Capítulo 15

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-Sinceramente no hay mucho que contar de mi infancia, crecí como un niño normal y feliz en un un ambiente saludable. Agradezco siempre por eso...

Volvimos a retomar nuestra caminata por el sendero de aquella plaza mientras escuchaba atentamente a Adler.

-Lo malo empezó a suceder cuando yo cumplí doce años. Mi padre perdió su trabajo, mi madre enfermó... pasamos de ser una de las familias millonarias del barrio a ser los pobres de este. Tenía un hermano... ayudaba a mis padres siempre que podía, trabajaba a corta edad y además de hacer turnos de mañana y tarde.

Traté de imaginar la dura situación por la que debió de haber pasado.

-Entre los gastos básicos para vivir y el hospital... apenas y podíamos estudiar o comer dos veces al día. No nos quejábamos, al menos estábamos vivos... pero no sabíamos que mi hermano era el que peor la estaba pasando. Siempre llegaba con una sonrisa a la casa que disimuló tan bien sus emociones...

El tono de voz de Adler se había vuelto uno de dolor y culpa. Lo miré, su rostro estaba contraído en una mueca.

-Me hubiera gustado que me dijera que habían personas que lo molestaban, que lo maltrataban en su trabajo y de nuestra antigua escuela por su vida en la pobreza. Pero lo descubrí tarde... Él no lo soportó más y terminó suicidándose por eso.

Me detuve de golpe al escucharlo, entonces recordé aquella vez cuando evitó que yo hiciera lo mismo. ¿Por eso me detuvo? Por eso tenía aquella mirada que me hizo darme cuenta que pasó por algo similar...

-Mi hermano murió... y los que tuvieron la culpa siguen libres, sin ningún cargo de conciencia.

-¿Pensaste en vengarte? -cuestioné.

-En realidad... lo hice -abrí los ojos de par en par-. Dejé a uno de ellos en el hospital... no sé mucho sobre lo que le pasó después, pero creo que no podrá caminar bien por el resto de su vida.

Cubrí mi boca por inercia, estaba sorprendida. Aunque... a la vez no, sinceramente no me sorprendía que buscara vengarse por su hermano.

-¿Y luego...?

Adler se sienta en una de las bancas a un lado del sendero, yo me senté a su lado.

-Nada, fui al reformatorio juvenil por cuatro meses en los que no supe nada de mi padre o mi madre. Hasta que salí... papá volvió a conseguir trabajo, pero la enfermedad de mi madre había avanzado, murió tres días antes de que yo saliera del reformatorio.

Sentía tanto pesar por sus palabras. Había perdido a dos personas que amaba...

-Mi padre y yo salimos a delante por nuestra cuenta, tomé el lugar de mi hermano y ayudé con los gastos. No pensaba en volver a estudiar aunque mi padre me rogara por años que lo hiciera... Una de nuestra peleas fue porque no quería que siguiera ayudándolo, porque ya estamos bien, así que quería meterme a la escuela de nuevo. Me salí de casa para pensar... y fue cuando te vi... cometiendo el mismo error que mi hermano.

Bajé la mirada de nuevo, Adler se queda en silencio y yo no supe que decir, al menos por un momento.

-¿Por qué decidiste entrar a mi escuela?

-Pues, para empezar, ya me había hartado de la insistencia de mi padre así que de igual forma buscaba una. Y, aunque no me creas, fue pura casualidad que justamente fuese la tuya.

-¿En serio?

-Sí... también me sorprendí, pero no me pareció para nada algo malo, es más, hasta le vi el lado positivo... Podría ayudarte. A mi familia nos limitó la falta de dinero... a ti te está limitando tu madre y Jena. No quiero que pases por eso.

Me sonrojé y suspiré profundo. Recosté mi espalda contra el respaldo de la banca y miré al cielo.

-Es... lindo de tu parte querer ayudarme, aunque no sepas bien la situación.

-Sé lo suficiente...

-Tienes un gran instinto -sonreí con amargura.

-Entonces... ¿Me dirás la historia completa? -gira su cabeza hasta mirarme a los ojos.

Recordé como estos brillaban bajo la luz de luna de aquella noche, ahora se veían casi iguales que esa vez.

-Puedo empezar diciendo... que soy adoptada...

-Me lo imaginé, Jena y tú no se parecen en nada.

Sonreí y hasta me reí.

-Pues sí... Mi madre adoptiva nunca me quiso por eso y se encargó de demostrármelo toda mi vida. En cambio, mi padre no, él me amaba mucho y trataba de hacerme sentir como su propia hija, funcionó, pero él viajaba mucho así que era más tiempo el que me sentía mal por los tratos de mi madre y Jena.

Llené mis pulmones de aire y lo sujeté por un segundo antes de soltarlo por completo.

-Esa noche... luego de que me fueran a buscar a la policía... Mamá no dejaba de gritar y mi papá se distrajo, tuvimos un accidente... donde mi papá murió.

Adler voltea a verme con tristeza pero no me interrumpe.

-Entonces, ya no hay nadie que pueda mantener a ambas a raya. Pueden echarme de casa si eso quisieran.

-Sinceramente... estarías mejor si lo hicieran.

-Tal vez... pero ahí están todas las cosas de mi papá, quizás no fue un padre presente o siquiera de sangre... pero fue más amoroso que cualquiera. No quiero simplemente dejarlo todo y darle la espalda.

Asiente comprendiéndome, ambos quedamos en silencio hasta que noté una pequeña sonrisa de tristeza en Adler.

-Tenemos más cosas en común de lo que nadie pensaría... -me voltea a ver-. Pero a la vez somos muy distintos.

-Quizás...

Me atreví a acostar mi cabeza sobre su hombro y mantenerme cerca; en lugar de apartarme, Adler me rodea con su brazo y acuesta su cabeza sobre la mía. Cerré los ojos y suspiré en paz. Nos mantuvimos en silencio hasta que pudimos escuchar unos murmullos que cada vez se acercaban más, eran unas risas de travesura. Entonces se escuchan besos intensos que pronto se volvieron jadeos. Escondí mi rostro sonrojado pero Adler ríe.

-Esto me hace recordar al motel... -mencioné.

-Mejor nos vamos, ¿no?

Asentí. Adler y yo nos levantamos sin hacer ruido, nos alejamos y cuando ya estábamos seguros de que no nos escucharían, soltamos unas risas bastante fuertes. El momento era tan lindo...

-Entonces, ¿quieres regresar a tu castillo?

-No... en realidad no. Es sábado, no tengo que preocuparme por mañana. Además... no creo que mamá y Jena me necesiten, y si lo hacen pues que se aguanten.

-La Keira rebelde se está mostrando al fin.

Sonreí tímida pero sentí su brazo sobre mis hombros acercándome a su cuerpo.

-¿Quieres allanar otra feria?

-Nada ilegal por ahora, ¿sí?

-Se acabó la rebeldía -murmura-. Bien, nada ilegal. ¿Qué quieres hacer?

-A estas horas no hay mucho que hacer, que no sea ilegal -lo miré antes de reír-. No lo sé... solo no quiero ir a mi casa...

-Entonces tengo una idea.

-¿Qué es?

-Tú solo espera.

SER EGOÍSTA SUELE ESTAR BIENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora