Capítulo 36

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Abrí los ojos de golpe, miré a mi alrededor y me enderecé en la cama, mi cama... ¿Estaba en mi habitación? ¿Lo de ayer había sido un sueño? Me levanté y salí, bajé las escaleras con rapidez pero no había nadie en la casa. Resoplé apoyándome contra la isla de la cocina, pero al darme cuenta el aire en mis pulmones queda estancado por el susto que me había dado.

-¿Mamá?

Solo me miraba, no decía ni hacia nada, lo cual era raro. Sacudí mi mano frente a su rostro pero no pasó absolutamente nada, era extraño.

-¿Qué pasa?

Me di vuelta y volví a espantar me cuando Jena estaba allí, ambas me miraban de cerca y yo comenzaba a sentirme nerviosa. ¿Qué les pasaba? De la nada comemcé a escuchar el sonido del agua en el lavadero atrás de mí, me giré y cerré la llave consiguiendo que este dejara de derramar agua. Miré mi reflejo en el agua acumulado del lavabo. Estaba hasta el borde.

-Am... ¿ustedes dejaron es...? ¡Hmg!

Mamá me agarra por la cabeza y hunde mi rostro en el agua, no me dejaba respirar y yo de verdad intentaba levantarme. Por un momento pude hacerlo y empecé a toser y escupir toda el agua, pero ella acerca su rostro a mí.

-Estaremos mejor sin ti. Así que ¡muérete de una vez!

Vuelve a hundir mi rostro en el agua y no pude hacer nada, Jena la ayudaba. Cerré los ojos pero fue como sentirlas soltándome y mi cuerpo cayendo hacia delante, al abrir los ojos vi que estaba en el puente del que me había tirado, caí al agua y empecé a hundirme más de lo que en realidad era su profundidad. Mientras más luchaba por salir, más me hundía.

Estaba desesperada, sentía que iba a morir ahora, y al final... solo abrí los ojos.

-¡Huh! -me senté de golpe en la cama pero me tiré hacia un lado empecé a toser como si quisiera expulsar toda el agua en mis pulmones, claramente no salía nada.

Me llevé la mano al pecho sintiendo mis latidos acelerados, mi cuerpo temblaba y mi cabeza estaba en blanco. Volví a mirar a mi alrededor pero me di cuenta de que estaba en la habitación que Adler me había dejado quedarme. ¿Había sido un sueño? Quería comprobarlo, quería saber que mi mamá y Jena no estarían detrás de mí o intentarían ahogarme. Quería estar con Adler...

Me levanté de la cama y salí para ir a la habitación de Adler, me quedé frente a la puerta dudando si entrar o no pero las lágrimas cayendo por mis mejillas me hicieron reaccionar y abrir la puerta. Estaba dormido, eso me hizo volver a dudar, no quería molestarlo. Pero el miedo me hizo avanzar, me acerqué a él y me metí bajo las mantas estando a su espalda. Miré la anchura de esta, sus músculos relajados.

Tenerlo cerca fue suficiente para relajarme, me acerqué y apegué a su espalda. Cerré los ojos y suspiré profundo, estaba por quedarme dormida de nuevo cuando él se gira y apoya su brazo sobre mi cintura, besa mi frente y suspira.

-¿Estás bien? -habla dormido y aún con los ojos cerrados.

-Sí, no te preocupes, vuelve a dormir.

Sonríe y entre abre los ojos muy poco que apenas me di cuenta. Aunque vuelve a cerrarlos, nos acomoda más cerca, pude escuchar y sentir como su respiración volvía a ser pesada y calmada, sus latidos igual y él había vuelto a dormir. Apoyé mi cabeza en su pecho y me dormí con él.

No sé si aunque volviera a dormir no iba a soñar mal de nuevo o fue gracias a Adler que me sentía protegida con él que las pesadillas se detuvieron. Aunque la razón no era tan importante, porque pude dormir en paz y eso era lo que me interesaba. A la mañana siguiente me desperté porque Adler se removía en su lugar; cuando abrí los ojos, aunque tardando en enfocar, lo vi sentándose en el borde y desperezándose.

Volteó a verme pero yo volví a hacerme de la dormida, sin ninguna razón, solo lo hice. No hace nada ni dice nada hasta que sentí sus labios en mi mejilla y luego sus dedos pasando por el mismo lugar.

-Podría acostumbrarme a estas mañanas.

Sin poder evitarlo dejé escapar una pequeña sonrisa gracias a sus caricias y eso lo hizo detenerlas.

-¿Estás despierta?

-No...

Se ríe levemente y yo no tuve de otra más que abrir los ojos. Lo miré sonriéndome pero enseguida besa mis labios, yo lo aparté rápido y me cubrí la boca.

-¿Qué te pasa?

-No me he lavado los dientes...

Y llevaba todo un día sin hacerlo. No me agradaba ni mi aliento. Él suspira y ríe a la vez, besa mi frente y me abraza. Era tan cálido y muy reconfortante tenerlo cerca.

-Ni lo he sentido.

Suspiré queriendo volver a dormir de esta forma con él, pero se remueve y se separa para mirarme.

-¿Sabes? No quisiera dejarte aquí, pero tengo que ir a la escuela... Mi padre está tan feliz sabiendo que voy que no quiero arruinar eso.

-Entiendo. Y ambos sabemos que mi madre ya ha de haberme sacado la matrícula.

-¿Estarás bien aquí tú sola? Mi padre no está tampoco.

-Estaré bien... no te preocupes.

Le di un beso pero en la mejilla y sonreí, él resopla con fuerza pero vuelve a sonreír y asiente. Se levanta de la cama y va a prepararse, cuando se cambió de ropa lo hizo frente a mí sin ninguna pena, cosa que a mí tampoco me importaba mucho y en realidad me dejaba deleitada.

-Estoy por arrancarte la ropa, ¿lo sabías? Si me sigues mirando de ese modo...

Me sonrojé y cubrí con las mantas por completo, Adler ríe mientras termina de prepararse.

-Bueno, me voy.

-Nos vemos.

Él sale de la habitación y luego de unos minutos escuché que salía de la casa. Miré por la ventana para verlo acercarse a su moto y agarrar su casco, antes de ponérselo me voltea a ver y sonríe a la vez que guiña un ojo. Se coloca su casco y se sube a la moto, ambos nos despedimos con la mano y él se aleja hasta no poder verlo.

Me alejé de la ventana suspirando, pensando en qué hacer ahora. Decidí darme una ducha, me acerqué al armario de Adler y saqué nueva ropa para luego meterme a su ducha, me encantaba porque mi cabello quedó con su aroma. Salí de la habitación pero me detuve de golpe junto a una mujer frente a mí.

-¿Ah? ¿Quién eres tú? -pregunta ella extrañada.

-E..Eso quisiera saber yo.

-Soy Lizbeth, la mucama de los señores de esta casa.

-Adler no me ha mencionado nada... -murmuré para mí misma.

Me había dicho que iba a estar sola aquí, entonces no me esperaba que Lizbeth apareciera, pero supongo que no debería sorprenderme, una casa así no se mantiene sola si ambos hombres salen de esta.

-¿Conoces al joven?

-S..Sí, lo siento, soy Keira. Me han dejado quedarme aquí apenas ayer.

-¿Keira? Ah, ya veo. El señor me ha hablado de ti.

-¿Tan pronto? -asiente.

-Lamento mi comportamiento, me has sorprendido -negué-. Debo limpiar la habitación del joven, así que si me permite.

-Oh, sí. Claro.

Salí de en frente y ella toma mi lugar, pero se voltea a verme y sonríe amable.

-Si tiene hambre puede pedirle a las chicas que le preparen algo, estamos para servirle jovencita.

-M..Muchas gracias...

Asiente de nuevo antes de entrar en la habitación. Yo me quedé quieta un momento antes de bajar por las escaleras y encontrar a todas las demás chicas del servicio allí. Bueno, supongo que tendré que estorbar lo menos posible para no irrumpir en sus labores.

SER EGOÍSTA SUELE ESTAR BIENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora