risa por su parte.

-Pero esa cosa protege tu vida, o al menos tu cabeza.

-¿Por qué andas en moto entonces, si sabes que es tan peligroso?

-¿Dejarías de hacer lo que amas por el riesgo que no siempre ocurre? Si es así no saldrías nunca de tu casa y vivirías en una burbuja, sin haber vivido.

-Tal vez tengas razón...

-La tengo.

Rodé los ojos por su arrogancia, pero él toma mi mano y se aleja por el sendero de aquella plaza. No había nadie más que nosotros, era realmente relajante. Escuchaba las cigarras, los grillos y las hojas moviéndose por el viento. La naturaleza era lo más hermoso que existía.

-Algún día quiero ir a acampar... -murmuré pensando en voz alta.

-Hagámoslo.

-¿Eh?

Me detuve junto a Adler quien se coloca frente a mí y sonríe.

-Dijiste querer acampar. Hazlo. Que nadie te lo impida, Keira.

-No puedo... mi madre y Jena...

-Mándalas directo al carajo a ambas y comienza a hacer lo que tú quieres.

Aquello me hacia sentir nerviosa de solo pensarlo, no estaba segura de estar lista para revelarme. ¿Y si todo empeoraba? Me abracé a mí misma demostrando mis dudas, Adler acaricia mis brazos.

-Keira...

Su voz acariciaba mi nombre al pronunciarlo.

-Estarás bien, ¿sí? Te lo prometo, todo mejorará.

-No sabes lo que ocurre... -le recordé.

-Tienes razón, no lo sé todo, pero sé que algo tienen que ver tu madre y Jena con esto.

Bajé la cabeza pero él la levanta otra vez para verme a los ojos, sentí como acariciaba mi mejilla con el corte tapado con un parche; había dicho que fue accidental que me había rascado mucho y terminé pelando la zona, pero él ya sabía la verdad.

-Dime que ocurre, quiero entenderte y saber como ayudarte.

-Eres injusto... -mencioné-. Tú sabes más de mí que yo de ti, ¿por qué tenemos que seguir así?

-Porque nunca preguntaste, princesa.

Me sonríe de lado. Resoplé decidida a saber más sobre el chico frente a mí.

-Cuéntame de ti, Adler. Quiero saber quién eres en realidad.

-¿Estás segura?

-Completamente.

Fue en ese momento que percibí la vulnerabilidad de Adler, iba a saber su historia, sus fortalezas y debilidades. Iba a conocerlo.

SER EGOÍSTA SUELE ESTAR BIENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora