Capítulo 18

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-Agh, que feo dolor... -me quejé mientras me removía en la suave cama y agarraba mi cabeza.

Gemí de dolor una y otra vez hasta que me detuve en seco y me senté de golpe. No estaba en casa... Las imágenes de anoche me golpean como un balde de agua fría haciendo que el dolor de cabeza fuera más fuerte. En ese instante la puerta se abre, no le presté atención ya que la cabeza me mataba, pero sí me di cuenta cuando Adler se sienta frente a mí y me tiende una pastilla y un vaso con agua.

-Es para la resaca.

Lo agarré sin pensarlo mucho, tomé la pastilla de golpe y suspiré profundo esperando que hiciera efecto rápido.

-¿Qué pasó anoche...? -pregunté en un tono cauteloso.

-Pues descubriste que no tienes la resistencia que pensabas tener.

-¿No... pasó nada...? -me sonrojé apenada.

-Nada. Puedes estar tranquila.

Suspiré aliviada de escucharlo, sí me había calmado escucharlo decir eso aunque no se me pasara por la cabeza que podría estar mintiendo. Esperaba que no fuese así. Bebí un poco más de agua antes de dejarlo sobre la mesita de noche.

-Lamento quitarte tu cama... -murmuré.

-Si hubiera querido te mandaba a la habitacion de invitados y me quedaba aquí. No te preocupes, princesa.

-No tenía planeado quedarme dormida... -apoyé mi mano el mi frente y suspiré-. Creo que no volveré a tomar.

La sonora carcajada de Adler me hizo voltear a verlo y quedar fascinada por su expresión tan atractiva.

-Eso lo dijimos todos alguna vez.

Fruncí los labios y aparté la vista a cualquier otro lado. Adler suspira y se levanta.

-Hay desayuno abajo, cuando comas todo te llevaré a tu casa, ¿okay?

Asentí en respuesta. Él agarra un par de cosas y sale de la habitación, dejándome sola. Yo me levanté, un poco mareada aún pero no tanto como ayer, fui al baño y me cambié por mi ropa con la que llegué. Arreglé mi imagen todo lo que pude y bajé hasta el comedor, tratando de recordar donde quedaba. No fue difícil en realidad. Adler me esperaba allí, con el teléfono en mano pero al verme sonríe y lo deja.

-Se ve bien... -mencioné sentanfome frente a la comida.

-Come lo que necesites.

Sonreí enternecida por la atención que Adler me daba, me hacía sentir mucho mejor que en mi casa... Y ahora que lo recuerdo, tengo que volver allí... no quiero.

-¿Qué pasa? -Adler parece confundido por mi cambio dr ánimos.

-Nada, nada.

No quería arruinar la mañana. Sonreí de nuevo y empecé a comer y halagar a Adler por lo bien que sabía lo que preparaba. Suspiré profundo cuando acabé, quise levantarme e ir a buscar mi teléfono pero Adler coloca su mano sobre la mía en la mesa.

-¿A dónde... vas? -pregunta cauteloso.

-A buscar mi teléfono, tranquilo.

Él me mira a los ojos un momento pero me suelta lentamente, le sonreí una vez más para calmarlo y fui a hacer lo que dije. Encontré mi teléfono en la mesita de noche, Adler lo había dejado cargando así que no debía de preocuparme por la batería. Era muy atento...

-Ay... -hice una mueca por ver que tenía llamadas de Jena y mamá.

Me iba a ir mal, y no precisamente porque se preocuparan por mí, estaba segura que no era por eso, claro que no. Resoplé y guardé mi teléfono, bajé nuevamente encontrando a Adler ya con su chaqueta puesta y listo para salir.

SER EGOÍSTA SUELE ESTAR BIENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora