Capítulo 21

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—¿Sabes algo? No te entiendo.

—¿Eh?

Miré a Naya mientras guardaba mis cosas antes de que el último timbre del día sonara.

—Primero evitabas a Adler y salías corriendo... Pero después estuviste con él casi todo el tiempo y te veías más feliz. Sé que hay cosas que no sé de ti, y tampoco te estoy obligando a contarme... pero sí me gustaría poder ayudarte, tal vez no igual que Adler, pero parecido.

Dejé de guardar mis cosas y me quedé pensando, el timbre suena y Naya se levanta, me sonríe para después despedirse e irse del salón. Yo hice una mueca por saber que preocupaba a Naya pero no era capaz de darle una explicación o dejarla ayudarme.

Resoplé, me colgué mi bolso en mi hombro y salí de la escuela, se supone que Adler me había dicho para llevarme a casa... acepté por su insistencia y porque esta vez no quería caminar.

—¿Huh? —miré sorprendida hacia Adler.

Estaba apoyado en su moto, hablando con Chris. Tragué grueso por los nervios, sabía que no se llevaban así que no entendía sobre qué podrían estar hablando. Y más se sentía la tensión en el aire cerca de ambos que nadie se atrevía a acercarse demasiado. Suspiré para animarme y me acerqué a ellos.

—¿Mhm... pasa algo? —pregunté mirándo a ambos.

—Ah nada, princesa. Quasimodo ya se iba.

Chris lo fulmina mientras que él sonríe con diversión. El primero rueda los ojos y me voltea a ver. Se me queda mirando el tiempo suficiente para ponerme nerviosa, apartaba la mirada unos segundos y suspiraba más lento. Noté entonces su mirada sobre mis labios, inconscientemente relamí estos.

—Nos vemos, Keira.

—Adiós... Chris.

Pasa por mi lado y se aleja, pero la fragancia de su perfume me golpea por un segundo, haciéndome aspirar profundo. No lo había cambiado, recuerdo que una vez le dije que su perfume era lindo... no lo ha dejado de usar.

—Entonces... ¿nos vamos?

—Ah, sí, s..sí.

Agarré el casco que me tendió y lo miré, por el visor fui capaz de ver a varias personas mirándonos. Finalmente fui consciente de ellos, murmurando y haciéndome dar cuenta de que no había pensado en esto cuando acepté que me llevara a casa. ¿Aún podía  retractarme?

—Vamos, princesa.

Reaccioné por el llamado de Adler, pero miré hacia atrás encontrándome con la mirada fulminante de Jena. Adler debió de ver lo mismo que yo, porque bufa y se levanta a la vez que agarra el casco en mis manos. Me lo coloca y ajusta antes de apoyar sus manos a los lados del casco y hacerme verlo a los ojos.

—Que te importe una mierda que ella nos vea. Mejor presúmeselo.

Me sonríe y se coloca su casco antes de subirse en la moto, palmea la parte de atrás y yo dejé de pensar por una vez en Jena y me subí tras él. Arranca la moto pero voltea hacia donde ella estaba, y sorpresivamente le saca el dedo medio haciéndola sobresaltar, a ella y a mí.

—¡Adler! —le di un leve golpe contra el casco.

—¿Qué? Se lo merece.

Acelera antes de que pueda decir más y me hace aferrarme a su cintura. Negué con la cabeza pero suspiré y reí ligeramente.

—Ah, por cierto... No voy a llevarte a tu casa.

—¿Qué?

Él no dice más, pero sí acelera. No seguí preguntando, ya sabía que de igual forma no me lo iba a decir... y sinceramente me gustaban sus sorpresas. Me apoyé en sus espalda y simplemente esperé hasta que la moto se detiene en frente de un centro comercial.

SER EGOÍSTA SUELE ESTAR BIENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora